domingo, 28 de junio de 2009

Del amor, II. El Banquete: discurso de Fedro




EL AMOR, LA GRAN FUERZA PRIMIGENIA



..........Fedro inaugura el conjunto de discursos con un apasionado elogio del dios Eros, a quien ensalza su poder para unir a los hombres, incluso hasta el punto de hacerlo el máximo garante de la buena convivencia política. Pero lo que más destaca de su discurso, como eje central, es situarlo como el dios más antiguo. Afirma así que “Eros es, de entre los dioses, el más antiguo, el más venerable y el más eficaz para asistir a los hombres, vivos y muertos, en la adquisición de excelencia y felicidad” (Banquete, 180c; traducción de M. Martínez Hernández, ed. Gredos). Enlaza así su discurso con el origen mítico del dios transmitido por Hesíodo, y compartida, como él mismo dice, por Acusilao y Parménides.
¿Cuál es el sentido de hacer de este dios el más antiguo? ¿Qué importancia puede tener de quién descienda, y por qué se le ocurre a nadie siquiera plantearse su antigüedad, aunque sea en forma de mito? Aunque puedan parecernos cuentos antiguos, hay en los mitos una forma de pensamiento sobre la realidad misma, sus partes componentes y su sentido. Pues bien, estos autores y el mismo Fedro están haciendo ver que el Eros es la fuerza generatriz por excelencia, y sin el deseo no se produce la generación, y por tanto no habría nacido el mundo.
.......El surgimiento de Gea a partir del Caos, tal y como se describe en la Teogonía, más que surgimiento es una especie de partición, de distinción entre dos partes componentes de ese Caos infinito, informe, inconcebible: por un lado Gea, la materia prima, la chorá, se distingue en cuanto materia del vacío, el Tártaro. De esa materia prima se distinguirá el elemento sólido (las montañas) del líquido, receptor, el Ponto (así como otros pasos como el éter y el día −humedad sustancial y espacio luminoso−); más tarde el espacio separará la bóveda celeste que representa Urano de la tierra misma.

.......Hasta aquí se retratan principios sustanciales. Pero Eros no se presenta como sustancia, sino como fuerza (dínamis). El mundo se genera constantemente, sí, y a partir de esta constatación surge la inevitable tentación intelectual de imaginar el origen primigenio. Y ese origen se imagina -se pone en imágenes- a partir de los mismos elementos que se nos presentan en la actualidad. Eros, la atracción, la mirada hacia el otro, el deseo de algo ajeno a uno mismo, es la fuerza patente que explicaría el origen de todo lo demás: de unos pocos elementos han de surgir otros nuevos, y esto sólo es posible a través de la generación.
.......Pero no queda todo en el origen del mundo en cuanto escenario en el que vivimos. Hemos señalado como algo muy destacable de esta exposición (y que veremos en otras ocasiones) cómo Platón, a través de Fedro, hace del amor el fundamento de la vida recta, tanto en ética como en política. Leámoslo de él mismo: “Y de la misma manera que es el dios más antiguo es causa para nosotros de los mayores bienes. Pues yo, al menos, no sabría decir qué bien para uno recién llegado a la juventud hay mayor que un buen amante y para un amante que un buen amado. Lo que, en efecto, debe guiar durante toda su vida a los hombres que tengan la intención de vivir noblemente, esto, ni el parentesco, ni los honores, ni la riqueza, ni ninguna otra cosa son capaces de infundirlo tan bien como el amor. (…) Es más, afirmo que un hombre que está enamorado, si fuera descubierto haciendo algo feo o soportándolo de otro sin defenderse por cobardía, visto por su padre, por sus compañeros o por cualquier otro, no se dolería tanto como si fuera visto por su amado. (Banquete, 178, c-e; traducción de M. Martínez Hernández; Gredos). “Por otra parte, a morir por otro están decididos únicamente los amantes” (179 b).

.......¿Qué hay de verdad en ello? ¿Es cierto que el amor, por sí mismo, podría ser una base suficiente para fundar una moral? Es sin duda muy hermoso lo que aquí se dice, pero se ha avanzado mucho en la historia del pensamiento y no podemos obviar algo tan importante como el antes y el después que supuso Kant en ética –y en otras ramas, por supuesto−. Kant prescinde de todo sentimiento y se basa en el sentido puro del deber, que según este autor se muestra evidente a la razón práctica. La piedra angular de la ética se encuentra, pues, en algo ajeno a toda pasión y todo sentimiento; en algo, pues, completamente ajeno al amor. Dos visiones completamente antitéticas, pero en cada una de las cuales se encierra alguna razón para defenderla.
.......Dos cosas podríamos decir sobre el planteamiento de Fedro:
.......1) que el amante no querrá hacer cosas vergonzosas, pero no dice cómo se delimita lo que es vergonzoso o no.
.......2) Que el amor de que nos habla aquí, no lo olvidemos, es el Eros. No el ágape o la philía, sino el Eros. ¿Quizá raíz de los otros? ¿Podríamos decir que los abarca, o más bien hay que distinguir estos tipos de sentimientos de atracción o simpatía por otros? Creo que Fedro se refiere muy claramente al amor erótico, porque habla de la vergüenza que se siente ante el amante o el amado, no ante el conjunto de los conciudadanos ni mucho menos de la humanidad en su conjunto. Pero sin duda el poder que le otorga es casi incuestionable, pues es cierto que el amor nos mueve a obrar de forma grata ante los ojos del otro. Cuando menos, el carácter del amor como el más poderoso motor de la conducta humana queda aquí sabiamente puesto en evidencia.
.......Muchas cosas pueden matizarse sobre esta exposición, pero para ello Platón nos ofrecerá otros interlocutores, que dejaremos de momento para la siguiente entrega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario