viernes, 31 de diciembre de 2010

                                      ¡FELIZ AÑO NUEVO!
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viernes, 24 de diciembre de 2010


    Por motivos desafortunados en los últimos tiempos he entrado en contacto con los servicios de ambulancias de la Comunidad de Madrid.
    Sitúo: cualquier persona que esté impedida y que necesite una rehabilitación o atención médica, tiene que ser trasladado en ambulancia al hospital donde le toque... y, se supone, a la hora que le toque. Quienes conozcan directa o indirectamente este tema sabrán los problemas a que se enfrentan los pacientes y familiares: escasez de servicio, retrasos a veces de horas que imposibilitan llegar a tiempo de recibir su servicio sanitario, personal que a veces llega sin ayuda porque no han sido avisados (una persona inmovilizada que tiene que ser transportada hasta la ambulancia en una silla especial y en la ambulancia en camilla, necesita dos personas para el traslado), lo que implica pedirlo en el momento y esperar otra vez... lo que se tercie.
    Es mucho lo que implica para la salud de cada paciente sufrir estos percances, pero no es de esto de lo que quiero hablar ahora aquí, sino del otro lado del problema: los trabajadores de las ambulancias. ¿Con quién se desahoga uno cuando ha acumulado horas de tensión? Con ellos, porque son las únicas personas, seres parlantes y vivientes, con rostro, a los que podemos quejarnos.
    Pues bien, el problema viene por los recortes de plantillas y servicio que ha habido en el sector; por la reducción de cinco zonas en Madrid a cuatro; por la falta de coordinación que implican esas reducciones... Hacen lo que pueden acumulando el estrés de sus condiciones, y a ese estrés se les suma el de recibir quejas, lamentaciones, quién sabe si hasta insultos, que hacen que lleguen a su casa, al final de la jornada, con mal cuerpo. Porque a nadie nos gusta ser tratados con desprecio o indignación, comprensibles en sí, pero inmerecidas en general por ellos.
    Pero no acaba aquí la cosa: como "estamos en crisis" muchos de ellos llevan meses sin cobrar. Es decir, a un trabajo relacionado con una necesidad tan prioritaria y básica, se aplican unas condiciones cada vez más degradadas y cobrar tarde, mal o nunca.
   No sé de quién es la culpa; no escribo para descalificar a los empresarios de este sector, o a los ayuntamientos o Comunidad que no les pagan a ellos. Estamos cansados -yo lo estoy- de recibir noticias de correos en cadena, de conversaciones con amigos, sobre privilegios de políticos, despilfarros indecentes en gastos estrafalarios, malas gestiones; de oír discursos de una desfachatez que supera el entendimiento y de saber de acciones abusivas de este tipo de personas poderosas, de cualquier ámbito, cuya enanez moral ya no merece ningún comentario.
    Escribo para destacar la honradez y paciencia de quienes sufren los abusos y sus consecuencias; escribo para agradecer la decencia de quienes siguen al pie del cañón, sosteniendo la sociedad; de quienes siguen sabiendo sonreír y tratar al otro como un ser humano; desde el puesto que estén, desde la situación en que estén. Porque ese tipo de personas, que siguen dando aunque sea una sonrisa, sin recibir, ni siquiera reconocimiento, son quienes deberían estar orgullosos de sí mismos. Son quienes hacen que la vida en común siga siendo posible y soportable.
    A los trabajadores de las ambulancias, y a todos los que siguen transportando a los demás consuelo, y felicidad; por la salud moral de nuestra sociedad, a todos ellos quiero desearles al menos FELIZ NAVIDAD.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Textos filosofía medieval

Fragmentos de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino para practicar el comentario de texto.


2.…Ev- Ahora bien, si es propio de la bondad hacer bien aun a los extraños, no lo es de la justicia el castigar a aquellos que no le pertenecen. De aquí que sea evidente que nosotros le pertenecemos, porque no sólo es benignísimo en hacernos bien, sino también justísimo en castigarnos. Además, de lo que yo dije antes, y tú concediste, a saber, que todo bien procede de Dios, puede fácilmente entenderse que también el hombre procede de dios, puesto que el hombre mismo, en cuanto hombre, es un bien, pues puede vivir rectamente siempre que quiera.

3. Ag. - Evidentemente, si esto es así, ya está resuelta la cuestión que propusiste. Si el hombre en sí es un bien y no puede obrar rectamente sino cuando quiere, síguese que por necesidad ha de gozar de libre albedrío, sin el cual no se concibe que pueda obrar rectamente. Y no porque el libre albedrío sea el origen del pecado, por eso se ha de creer que nos lo ha dado Dios para pecar. Hay, pues, una razón suficiente de habérnoslo dado, y es que sin él no podía el hombre vivir rectamente.

Y habiéndonos sido dado para este fin, de aquí puede entenderse por qué es justamente castigado por Dios el que usa de él para pecar, l oque no sería justo si nos hubiera sido dado no sólo para vivir rectamente, sino también para poder pecar. ¿Cómo podría, en efecto, ser castigado el que usara de su libre voluntad para aquello para lo cual le fue dada= Así, pues, cuando Dios castiga al pecador, ¿qué te parece que le dice, sino estas palabras: te castigo porque no has usado de tu libre voluntad para aquello para lo cual te la di, esto es, para obrar según razón? Por otra parte, si el hombre careciese del libre albedrío de la voluntad, ¿cómo podría darse aquel bien que sublima a la misma justicia, y que consiste en condenar los pecados y en premiar las buenas acciones? Porque no sería ni pecado ni obra buena lo que se hiciera sin voluntad libre. Y por lo mismo, si el hombre no estuviera dotado de voluntad libre, sería injusto el castigo e injusto sería también el premio. Mas por necesidad ha debido haber justicia, así en castigar como en premiar, porque éste es uno de los bienes que proceden de Dios. Necesariamente debió, pues, dotar Dios al hombre de libre albedrío.

Agustín de Hipona, Del libre albedrío, cap. 1, 2-3

 
Ag. - Tú tienes por cierto, al menos, que Dios existe.
Ev.- Sí; esto tengo por verdad inconcusa, mas también por la fe, no por la razón.
Ag.- Entonces, si alguno de aquellos insipientesde los cuales está escrito: "dijo el necio en su corazón: No hay Dios": Sixit insipiens in corde suo: Non est Deus, no quisiera creer contigo lo que tú crees, sino que quisiera saber si lo que tú crees es verdad, ¿abandonarías a ese hombre a su incredulidad o pensarías quizá que debieras convencerle de algún mod ode aquellomismo que tú crees firmemente, sobre todo si é lno discutiera con pertinacia ,sino más bien con deseo de conocer la verdad?
Ev.- Lo último que has dicho me indica suficientemente qué es lo que debería responderle. Porque, aunque fuera él el hombre más absusrdo, seguraemnte me concedería que con el hombre falzy contumaz no se debe discutir absolutamente nada, y menos de cosa tan grande y excelsa. Y una vez que me hubiera condecido esto, él sería el primero en pedirme que creyera de él que procedía de buena fe en querer saber esto, y que tocante a esta cuetión n ohabía en él falsía ni contumacia alguna.
Entonces le demostraría lo que juzgo que a cualquiera es facilísimo demostrar, a saber, que, puesto que él quiere que yo crea, sin conocerlos, en la existencia de los sentimientos ocultos de su alma, que únicamente él mismo puede conocer, mucho más justo sería  que también él creyera en la existencia de Dios, fundado en la fe que merecen los libros de aquellos tan grandes varones que ateestiguan en sus escritos que vivieron en compañía del Hijo de Dios, y que con tanta más autoridad lo atestiguan cuanto que en sus escritos dicen que vieron  cosas tales que de ningún modo hubieran podido suceder si realente Dios no existiera, y sería este hombre sumamente necio si pretendiera echarme en cara el haberles yo creído a ellos, y deseara, no obstante, que yo le creyera a él. Ciertamente no encontraría excusa para rehusar hacer lo mismo que no podría censurar con razón.
Ag.- Pues, si respecto de la existencia de Dios juzgas prueba suficiente el que nos ha parecido que debemos creer a varones de tanta autoridad ¿por qué respecto de estas cosas que hemos determinado investigar como si fueran inciertas y absolutamente desconocidas, no piensas lo mismo, o sea, que fundados en la autoridad de tan grandes varones, debamos creerlas tan firmemente que no debamos gastar más tiempo en su investigación?
Ev.- Es que nosotros deseamos saber y entender lo que creemos.
 
