martes, 22 de octubre de 2013

Aristóteles, IV: filosofía práctica. Ética

FILOSOFÍA PRÁCTICA

ÉTICA

Es el estudio de la acción o actividad humana, y se estudia a partir de la finalidad de la misma, según la natauraleza del hombre.

CARACTERÍSTICAS


La ética de Aristóteles, a diferencia de la platónica, está desprovista de todo misticismo.
Contextual. No se pueden establecer principios universales. Cada ciencia se corresponde con su  objeto, y el objeto de la ética es la acción. La acción se entiende como un cambio hacia una finalidad determinada, que viene precisada por la naturaleza de cada sujeto y las condiciones de cada momento y lugar. Por ello no pueden establecerse normas universales.
Teleológica. La ética o modo adecuado de vivir se estudia a partir de la finalidad -causa final- de la acción. Privilegia lo que tiene su fin en sí mismo, y no en otra cosa (de ahí el privilegio de la vida contemplativa frente a la práxis).
Eudemonista. Al plantearse la finalidad de toda actividad identifica ésta con la felicidad, y define ésta como realización de la propia naturaleza (relación con el ser en potencia y el ser en acto).


FELICIDAD
Es el punto de partida argumentativo a partir del cual edifica toda su ética, y se erige como causa final de la acción humana. La va a definir como la realización de la propia naturaleza. Es preciso, por tanto, pasar ahora a ver en qué consiste la naturaleza humana, que se definirá según su función. El hombre se define como animal racional (zoón logikón, animal con logos) y animal social (zoón politikón, animal que vive en una polis o Estado, bajo una determinada constitución y según unas leyes comunes).
La definición de felicidad completa abarcaría todos los siguientes ámbitos, en cuanto todos constituyen parte de la naturaleza y vida humanas:
Vida contemplativa + virtudes morales (éticas o prácticas) + virtudes corporales (p.e. salud y belleza) + bienes exteriores.
La felicidad para Aristóteles consiste en una vida conforme a la virtud (en el sentido de perfección que más abajo especificamos). La virtud más excelsa es la sabiduría, pues consiste en la perfección o excelencia de la vida más elevada del ser humano, la que más le asemeja a los dioses: la contemplativa. Es, además, la forma de vida más independiente: tiene su finalidad en sí misma y apenas requiere de otras circunstancias (las virtudes éticas o prácticas requieren de otras personas respecto a las cuales ser justos, generosos, etc., y de uno contexto de acción en el que desarrollarse).


VIRTUD
Traduce el término griego areté (excelencia, perfección). La define como el justo medio entre dos vicios (exceso y defecto). El término medio en la acción es relativo a cada uno: consiste en sentir pasiones y administrarlas cuándo, cómo y hacia lo que es debido.
Respecto al bien, sin embargo, es un extremo (al igual que al disparar a una diana, se yerra de muchas formas; se actúa bien sólo de una). No hay, pues, que confundir "término medio" con "mediocridad": no consiste en ser moderadamente justo o moderadamente bueno, ni moderadamente adúltero o moderadamente cruel: en estas cualidades hay que tender al extremo o evitarlas por completo.


La virtud del hombre consistirá en desarrollar al máximo y del mejor modo posible su función o actividad específica: aquélla que define su naturaleza. Y ésta será su intelecto (en cuanto animal "racional" y su convivencia en sociedad (en cuanto animal "social"). Distingue así dos tipos de virtudes: éticas (las relativas a la convivencia social) y dianoéticas o intelectuales.
Tipos de virtud
 Éticas: o práxicas, referidas a la acción.
Dianoéticas: o intelectuales, referidas a la contemplación y a alcanzar la sabiduría.
Las virtudes dianoéticas o intelectuales se adquieren por enseñanza; las virtudes éticas o prácticas se adquieren por hábito (nuestro êthos -costumbre, hábito, modo de ser- configura nuestro ēthos -lo propio, lo que nos define;nuestra personalidad).
La virtud ética es medida por la razón práctica (se refleja aquí el sentido griego del equilibrio y la mesura).
Aristóteles distingue entre conocimiento teórico y conocimiento práctico (sophrosyne o prudencia), dado que su objeto -las formas universales, constantes, frente a lo sensible y cambiante de la acción- es distinto. De ahí la importancia del hábito para el desarrollo de la virtud. En este punto se aleja también del intelectualismo moral de Platón, para quien conocer el bien implica ya practicarlo, y el malvado es concebido como un mero ignorante del bien.

Relación con placeres y dolores
Al igual que rechaza el intelectualismo moral, se aleja también de los que identifican el bien con el placer. El placer es un bien, pues se busca por sí mismo, pero no es el único ni el más importante, pues no es el que conduce a la realización. Sin embargo tanto el placer como el dolor explican que nos desviemos de la conducta adecuada: dejamos de hacer lo que nos realizaría adecuadamente por huir del dolor y llevamos a cabo acciones malas en busca de algún placer.
En este punto se plantea la naturaleza de la virtud que, como hemos dicho, no se identifica con el placer. De las cosas que suceden en el alma (pasiones, facultades y modos de ser o hábitos (êthos), la virtud es un modo de ser.




2 comentarios:

  1. Muy valioso el artículo! Yo trato de aplicar todo esto en mis negocios y para desarrollar liderazgo.

    Mi web: http://bit.ly/1dPx6I7

    ResponderEliminar
  2. ¡Gracias, Hansi! Me encanta ver que hay gente que actualiza el pensamiento de los clásicos. Mejor nos iria a todos si los revisitáramos.

    ResponderEliminar