¿Quién es el loco, el loco, o el loco que sigue al loco?
Comienzo esta cita con mi nunca bien ponderado filósofo Obi Wan Kenobi para reflexionar sobre una anécdota, esta vez real, que alude a la extraña lógica de la locura.
Todos conocemos esa tradicional figura de la España negra, el tonto del pueblo. Pues bien, recuerdo una historia verídica que oí de pequeña sobre el tonto de un pueblo de alguien cercano a mi familia. Éste tenía la peculiaridad de gustarle las monedas de duro (tiempos de las pesetas, recordemos), pero no así las de 5 duros. De forma que la gente, para reírse de él frente a otros, le ofrecían monedas de 5 duros: "toma, fulanito", y el tonto, zafándose de lado como si le diera grima, la rechazaba con sonidos lastimeros: "uh, uh". Y luego le ofrecían un duro: "ih, ih, ih", lo cogía contento y con gesto bobalicón.
La escena se repetía ante cualquier visita, para lucir al tonto del pueblo y reírse a su costa. Pero una de esas visitas, más civilizada supongo, le interrogó a solas: "Pero hombre, ¿no ves que los 5 duros valen más? Te están tomando el pelo". "Sí, sí -dijo el tonto-; pero el día que coja una de 5 duros, no me volverán a dar".
Moraleja: como dice un refrán argentino, la diferencia entre un inteligente y un boludo es que el boludo va de inteligente y el inteligente de boludo.