Agustín de Hipona, ibid., 5
 
 
 
...Nadie puede pensar lo contrario de lo que es evidente por sí mismo, tal como consta en el Filósofo, IV Metaphys. y I Poster. cuando trata los primeros principios de la demostración. Sin embargo, pensar lo contrari ode que Dios existe, sí puede hacerse, según aquello del Sal 52, 1: Dice el necio en su interior: Dios no existe. Por lo tanto, que Dios existe no es evidente por sí mismo.
Solución. Hay que decir: La evidencia de algo puede ser de dos modos. Uno, en sí misma y no para nosotros. Así, una proposición es evidente por sí misma cuando el predicado está incluido en el concepto del sujeto, como el hombre es animal, ya que el predicado animal está incluido en el concepto de hombre. De este modo, si todos conocieran e n qué consiste el predicado y en qué el sujeto, la proposición sería evidente para todos. Esto es lo qeu sucede con los primeros pirincipios de la demostración, pues sus términos como ser-no ser, todo-parte, y otros parecidos, son tan comunes que nadie los ignora.
Por el contrario, si algunos no conocen en qué consiste el predicado y en qué el sujeto, la proosición será evidente en sí misma, pero no lo será pra los que desconocen en qué consiste el predicado y en qué el sujeto de la proposición.
 
Tomás de Aquino, Suma de teología, artº 1



Hay que decir: La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas. 1) La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que, en cuanto potencia, esté orientado a aquello por lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar al acto más que por quien está en acto. Ejemplo: El fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; sólo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y éste por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En éste, todos reconocen a Dios.

Tomás de Aquino, ibid. artº 3



Ved si los entendéis bien y si sabríais, con cualquiera de ellos, responder bien a lo que se pide. Cuál es el tema (qué está argumentando o qué quiere demostrar), cómo lo argumenta (se puede incluir críticas posteriores que analicen la validez o no de esas argumentaciones).

sábado, 18 de diciembre de 2010

Agustín de Hipona por problemas

Esta es una guía para entender la filosofía de Agustín, sabiendo a qué problemas intenta responder. Recuerda que es muy importante estructurar bien las líneas generales del pensamiento de cada autor; la comprensión adecuada hace que esa estructuración sea coherente; repasa los apuntes y y explica los temas de forma clara y demostrando que los entiendes; según el texto que caiga, se pedirá que expliques el problema de lo que sea: empieza por ahí (el tema tal intenta responder a tal...) y continúa con el resto.


El leit-motiv:
     En la época de Agustín, con la proliferación de doctrinas filosóficas y religiosas, preservar una ortodoxia cristiana era crucial. La Iglesia Católica, ya organizada institucionalmente, necesita definirse a sí misma. Las constantes polémicas en torno a la naturaleza de Cristo, la salvación, etc. dan lugar corrientes consideradas heréticas desde dentro de la Iglesia (Maniqueísmo, Pelagianismo...) a las que la Iglesia oficial tendrá que dar respuesta recurriendo a las armas de la argumentación racional, que aporta la filosofía. Pero hay que tener en cuenta que ahora no se trata de una indagación pura, abierta a "donde nos lleve la razón". La verdad se supone que ya está revelada por Dios. Pero aun así resulta oscura para el hombre; de ahí la proliferación de interpretaciones y credos.
     Las cuestiones principales que Agustín intenta salvar se refieren a la naturaleza de Dios y son, a destacar: la omnipotencia y ser absoluto de Dios, y su bondad infinita. Estas verdades aceptadas más la necesidad de contestar a las interpretaciones erróneas dan lugar a lugar uno de los principales temas de debate de la filosofía crisitana: la relación entre razón y fe.

El problema del conocimiento

      Si la verdad está ya revelada y debemos aceptarla por fe, ¿qué sentido tiene la filosofía? (Intenta aquí defender el pensamiento racional frente a los que ensalzan sólo la fe y contestar a los escépticos, que niegan la posibilidad de conocimiento seguro).
     Para responder, Agustín se adhiere al modelo platónico, especialmente a través del Neoplatonismo.
1. Necesidad de justificar el esfuerzo por comprender. (Aquí contamos su teoría del conocimiento: como vía espiritual -defiende así el conocimiento como camino hacia Dios-, como iluminación interior -así Dios es la fuente del conocimiento; explicamos la estructura de los órganos de conocimiento y defendemos la certidumbre de las verdades eternas porque son puestas por Dios-). El esfuerzo por comprender se justifica porque es un camino espiritual cuya meta es Dios (papel del amor en el conocimiento). Fe y razón comparten la misma meta.
2. Necesidad de preservar las verdades de la fe. (Aquí contamos los contrastes entre la filosofía griega y la cristiana y la defensa de las verdades reveladas; contamos su ontología y teología: sobre la naturaleza de Dios, la creación y el ejemplarismo, el orden del mundo, su concepción de la Historia -uno de los problemas que contrastan con la tradición filosófica griega-...).
(Explicamos aquí también la relación entre fe y razón: credo ut intelligam, intelligo ut credam...)

El problema del mal
     Problema tradicional de la teología, su existencia pone en tela de juicio demasiadas cuestiones cruciales: la bondad divina, su omnipotencia... (observamos que, para responder, seguimos en su ontología y teología).
     Nos encontramos con dos posibilidades problemáticas: a) lo ha creado Dios o b) no lo ha creado Dios.
a) Si lo ha creado Dios, Dios no es bondad infinita.
b) Si no lo ha creado Dios, Dios no es omnipotente, pues hay otro poder en el mundo que lo crea.
Solución: combina dos afirmaciones:
1º) El mal no es una entidad en sí misma, sólo es alejamiento del bien (así no hay que recurrir a una fuerza maligna equivalente a Dios, y se salva su omnipotencia).
2º) El mal es fruto de la libertad humana (así consigue explicar su existencia, haciendo responsable al hombre y no a Dios).
     Pero esto nos lleva a otro problema: la libertad humana para hacer el mal.

El problema de la libertad
     Dios ya no es responsable del mal, ahora es el hombre, quien elige entre el bien -identificado con el Ser- y el mal -identificado con el no ser o alejamiento del ser-. ¿Hemos solucionado del todo el problema de la responsabilidad de Dios en el mal? No: si Dios es omnipotente y creador de todo, también nos ha dado Él la libertad, luego en última instancia sería responsable de que pequemos.
Solución: Dios nos da la libertad para que podamos elegir el bien y ser así merecedores de la salvación.
Pero entonces se objeta: si nos la da para el bien, ¿cómo es que el hombre la utiliza para el mal? ¿Acaso la libertad es un don negativo? Para salvar la dignidad de la libertad, Agustín recurrirá a la distinción entre libertad y libre albedrío (aquí explicamos esta distinción).
     Tenemos, pues, que Dios sigue siendo infinitamente bueno y todo lo que nos da es bueno (incluyendo la libertad y la capacidad de elección entre el bien y el mal). Pero de aquí se deriva otro problema: si Dios nos da la libertad para ser merecedores de la salvación, entonces es el hombre el que se salva, no nos salva Dios. Esto cuestiona de nuevo su omnipotencia.

