lunes, 2 de julio de 2012

Una nueva sombra recorre Europa

¡LA SOMBRA DE LA ROJA!




     En alusión a mi artículo anterior, caramba, sé que es efímero pero... ¡Qué subidón de moral! España comiéndose Europa, como ya se comió el mundo. Mi admirado Ortega, quién iba a decir que al final iba a ser que se españolizaría Europa, como dijo Unamuno, en vez de europeizarse España. Ahora, ¡Qué distinta esta España! Es una nueva España de espíritu, optimista y creativa, mirando al futuro, nada unamuniana. Aunque, eso sí, una nueva España de un mundo ilusorio y paralelo, no real. Pero, ¿Por qué no le sacamos provecho espiritual?
     Esta España que nos han brindado es una España fuerte y limpia, que lucha con nobleza. El mundo al revés, señores: frente a la ola de sombra y dominio de los malvados, de los que juegan sucio en el mundo real, en este mundo paralelo se nos ha puesto en las mentes y en el corazón, por unos instantes efímeros, la victoria del buen juego, del optimismo y la lucha noble y creativa.
     Cualquiera que me conozca, que sepa lo antifutbolera que soy, estará haciéndose de cruces al leer esto. Pero, ¿Qué sería de las religiones sin sus pecadores? Pues sí, en brutal herejía contra mi credo de que el fútbol es el opio del pueblo, he de confesar que he vuelto a vibrar de emoción al ver a esa llamada La Roja triunfar del modo en que triunfa. Me he dejado arrastrar a ese mundo paralelo donde yo también gritaba por dentro que soy española, española, española. Y me vi de esta guisa, sorprendida conmigo misma, celebrandro el partido.
 


Puestos a seguir soñando, ¿por qué no le sacamos provecho y nos sentimos todos no partícipes, sino jugadores activos en la vida real en busca de estrategias audaces, de juego limpio, mirando al futuro con ilusión desbordada por una nueva fuerza? A ver si sacamos todos esa nueva moral de Europa tomando como referente lo que hemos sentido con esa tan española furia de la Roja. Es la fuerza de nuestro corazón, señores. De un espíritu y de una idiosincrasia en la que nunca hemos creído ni valorado, y a lo mejor deberíamos empezar a creer.
    Yo también.
 



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