domingo, 20 de octubre de 2013

Aristóteles, III: antropología


ANTROPOLOGÍA: CONCEPCIÓN DEL HOMBRE

Según su teoría hilemórfica, todos los entes de la naturaleza están compuestos de materia y forma. El hombre es un animal más, un ente natural, por tanto debe responder también a esta composición. Así, Aristóteles aplicará el hilemorfismo al estudio de la naturaleza del alma y su relación con el cuerpo: el alma sería la forma y el cuerpo la materia, y ambos constituyen una única sustancia. La consecuencia lógica de esta concepción es la negación de la inmortalidad: al morir, el alma no se separa del cuerpo, puesto que no es una sustancia independiente; la sustancia primera que éramos, desaparece. El alma es la forma y acto del cuerpo. No se trata de una relación accidental, como en Platón, sino de una unión sustancial. Cuerpo y alma, por separado, son solo principios metafísicos; como realidad son indisociables. Sólo al alma racional, en cuanto la ciencia es igual para todos, puede otorgársele cierta perdurabilidad, pero no en un sentido sustancial o individualizado. Sólo en cuanto el hombre es capaz de adquirir sabiduría se puede decir que hay algo de él en relación con lo eterno o lo divino, por tanto con la inmortalidad. Pero Aristóteles lo más que afirma es que con la vida contemplativa (la que se relaciona con nuestra "parte divina") el hombre se asemeja a los dioses. (Esto lo usará Tomás de Aquino para cristianizar su pensamiento).
Aristóteles parte de un concepto de alma entendida sobre todo como principio vital (con predominio de su orientación biológica), en oposición a la concepción platónica, que privilegiaba el principio intelectual o espiritual, haciéndola una sustancia distinta del cuerpo. Al analizar sus partes se centrará en las funciones que cumplimos que son tres: vegetativa, sensitiva y racional. La vegetativa es la capacidad de nutrición y transformación, y ésta la compartimos con todos los seres vivos. Las plantas poseen únicamente este tipo de alma. La sensitiva la compartimos con el resto de los animales, y es la capacidad de tener sensaciones y emociones; el conocimiento sensorial lo compartimos, pues, con ellos; por ello son capaces de transmitir o comunicar sensaciones de placer y dolor, pero no más. La exclusiva del hombre es la parte racional o intelectiva: este tipo de alma la posee en exclusiva el ser humano.
La parte racional es capaz de adquirir la ciencia (episteme, conocimiento de lo universal y necesario), separando intelectualmente las formas de la materia. Sobre ello operan el intelecto paciente y el intelecto agente. El paciente separa las formas de la materia, percibiéndolas (al ver un determinado ser lo reconozco como lo que sea: un caballo, un árbol...), y el agente: establece relaciones y juicios sobre las formas o conceptos.

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