El problema de la salvación
Tenemos, pues:
a) Si Dios nos deja elegir entre el bien y el mal, es el hombre el responsable del mal, pero también el artífice de su salvación, luego ésta depende del hombre y no de Dios. Dios no es entonces ni omnipotente (es el hombre el que puede salvarse) ni omnisciente (no puede saber cómo obraremos si somos realmente libres, luego no sabe de antemano quién se va a salvar y quién no).
b) Si la salvación depende de Dios y no del hombre, no son nuestros actos los que determinan nuestra salvación, luego se cuestiona la finalidad del libre albedrío que se había postulado antes, y también la bondad de Dios, que elige condenar a algunos hombres.
Solución: (aquí recurre a su teoría de la creación y de la Historia, que tenemos que explicar). Combina las siguientes afirmaciones:
- El hombre nace ya condenado (así, no es Dios quien condena a nadie), y esto es así por culpa del pecado original, que heredamos de nuestros padres (contamos la teoría del pecado y la Gracia). Por tanto Dios no condena, sólo salva a los hombres buenos dándoles la oportunidad de trascender su naturaleza carnal (así sus actos siguen siendo todo bondad).
- Dios concede la salvación a quien la merece, por su propia voluntad, pero lo sabe de antemano porque está fuera del tiempo: es eterno. (Aquí hablamos de los dos tipos de hombres y explicamos la Ciudad de Dios).

jueves, 16 de diciembre de 2010

Descartes, IV: apéndice

RELEVANCIA DEL PENSAMIENTO CARTESIANO Y OTRAS APORTACIONES

     Con Descartes se inaugura la filosofía moderna, caracterizada por el giro hacia el estudio del conocimiento como base de todo saber posterior.
     La distinción radical entre cuerpo y conciencia o alma, a que lleva su cogito ergo sum ha supuesto un hito difícilmente superable, que tiene como consecuencia el solipsismo de la conciencia y que ha suscitado numerosas polémicas: cuerpo y alma quedaron tan radicalmente separados que no sólo su existencia es radicalmente independiente, sino que además resultan ciegos el uno al otro y la explicación de su influencia mutua se hace imposible (la teoría de la glándula pineal ha sido severamente criticada, sobre todo por carecer del rigor metódico que el propio Descartes exigía en un principio).
    Su filosofía se caracteriza, pues, por el subjetivismo y el idealismo.
· Subjetivismo: el cogito hace el pensamiento más cierto que la materia, y al mío más cierto que al de otros. La materia sólo es comprensible por deducción de lo que se sabe del pensamiento: se deduce a partir de la idea innata de extensión.
· Idealismo: se trata de un idealismo epistemológico, no metafísico; respeta a los cuerpos (a diferencia de Platón, que dejaba la esencia de los mismos como algo exterior a ellos).

     A sus aportaciones en filosofía y matemáticas hay que sumar sus aportaciones en física:
− Aceptó la ley de la inercia, pero no la de la atracción de los cuerpos. Las fuerzas son mentales, no físicas.
− La res extensa es la materia: en cuanto sustancia, no concibe el vacío.
     Espacio: habla más bien de lugar: interior: extensión propia de cada cuerpo; exterior: extensión de los demás cuerpos.
     Movimiento: lo concibe como transporte de una parte de materia de la vecindad de unos cuerpos a la de otros. El universo está lleno: el movimiento, por tanto, se produce en forma de círculos.
     Causas del movimiento: Dios y las leyes del movimiento.
     − Dios: lo da y lo conserva.
     − Leyes del movimiento:
        · Permanencia del estado en que se encuentra el cuerpo .
        · Tendencia a continuar en línea recta (junto con el anterior, son el principio de inercia)
       · Comunicación de cantidad de movimiento (*cantidad de movimiento: producto de la materia por la
          velocidad).

Descartes, III: ontología y antropología

LAS SUSTANCIAS

Una vez llegado a la primera verdad simple  y evidente (1ª regla), tiene que construir el saber a partir de esa primera intuición indubitable. De este modo irá deduciendo, y en este orden: la res cogitans (el alma), la res infinita (Dios) y la res extensa (el mundo).

Sustancia: es una cosa que existe de tal modo que no necesita ninguna otra para existir. (en Aristóteles, lo que permanece; definición realista frente a la gnoseológica de Descartes). Es lo que percibimos clara y distintamente como autónomo de lo demás.

Del cogito... a la res cogitans

Ahora sé que soy, pero aún no sé qué soy; la respuesta cartesiana va a ser: soy una cosa que piensa.
Por pensar entiende todo contenido de conciencia: dudar, afirmar, negar, conocer, ignorar, amar, odiar, desear, imaginar, sentir...
El sujeto pensante es el sub-yectum de pensamientos, voliciones, imaginaciones, sentidos… Se una sustancialización del pensamiento.
La afirmación de la res cogitans se produce por simple intuición: esa es la naturaleza del cogito ergo sum. (Aquí Descartes está dando un salto ilícito a la sustancia, introduciendo el concepto “cosa”. Se trata del prejuicio sustancialista: no puede haber una actividad sin ente sustancial que la sostenga).

De la res cogitans a Dios

     Dado que la única certeza hasta ahora es el cogito...,  tiene que llegar a Dios a través de él, no de los objetos, pues su existencia -de la que ya ha dudado- aún no ha sido demostrada (lo contrario de lo que hacía Tomás, quien demostraba la existencia de Dios a partir de los seres del mundo).
     Así pues, del cogito, en cuanto primer conocimiento indubitable (claro y distinto) deben extraerse todos nuestros conocimientos. Analizándolo (2ª regla), encontraremos dos elementos: el pensamiento como actividad y las ideas (ahora no interesan voliciones y juicios).
En cuanto actos mentales tienen el mismo estatuto ontológico (lo que abarca el "pensar"), pero como contenido objetivo son diversos. Va a analizar, pues, los tipos de ideas, que clasifica del siguiente modo:
Adventicias: las que parecen provenir de la experiencia.
Innatas: las que nacen conmigo.
Ficticias: inventadas, compuestas por la mente a partir de otras.
     Entre las ideas innatas descubre la de infinito, que identifica con Dios.
Partimos de la siguiente definición de Dios: “sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omniscente y omnipotente”.

     El razonamiento es el siguiente: debe haber tanta realidad en la causa como en el efecto. ¿Cómo puedo yo, un ser finito, provocar en mí la idea de infinito? Dado que yo no puedo ser la fuente, pues soy finito, tiene que haberla puesto en mí un ser infinito; por tanto, existe esa sustancia infinita a la que llamamos Dios (como vemos y como señaló Kant, se trata de otra formulación del argumento ontológico).

De Dios a la existencia del mundo (res extensa)

     Como es bueno (por la idea que tengo de Él), no actuará como el genio maligno. Si me ha dado inclinación a creer en los cuerpos exteriores, deben existir, pues si no, sería un impostor, y esto contradice la naturaleza de Dios (infinitamente bueno). También me ha dado la facultad de corregir errores: claridad y distinción. Por tanto, Dios se convierte en el garante de la existencia del mundo. De este modo, ya tenemos dos ciencias seguras: matemáticas y física.
     Veamos ahora qué naturaleza posee esa sustancia exterior a mí. Tendremos que indagar lo que es en sí, no el modo en que se me aparece, pues la información de los sentidos es cambiante.
     El planteamiento entonces es el siguiente: ¿cómo conocemos los cuerpos? Para argumentar pone el ejemplo de la cera: al calentarla, observamos que cambian sus cualidades. Lo que aparece a los sentidos no era, pues, la cera misma. Ésta está constituida por extensión, flexibilidad y movimiento, que son entendidos por la mente, no por la imaginación (recordemos que la imaginación es la capacidad de hacerse imágenes). El concepto que nos hacemos de la cera no es una visión o contacto, sino una inspección de la mente. El conocimiento por los sentidos es confuso y lo compartimos con los animales; sólo el hombre posee la razón (entendida ahora como esa "luz natural" de nuestra mente). No podemos negar lo que aparece a la luz natural.
     Prescindiendo de los datos de los sentidos, nos encontramos con que la cualidad fundamental del mundo externo es la extensión. De ahí que denomine a esta otra sustancia que es el mundo la res extensa.


     Las propiedades de esta res extensa se desarrollan en su física, de indudable valor pero que quedará eclipsada por la física que culminará la ciencia moderna: la newtoniana.

   Con respecto a la psicología, la separación cuerpo-alma (res cogitans/ res extensa) cartesiana es la más radical, siendo completamente irreductible la una a la otra. Tal separación radical ha supuesto un problema derivado que ha supuesto un importante conflicto en el desarrollo posterior de la filosofía psicológica: explicar la conexión entre cuerpo y alma. La solución que Descartes propone es una compleja teoría que postula la existencia de ciertos "espíritus" animales que circulan por la sangre y provocan los impulsos nerviosos; con esta teoría reduce todo movimiento corporal a un funcionamiento similar al de las máquinas. Los animales, según Descartes, no tendrían alma, se reducen a ser concebidos como máquinas muy sofisticadas. Del mismo modo funcionaría el cuerpo humano; pero a diferencia de los animales sólo el ser humano tiene alma, en cuanto esa conciencia pensante. La influencia del cuerpo y el alma se efectúa por su unión en la glándula pineal. Esta teoría resultó -y resulta- extraña y poco coherente con el grado de rigor que el propio Descartes exigía en un principio (aunque tiene cierto paralelismo con antiguas teorías fisiológicas sobre las funciones de la glándula pineal) y hoy en día, dentro de su pensamiento, resulta poco más que anecdótica.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Descartes II: teoría del conocimiento

EL MÉTODO

(problema: ¿cuál es el camino seguro del saber? En su tiempo se constata el error humano, consecuencia de la Revolución Científica y los contrastes de paradigmas...)

     Desde Aristóteles y hasta Descartes se entendía que existía una diversidad de ciencias según la diversidad de objetos a conocer (entes naturales, números, pautas de acción...). La naturaleza de esos objetos determinaba, por tanto, el método de la ciencia que lo estudia.
     Descartes parte de un nuevo planteamiento: la razón es única e ilumina los objetos sobre los que se dirige (concepto de luz natural de la razón). Nada puede ser conocido antes que el entendimiento, pues de él depende el conocimiento de todas las cosas y no a la inversa. Hay que saber cómo conocemos para aprender a conocer. Puesto que la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento para aplicarla correctamente.
Hay que encontrar, pues, el método de la razón, para conocer con certeza en cualquier ámbito y edificar de forma segura cualquier ciencia.

Estudio de las formas de conocimiento
Comienza analizando las formas de conocimiento que existen, y éstas son dos:
* Intuición: luz natural que tiene por objeto las naturalezas simples; proporciona al entendimiento los elementos a partir de los cuales edificar el conocimiento. Descartes la define del siguiente modo: “No es el testimonio fluctuante de los sentidos, o el juicio falaz de una imaginación que compare mal, sino la concepción de una mente pura y atenta tan fácil y distinta, que en absoluto quede duda sobre aquello que entendemos; la concepción que nace de la sola luz de la razón”.
    En el orden, en lo simple, radica el principal secreto del método, el que todo verdadero saber se reduzca en último término a lo simple, cuyo carácter no lo recibe de las cosas mismas sino en cuanto depende de la razón (in ordine cognoscendi). La RAZÓN se expresa plena y adecuadamente como intuición.
     Descartes insiste mucho en la definición de intuición porque en ella va a radicar el secreto de su método. La cuestión es encontrar la fuente de error: la deducción no puede ser, si se ha hecho correctamente sin omitir ningún paso. El error proviene de la experiencia: se admiten experiencias poco comprendidas (sin el rigor de la intuición) o se emiten juicios precipitadamente y sin fundamento.
* Deducción: intuición sucesiva de las naturalezas simples y sus conexiones. “Todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hombres se siguen unas a otras de igual manera”. Aquí radica el hallazgo de una “ciencia admirable”, la “humana sapientia”: a partir de la conexión necesaria de todos los elementos simples en una unidad ordenada.

Naturaleza del método
      La mejor muestra de la razón se encuentra en la certeza de las matemáticas: su objeto no puede negarse por la experiencia, pues es puro y simple, y su proceder consiste en una secuencia sintética que observa y respeta el orden. La aritmética y la geometría representan un papel propedéutico e indicativo de cómo debe proceder el conocimiento.
     Tomando como modelo las matemáticas, Descartes va a distinguir dos sentidos del método: interno y externo.
El externo es el que se deduce de las matemáticas y que sirve de ejemplo.
El método interno: se deduce del anterior, y es el originario modo de proceder de la mente humana, que posibilita y permite, por lo pronto, tal saber matemático -única ciencia, de momento, en que la certeza es segura-; proporciona las reglas de la razón natural; no se trata de la generalización de un determinado saber, sino de una validez impuesta por la unidad de la razón. Así se entiende que nada puede ser conocido antes que el entendimiento, puesto que de él depende el conocimiento de todas las demás cosas, y no a la inversa.
Encontrar ese sentido interno, profundo, del método tiene como finalidad alcanzar la “Mathesis universalis”, la “Scientia universalis“. Mathesis univesalis no significa tanto el conjunto de los saberes matemáticos como un determinado modo de saber: aritmética y geometría se reducen a operar con figuras y cifras. Lo que importa es la certeza y evidencia de este método, que se sigue de la indudable inmediatez y verdad existentes en el orden de las naturalezas simples y sus relaciones.


Pasos del método
En su obra Reglas para la dirección del espíritu Descartes sistematiza del siguiente modo los pasos del saber:
1ª Regla: evidencia. No admitir nada como verdadero si no es evidente. Intuición: clara y simple.
2ª Regla. Análisis. Dividir las dificultades en sus partes más simples.
3ª Regla. Síntesis. Establecer un orden de nuestros pensamientos.
4ª Regla. Comprobación: hacer revisión para estar seguros de no haber omitido nada.

LA DUDA METÓDICA

    Comienza, pues, la aplicación de la primera regla: la búsqueda de la evidencia. Para admitir algo como absolutamente evidente es preciso que sea indubitable: hay que descartar, pues, todo aquello de lo que, del modo que sea, se pueda dudar. Comienza así a analizar todo el conocimiento.
1er paso: los sentidos. Son la fuente de conocimiento más cercana. ¿Es posible dudar de su testimonio? Encuentro que a veces mis sentidos me engañan (e.: cuando meto un palo en el agua lo veo torcido, pero en realidad no lo está). Si mis sentidos me engañan alguna vez, no puedo estar seguro de que no lo hagan siempre. No son, pues, fuente de conocimiento seguro.
2º paso: el mundo exterior. Aun no fiándome del testimonio de mis sentidos, puedo afirmar que hay un mundo exterior a mí que los provoca. ¿Es posible dudar de que exista tal mundo exterior? Observo que, cuando sueño, creo firmemente que lo que estoy viviendo es cierto, pero cuando despierto compruebo que no lo es. ¿No es posible dudar en todo momento de que lo que vivo sea real o esté soñando? La existencia de un mundo real no es, por tanto, un conocimiento indubitable; hay que descartarlo también.


3er paso: las certezas matemáticas. Aun existiendo la posibilidad de que no haya un mundo fuera de mí que me provoque sensaciones, esto no afecta a las verdades matemáticas: exista o no un mundo exterior, dos y dos siguen siendo cuatro, y lo mismo puede decirse de cualquier otra proposición matemática. ¿Es posible dudar de la veracidad de mis deducciones matemáticas? Aquí Descartes va a plantear la hipótesis del genio maligno. ¿Y si existiera un genio maligno que hiciera que mi mente reconociese como evidente lo que no lo es? ¿No podría ser que cuando estoy deduciendo verdades matemáticas estuviese siendo manipulado en mi razonamiento por alguna especie de genio maligno?
   Llegado a este grado de duda, Descartes cree ya imposible encontrar alguna intuición absolutamente indubitable a partir de la cual edificar de forma segura el edificio del conocimiento. Pero entonces (en aquella famosa revelación al calor de una estufa) se produjo en él la intuición sublime que le hizo pasar a la historia:

4. Obtención de la primera certeza: COGITO ERGO SUM. Puede que los contenidos de mi conciencia sean manipulados y resulten falaces, pero de lo que no tengo forma de dudar es de que pienso, por tanto es preciso que exista, pues es imposible que se dé el pensamiento si no hay nadie que piense. He aquí una intuición simple y pura, absolutamente evidente e indubitable en sí misma: pienso, luego existo.
   Si dudo de tal proposición, la confirmo, pues dudar implica existir. La duda puede alcanzar el contenido del pensamiento, pero no el pensamiento mismo. No es un silogismo. Es diferente a cualquier otra actividad (yo camino…).
   Por pensar entiende todos los estados psíquicos: dudar, entender, concebir, afirmar, negar, desear, imaginar, sentir... No hay, pues, que reducirlo, a la actividad del intelecto. De aquí derivará su radical separación cuerpo/alma. El alma o conciencia es la sede de todo contenido mental, incluendo las sensaciones físicas como el hambre, el placer, el dolor... Es, pues, más radical que Platón en su distinción y separación de ambas sustancias.



A partir de ahora el Cogito... cumplirá una doble función:


* En cuanto posee claridad y distinción, se convierte en tipo ejemplar de proposición verdadera, y se convertirá en la piedra angular a partir de la cual edificar su filosofía.
* Tal certeza tiene como consecuencia la radical distinción entre alma y cuerpo, condenando a aquélla al solipsismo y dando lugar al subjetivismo más absoluto, hasta el punto de que la conciencia no puede tener certeza más que de sí misma. Descartes intentará deducir un sistema de conocimiento seguro a partir de aquí, pero este sistema ha sido bastante cuestionado y su verdadera influencia radica en la llegada a este punto.
El tema del conocimiento en Descartes abarca también la deducción de las tres sustancias, el momento "constructivo" de su filosofía.  Pero a su vez la deducción de las sustancias abarca el tema de Dios (sustancia infinita) y el del hombres (res cogitans y res extensa).

viernes, 10 de diciembre de 2010

Descartes, I: contexto

DESCARTES

CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIOCULTURAL Y FILOSÓFICO


Vida
     Nació en La Haya (Turena, Francia) en 1596  y murió en Suecia (Estocolmo), durante su visita a la reina Cristina, en 1950.
     Su educación viene marcada por sus estudios en La Flèche, colegio de jesuitas, donde aprendió filosofía escolástica (padres de la Iglesia, Aristóteles y sus comentadores, etc.) y matemáticas, además de otras disciplinas científicas. El estudio de la escolástica fue lo que le llevó a rechazar el pensamiento dogmático y a defender la razón.
     Buscando tranquilidad y huyendo de la agitada vida social de París, se alistó en el ejército holandés (1617) y después en el bávaro durante la Guerra de los Treinta Años (1619), lo cual le permitió viajar por toda Europa. Fue en Baviera, durante el invierno y al calor de una estufa, donde tuvo la experiencia del cogito ergo sum, descrita en el Discurso del método. Después vivió en Holanda durante 20 años, por ser el único país en el s. XVII donde había libertad de especulación (allí vivieron también Hobbes, Locke y Spinoza).
      Mantuvo correspondencia con la reina Cristina de Suecia,  entusiastade la cultura y mecenas, de quien recibió una invitación por la la que tuvo que ir a instruirla en 1649. Pero el clima sueco -y las horas de madrugada en que la reina deseaba recibir sus clases- no favorecieron mucho la delicada salud de Descartes, que falleció en Estocolmo un año más tarde.


CONTEXTO HISTÓRICO


     La época de Descartes está marcada por la reforma luterana y Guerra de los Treinta Años (1618-1648), finaliza con la Paz de Westfalia, guerra suscitada por los conflictos religiosos que desembocaron en una escisión en el Cristianismo: católicos y protestantes, reforma que a su vez da lugar a otras escisiones como la anglicana o la calvinista.
     Paralelamente, las monarquías autoritarias se van consolidando en monarquías absolutas, y la hegemonía española decrece en Europa frente a la francesa. En esta época reina en España Felipe III, con quien comienza la época de los validos; en Francia Luis XIII (es también la época del cardenal Richelieu); en Inglaterra Isabel I es sucedida por Jacobo I (dando lugar a un cambio de dinastía); y destaca también en Suecia, por su relación con Descartes, la reina Cristina, caracterizada por su afición intelectual y por ser mecenas de numerosos pensadores y artistas.

CONTEXTO SOCIO-CULTURAL

     La sociedad continúa siendo estamental, aunque cada vez más socavada por el ascenso de la burguesía. Los cambios económicos van propiciando un nuevo concepto del Estado y la riqueza, consolidándose el mercantilismo económico. A todo esto se suma la influencia del conocimiento del nuevo mundo recientemente conquistado.
     En el panorama científico el hito más destacado es la Revolución científica que dará lugar al nacimiento de la ciencia moderna.
     En el campo del arte nos encontramos con un nuevo movimiento: el Barroco, estilo caracterizado por su recargamiento y por la influencia temática propagandística de la Contrarreforma, por un lado, y las monarquías absolutas o la burguesía protestante por otro. En la literatura destacan las figuras de Góngora y Quevedo, Voiture, Racine, Molière… En pintura nos encontramos con la obra deVelázquez, Rubens… La música también vive un momento de apogeo con las obras de Bach, Vivaldi o Häendel, entre otros.

CONTEXTO FILOSÓFICO

     La Edad Moderna viene marcada por la herencia de la  corriente intelectual del Renacimiento, el Humanismo, y por la Revolución científica que se lleva a cabo en esta época: desde Copérnico (1473-1543) y Keppler (1575-1630) hasta Galileo (1564-1642) -proceso que culmina con Newton-.
En el pensamiento de Descartes influyen sus estudios de filosofía escolástica, matemáticas y ciencias en La Flèche,  estudios que le llevan al rechazo de la autoridad como fuente de conocimiento. En este aspecto hay que sumar la influencia del escepticismo de Montaigne (humanista, creador del género literario del ensayo).
     Este rechazo se aúna a otra gran tendencia de la época, fruto de la Revolución Científica en desarrollo: la búsqueda del método. En la Edad Moderna se produce un giro de la metafísica a la teoría del conocimiento; en este giro, caracterizado por la búsqueda del método y cuyo máximo representante es Descartes (considerado el padre de la filosofía moderna) destacan como antecedentes principales Bacon y Galileo, triunfando finalmente el método hipotético-deductivo desarrollado por el último. Esto supuso un gran avance del método científico experimental.
     Todo este panorama filosófico va a dar lugar en la filosofía moderna a dos posturas opuestas en teoría del conocimiento: el Empirismo, desarrollado principalmente en Inglaterra (Bacon, Hobbes… culminando más tarde con Hume) y el Racionalismo, desarrollado sobre todo en Francia, y encabezado por el propio Descartes.
     La crisis de la ciencia aristotélica trajo a primer plano el problema de la génesis del conocimiento y de sus desviaciones. La investigación experimental en física lleva al pensamiento filosófico a la búsqueda del método científico: aquél con el cual se garantice el camino seguro. Racionalismo y Empirismo son dos corrientes ante un mismo problema: ¿De dónde proceden nuestros conocimientos? El idealismo de la ciencia moderna es el de un sistema deductivo en que las leyes se deducen a partir de ciertos principios y conceptos primeros. Esto es aceptado por todos, pero no la naturaleza de esos primeros principios, de esa materia prima de que están construidos nuestros conocimientos.

     El  Racionalismo se basa en dos afirmaciones fundamentales:

· Nuestro conocimiento sobre la realidad puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes.
· Estas ideas y principios son innatos al entendimiento, los posee independientemente de toda experiencia sensible. Este último punto es el que se opone al Empirismo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Corrección texto Agustín de Hipona

4. Ev.  Concedo que Dios haya dado al hombre la libertad. Pero dime: ¿no te parece que, habiéndonos sido dada para poder obrar el bien, no debería poder entregarse al pecado? Como sucede con la misma justicia, que habiendo sido dada al hombre para obrar el bien, ¿acaso puede alguien vivir mal en virtud de la misma justicia? Pues igualmente, nadie podría servirse de la voluntad para pecar si ésta le hubiera sido dada para obrar bien.


Ag. El Señor me concederá, como lo espero, poderte contestar, o mejor dicho, que tú mismo te contestes, iluminado interiormente por aquella verdad que es la maestrea soberana y universal de todos. Pero quiero antes de nada que me digas brevemente si, teniendo como tienes por bien conocido y cierto lo que antes te pregunté, a saber, que Dios nos ha dado la voluntad libre, procede decir ahora que no ha debido darnos Dios lo que confesamos que nos ha dado. Porque, si no es cierto que Él nos la ha dado, hay motivo para inquirir si nos ha sido dada con razón o sin ella, a fin de que, si llegáramos a ver que nos ha sido dada con razón, tengamos también por cierto que nos la ha dado aquel de quien el hombre ha recibido todos los bienes, y que si, por el contrario, descubriéremos que nos ha sido dada sin razón, entendamos igualmente que no ha podido dárnosla aquél a quien no es lícito culpar de nada. Mas si es cierto que de Él la hemos recibido, es preciso confesar también que, sea cual fuere el modo como nos fue dada, ni debió no dárnosla ni debió dárnosla de otro modo distinto de cómo nos la dio; pues nos la dio aquel cuyos actos no pueden en modo alguno ser razonablemente censurados.
Agustín de Hipona, Del libre albedrío, cap. 1, 4


Esquema previo
Objeción: si Dios da al hombre la libertad para obrar bien, ¿cómo es posible que la use para hacer el mal?
Contestación (apelación a la iluminación)
Dos posibilidades:
a) Si nos la ha dado Dios (que da todos los bienes) es con razón.
b) Si nos ha sido dada sin razón, no ha sido Dios (pues Él todo lo hace con razón).
Hemos aceptado ya que nos ha dado Dios, por tanto ha sido dada con razón.

 
El texto comienza con la siguiente objeción de Evodio: aceptamos que Dios ha dado al hombre el libre albedrío*, pero si éste ha sido otorgado para hacer el bien, no podría usarse para el mal. Siendo que lo usamos mal, Dios sería causante en última instancia del mal en el mundo.
A esto Agustín opone la siguiente contestación: (apelando primero a la iluminación como fuente de la verdad en el hombre):
Nos encontramos ante dos posibilidades:
a) Si nos lo ha dado Dios (que da todos los bienes), es con razón, pues Él no hace nada sin ella.
b) Si nos ha sido dado sin razón, no ha podido ser Dios, pues todo lo hace con buen motivo.
Sabemos que nos lo ha dado Dios, luego es con razón, pues Dios es infinitamente bueno y fuente de todas las bondades, luego sus actos no pueden ser razonablemente censurados.
 Más adelante concluirá que esa razón o motivo es otorgar la capacidad de hacer el bien, para merecer la salvación. Aquí Agustín -o mejor, Evodio- usa el término "libertad" para referirse a la capacidad de elección entre el bien y el mal. Pero en este autor se distingue entre la libertad como estado de bienaventuranza alcanzada por la unión con Dios, que constituye la felicidad humana, y el libre albedrío, como capacidad de elección entre el bien y el mal. Responde así al problema del origen del mal, que debe ser explicado al margen por completo de la responsabilidad de Dios. El primer paso es explicar que es fruto de la elección del hombre (de su libre albedrío), y el segundo justificar el don del libre albedrío como bondad -y no maldad- de Dios, siendo éste el tema que se plantea en este fragmento.


* Podemos usar directamente el término "libertad", tal y como aparece en el texto, siempre y cuando nos demos cuenta de que se refiere a la capacidad de elección entre el bien y el mal, a la que en su filosofía designa con el término específico de "libre albedrío", para distinguirlo del estado de bienaventuranza de los que han alcanzado la salvación.



miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ciencia y Filosofía en el Renacimiento

CIENCIA   Y FILOSOFÍA
EN EL RENACIMIENTO


     El Renacimiento se caracteriza por un resurgimiento de las culturas clásicas (greco-latina, reintroducidas en Occidente a través de los árabes) y del ideal humanista asociado a ellas. Esta nueva corriente o actitud intelectual se la denominado Humanismo.

Características culturales de la época
-Visión antropocéntrica y naturalista del Universo:
     • Se aspira a un hombre nuevo (ideal prometeico).
     • Acentúa los aspectos naturales del hombre, despreciando la dimensión y destino sobrenaturales.
− Retorno a los grandes filósofos con otra lectura (no religiosa).
− Descubrimiento de los grandes científicos griegos (Pitágoras, Arquímedes…)
− Afirmación radical de la autonomía de la razón.
− Conviven tres paradigmas del cosmos: mecanicista, organicista y mágico-estético. Triunfa el primero, y en consecuencia:
− Desarrollo de la ciencia: imagen heliocéntrica y mecanicista del Universo.
     • Impulso de la observación y experimentación por parte de los filósofos nominalistas.
     • Sentido práctico: encuentran como fin la manipulación de la naturaleza.
     • Descubrimiento de Pitágoras y Arquímedes: triunfa la idea de que el mundo tiene ordenación y estructuración matemática; las leyes de los procesos naturales son, por tanto, formulables matemáticamente.
     • Nueva metodología: matematización.


EN BUSCA DEL MÉTODO


I. LA FORMULACIÓN DE LA BÚSQUEDA DEL MÉTODO: BACON (Inglaterra, 1561-1626)

     Se propuso encontrar el método adecuado de estudio científico, basado en la observación de los datos de la experiencia como punto de partida (Empirismo), observaciones que deben validarse para evitar generalizaciones a la ligera. Para ello intenta crear una lógica de la inducción, estudiando formas y creando tablas (calor, densidad, ductibilidad…). Finalmente, triunfó el método de Galileo: hipótesis-deducción-experimento. Pero sentó las bases de la crítica al método como punto de partida de la ciencia, el rechazo a la aceptación acrítica de la autoridad y la valoración del método experimental.

     Hizo una clasificación de las fuentes de errores humanos:
Ídolos de la tribu: comunes a la humanidad: aceptar lo que está de acuerdo con las inclinaciones, los deseos…
Ídolos de la caverna: disposiciones individuales por carácter, hábito, educación…
Ídolos de la plaza pública: de la asociación de los hombres: del lenguaje.
Ídolos del teatro: aceptación no crítica de la autoridad (filósofos antiguos).

II. NACIMIENTO DEL NUEVO MÉTODO

COPÉRNICO (1473-1543)

     Ptolomeo explicaba el movimiento de los astros situando la Tierra en el centro (de acuerdo con la física aristotélica).Copérnico lo hace situando en el centro al Sol. Su explicación necesita 34 círculos, frente a los 80 de Ptolomeo: restauración de la armonía celeste (viejo ideal griego). Intenta volver a la pureza griega: el movimiento uniforme y circular es el único perfecto.

• Retorno a Platón: matematización como armonía del Universo.
• Alejamiento: acerca el orbe sublunar a la categoría celeste, unificación de raigambre cristiana (todo es creación de Dios) e influencia del paradigma mágico.
Cristianización platonizante: el heliocentrismo favorece la equivalencia platónica de Dios y el Sol.

Ventajas y consecuencias de orden técnico:
− Paso directo de las observaciones a la teoría.
− Da un criterio para calcular posiciones y distancias de los planetas.
− Triunfa porque lo matemáticamente simple no sólo es lo más bello sino lo verdadero (creencia platonizante). La razón humana se asemeja a Dios cuando contempla el cosmos como un mecanismo regulado.



KEPLER (1575-1630)

     Sigue la teoría de la destrucción de las esferas cristalinas: el movimiento y posición de los planetas se debería a un magnetismo del Sol. Establece tres leyes:

1ª) Los planetas se mueven en elipses, con el Sol en uno de sus focos.

2ª) La línea que une su centro con el del Sol barre áreas iguales en tiempos iguales.

3ª) Los cuadrados de los períodos de revolución de dos planetas cualesquiera son proporcionales a los cubos de sus distancias mediales al Sol.

     La primera relaciona cada planeta con el Sol; la segunda explica el movimiento angular de su órbita, pero la más importante es la tercera, ya que enlaza en un sistema todos los planetas: consigue configurar la imagen del mundo de la Modernidad: como un mecanismo de relojería.

GALILEO (1564-1642)

     Concibe el mundo como un gran Libro escrito en lenguaje matemático (proyecto pitagórico).
     Su importancia radica en sus estudios sobre el movimiento y su matematización, que solucionaron los problemas planteados por la física aristotélica.
     Dos fenómenos eran la cruz del aristotelismo: el movimiento de los proyectiles y la caída de los graves. Aristóteles afirmaba que todo cuerpo permanece en reposo como su estado natural mientras no haya una fuerza que lo impulse, y el movimiento sólo continúa mientras continúa la fuerza. Pero el movimiento de los proyectiles (movimiento violento) lo contradice: siguen avanzando cuando ya no permanece la fuerza, el primer intento de explicación fue la teoría del “ímpetu”; Galileo lo matematizará.
     Por otra parte, la física de Aristóteles no explicaba por qué los cuerpos al caer (movimiento natural) aceleran. También lo explicará y formulará Galileo.
     Galileo no se pregunta (como Aristóteles) por la esencia del móvil, el espacio o el tiempo, sino sólo por el movimiento en sí y la proporción numérica entre los últimos.
     Geometriza la realidad, despreciando las cualidades no geometrizables (color, textura…) como subjetivas.
     Define el movimiento uniforme como aquél en que seda una velocidad constante: v = v/t.
     Define el movimiento en caída libre como uniformemente acelerado, formula que v = a• t.
     Establece una primacía del estudio de las propiedades físicas sobre las causas. En él aparece implícita la ley de la inercia, aunque será Descartes el que la formulará explícitamente.
     Con Copérnico, Kepler y Galileo se sientan las bases teóricas para explicar la Gravitación Universal. Cuando Newton la formula está por fin configurada la ciencia de la Modernidad.


domingo, 5 de diciembre de 2010

Tomás de Aquino, diapositivas


Tomás de Aquino: síntesis

SÍNTESIS: LA INFLUENCIA DE TOMÁS DE AQUINO EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL

Principal exponente de la Escolástica, Tomás de Aquino supone la introducción del pensamiento de Aristóteles en el pensamiento cristiano en la Baja Edad Media.

Reinterpretó el tema de la relación entre razón y fe como dos ámbitos de conocimiento con un área de intersección. En este área se sitúa la teología. Su mayor influencia, junto con el hecho de rescatar el pensamiento aristotélico, está quizá en esa sistematización de la teología, haciendo de la razón una introducción o preámbulo para la fe, y dándole una pátina más científica. Su aportación más destacada son las cinco vías para demostrar la existencia de Dios, a partir de sus efectos, y basadas todas en la imposibilidad de una serie infinita.

De Aristóteles introduce su concepción del conocimiento desde lo sensible hacia lo inteligible, como proceso de abstracción; la composición de los entes creados de materia y forma (hilemorfismo), a la que añade la de esencia y existencia; la concepción teleológica del mundo y de la acción humana y la imagen de Dios como acto puro (simplicidad y perfección), motor del mundo y ser autopensante (haciendo de los entes creados esencias del pensamiento de Dios).

Tomás de Aquino, IV: ética y política

ÉTICA Y POLÍTICA DE TOMÁS DE AQUINO


ÉTICA


           Las reflexiones de los griegos sobre la naturaleza humana como fuente de normas de conducta abrían dos formas fundamentales de interpretarla: la mecanicista (qué mueve, de hecho, a obrar a los hombres) y la teleológica o finalista (cuál es el fin al que se encamina la naturaleza humana). La ética de Tomás es del segundo tipo. Busca no simplemente qué mueve al hombre, sino cuál es la perfección y plenitud humanas. Se plantea también qué mueve de hecho a los hombres a obrar, pero para justificar por qué se desvían del verdadero camino hacia la felicidad; y la pregunta por la felicidad se formula en la siguiente cuestión: cuál es el fin a cuyo cumplimiento está orientado el ser humano (línea de Platón y Aristóteles), que deducirá de su naturaleza racional y consistirá por tanto en el conocimiento -esta vez de Dios, la unión con el cual constituye la felicidad humana- y la virtud -obrar según la ley natural o moral, revelada por la razón y fruto del orden divino-.
        Su ética, pues, es teleológica y eudemonista. El primer paso para saber en qué consiste la felicidad humana -o sea, su realización- será estudiar la naturaleza del hombre. Éste se distingue de los demás seres por su racionalidad: puede deducir normas de conducta. Esto demuestra la existencia de una ley natural (la ley moral). El hombre actúa correctamente cuando sigue la ley natural, dictada por su razón.
 Del estudio de la naturaleza humana (inspirado en las funciones del alma de Aristóteles) deduce una serie de normas de conducta. Las funciones del ser humano según su naturaleza implican unas tendencias determinadas, tendencias que implicarán a su vez unas normas de cumplimiento. Serían las siguientes:
      En cuanto animal, tendemos a la procreación. Esta tendencia equivale a la parte sensitiva del alma, e implica el deber del cuidado de los hijos.
    Por último, en cuanto racional, (parte racional, el logos para Aristóteles) el ser humano tiene la capacidad y la obligación de conocer la verdad y vivir en sociedad, para lo cual debe seguir la ley natural o moral.
Dicho esto, hay que explicar cómo concibe Aquino los distintos tipos o niveles de ley.


·         Ley natural o moral: traducción de la ley eterna a la razón humana.

·         Ley positiva: las legislaciones; son una exigencia de la ley moral y deben someterse a ella.


Ley eterna, ley natural, ley positiva
 
        En su concepción de la ley y el orden universal, Tomás deja entrever una mayor influencia estoica, algo, por otro lado, frecuente en el Cristianismo. Distingue así tres niveles de ley:
 
La ley eterna es el orden mediante el cual Dios gobierna el mundo. Consiste en el orden del universo, tanto en sus leyes físicas como en las leyes que rigen la conducta humana; las primeras son deterministas, pero respecto a las segundas el ser humano es libre de obrar acercándose a Dios o al mal.

- La ley natural es el resultado de la participación de las criaturas en la ley eterna, que puede comprender gracias a su razón. Regula el comportamiento humano. El ser humano, en la medida en que es racional es libre; posee una ley moral que capta con su razón.
Propiedades de la ley natural: es evidente, universal e inmutable, y está conectada al orden general del universo, del cual, como hemos visto, participa.Regula de distinto modo el comportamiento humano (que posee libertad -> ley moral) y el del resto de los seres (leyes físicas). El contenido de esta ley natural se deduce del repertorio de las tendencias naturales del hombre, que se cifran en las anteriormente expuestas:
En cuanto sustancia: conservar su propia existencia.
En cuanto animal: la procreación y cuidado de los hijos.
En cuanto racional: vivir en sociedad siguiendo los preceptos de la justicia y conocer la verdad.

La ley positiva es una prolongación de la ley natural, como exigencia de la misma. Responde a la necesidad de concretar normas, es decir, la necesidad de establecer códigos legales que respondan del orden moral y lo garanticen. En este punto entramos ya en la política o descripción del orden social.

POLÍTICA

        La política de Tomás busca una alcanzar una armonía en la convivencia, basada en el orden moral y, por ende, el orden divino. La política se fundamenta en la ley positiva, la cual es una exigencia de la ley natural. Es una prolongación de la misma, que surge como necesidad de concretar las normas; el derecho se halla incarnado en la moral y el punto de incarnación es la idea de justicia. Las exigencias de la ley natural deben siempre ser respetadas por la ley positiva.
        La ley natural, conectada al orden general del universo, es una ley eterna, pero para plasmarse en este mundo temporal necesita de leyes que respondan de ella y la garanticen, y esto es lo que constituye la ley positiva o derecho. El orden social, pues, debe responder al orden moral, que a su vez se subordina al orden divino. El derecho se halla incarnado en la moral y el punto de incarnación es el ideal de justicia. Las exigencias de la ley natural, por tanto, deben siempre ser respetadas por la ley positiva.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Tomás de Aquino, III: antropología y metafísica.

ANTROPOLOGÍA (NATURALEZA DEL HOMBRE)


En su intento por compatibilizar el pensamiento aristotélico con la doctrina cristiana, Tomás se va a encontrar con el problema de la inmortalidad del alma, que en su concepción hilemórfica negaba Aristóteles.
La solución que va a aportar Tomás es sustancializar e individualizar el entendimiento racional inmortal de Aristóteles, e lo identificarlo con la parte más elevada del alma -recordemos que, lo que llamamos "partes del alma" en Aristóteles eran en realidad funciones; aunque el Estagirita afirma que la función racional nos asemeja a los dioses, nunca aceptó que esta función fuera una sustancia; afirmar que los principios que concibe la razón sean inmortales no implica una sustancia inmortal que los conciba; en este punto se aleja de Aristóteles y hace una síntesis con el platonismo-.
De este modo, siguiendo a Aristóteles,Tomás concibe al hombre como compuesto de una unión sustancial de dos principios (cuerpo y alma), pero entendiendo que el alma encierra una sustancia espiritual inmortal, de acuerdo con la fe cristiana. Esto se explica porque, del mismo modo que hay funciones específicas del cuerpo, hay funciones específicas sólo del alma.
Problema derivado: relación con el tema del conocimiento
El entendimiento, vinculado al cuerpo en una unión sustancial, elabora conceptos a partir de los datos sensibles, haciendo una abstracción de los mismos.
Según esto, el entendimiento posee una doble capacidad:
• Universalizar (abstraer los datos universales de las imágenes sensibles). A esto lo llama entendimiento agente.
• Conocer universalmente (hacer juicios con los universales). A esto lo llama entendimiento posible.

METAFÍSICA (PRINCIPIOS COMPOSITIVOS DE LA REALIDAD)

En su explicación de los principios de la realidad, Tomás se va a encontrar con los siguientes problemas:
a) Compaginar el dogma cristiano de que el mundo fue creado, con la eternidad del mundo que defiende Aristóteles.
b) Como consecuencia de la solución que propone para lo anterior (hacer del mundo pensamiento de Dios), tiene ahora que distinguir la realidad del mundo y la divina, es decir, defender la trascendencia de Dios pero a la vez mantener su providencia (recordemos que acepta que Dios es acto puro, pero en Aristóteles esto implica que no se preocupa del mundo); si el mundo es fruto del pensamiento de Dios, Éste puede pensar en él (y ser así providente) sin dejar de ser acto puro autopensante. Pero entonces se fusionan ambas realidades y deja de ser trascendente.
Para solucionarlo se desvía de Aristóteles y acude a la interpretación platónica de la creación como participación, fusionándola con la creatio ex nihilo (creación de la nada) cristiana.

De este modo, los seres creados están compuestos de materia y forma, principios a los que suma los de esencia y existencia. Este segundo par de principios metafísicos de los seres compuestos deriva de su distinción entre seres contingentes (cuya existencia no es necesaria) y el ser necesario.
Siguiendo a Aristóteles, acepta la existencia de formas sin materia (lo aplicará a la naturaleza de los ángeles, que no son actos puros pero no tienen materia), pero necesita una distinción entre Dios y los demás seres. Tenemos entonces:
• Un primer Principio, cuya característica es la simplicidad.
• Los demás seres, que son compuestos, pero no sólo de materia y forma (los seres de la naturaleza), sino también de esencia y existencia.
Dios es el Ser, a cuya esencia pertenece su existencia. Los demás seres son pensamientos de Dios (así explica la providencia); en cuanto separados participan de Dios, el Uno, y a su esencia no corresponde su existencia.

Tomás de Aquino II. teoría del conocimiento: fe y razón, las cinco vías

TOMÁS DE AQUINO. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO

La relación entre fe y razón en Tomás de Aquino


Modelo aristotélico de conocimiento
Siguiendo su tendencia aristotélica, para Tomás el conocimiento humano parte de los sentidos. Su objeto es proporcionado a nuestro entendimiento no por realidades inmateriales, sino por realidades sensibles materiales. De este modo, el edificio del conocimiento se construye de abajo a arriba, no a la inversa, como en la filosofía platónica y agustiniana.
Así concebido, el conocimiento humano tiene limitaciones. Sólo podemos conocer hasta cierto punto, más allá podemos conocer a través de la fe.

Fe y razón como ámbitos de conocimiento
Ambos, fe y razón, constituyen distintos ámbito de conocimiento con una parcela de intersección, la cual se convierte en objeto de la teología.
La fe no deja de ser útil en esta parcela, ya que proporciona conocimiento a hombres sin cultura o razón suficientes, y además sirve de guía y corrector ante los posibles errores de la razón humana. Por su parte, la razón da la fe: a) un procedimiento para la ordenación científica del conocimiento; b) armas dialéctica para defender sus doctrinas y divulgarlas, y c) datos útiles para el esclarecimiento de algunos artículos de fe.
Razón y fe son, por tanto, dos fuentes de conocimiento.
Las cinco vías para la demostración de la existencia de Dios
Dado que el conocimiento parte de los objetos sensibles, Tomás va a rechazar el argumento ontológico de San Anselmo, argumentando que no podemos conocer su esencia; Dios es evidente en sí, pero no para nosotros. El argumento de Anselmo plantea un conocimiento a priori de la esencia de Dios, pero el conocimiento humano, como hemos visto, es a posteriori, fruto de un proceso de abstracción.

Por ello, para demostrar la existencia de Dios va a partir de la experiencia sensible del universo; de los seres individuales -de los que tenemos conocimiento sensible- y sus propiedades, como efecto, se remonta hasta Dios como causa. Todas las vías siguen la siguiente estructura:

a. Se parte de un hecho de la experiencia.

b. Se aplica el principio de causalidad (todo efecto tiene una causa).

c. Se argumenta la imposibilidad de una serie infinita.

d. Se afirma, por fin, la existencia de Dios.

Estas cinco vías son las siguientes:

1ª) Parte del movimiento para llegar al primer motor inmóvil. Es la más genuinamente aristotélica.

2ª) Parte de que todo cuanto es tiene una causa eficiente, a su vez efecto de otra causa, y tras plantear la serie de causas causadas afirma la existencia de una primera Causa incausada.

3ª) Va de los seres contingentes -aquello cuya existencia no pertenece a su esencia, por lo que pueden o no existir- al Ser necesario.

4ª) Se basa en los grados de perfección. Viendo que hay seres más perfectos que otros, afirma la existencia de grados de perfección, y acaba en la existencia de un Ser Sumamente Perfecto. En ésta se acerca más a la teoría platónica de la participación.

5ª) Parte del orden que se manifiesta en el mundo para concluir la existencia de una Inteligencia Ordenadora.

Apéndice: refutaciones de las cinco vías como pruebas de la existencia de Dios

1) Los argumentos de Aristóteles no implican la existencia de un único Dios; de hecho, Aristóteles postula en ocasiones la existencia de 45 o 57 primeros motores.
2) Algunos siglos más tarde Hume establecerá la crítica al principio de causalidad, con lo cual las vías tomistas pierden su consistencia;
3) Ya en el siglo XIX, Kant afirmará que el mundo no está ordenado en sí, sino para nosotros. La existencia del orden en el mundo, pues, no prueba la existencia de una inteligencia suprema ordenadora.
4) Bertrand Russell, desde una perspectiva lógica, hace ver que la idea de una serie infinita no es imposible, como de hecho aparecen constantemente en las matemáticas. La imposibilidad de concebirla no es cierta, y en cualquier caso sería, pues, una limitación del conocimiento humano.