Parecen efímeras constelaciones. Es imposible no admirarse como un niño siempre que se ven estos juegos de luz y dinamismo sobre la tela negra de noche.
Tarareáos algo mientras lo veis o haced interiormente fssss ¡pum!... No sé ponerle música.
Sagrada Tetractys
Desde antiguo el hombre se ha preguntado de qué está hecho el mundo. Al igual que la filosofía, y muy estrechamente unida a ella, la ciencia griega nace en Jonia. El primer paso hacia la ciencia se da con la búsqueda del arché, primer principio de la naturaleza. Ya sea el fuego, el agua, el aire o la tierra, los cuatro juntos o cualquier otro elemento desconocido e invisible, los planteamientos de los griegos antiguos dieron paso a teorías sobre el comportamiento de la materia y a experimentos conducentes a descubrir la respuesta.
La anterior clasificación se basa en el tipo de respuesta que se da al tema del elemento origen o principio: si se reduce a uno o a varios. También se puede considerar si se busca un principio material o de otra naturaleza (como los números de Pitágoras, el nous o inteligencia...)
Según su ubicación geográfica, se suele clasificar en las siguientes escuelas: la JÓNICA, dividida a su vez en la de milesios, efesios y eléatas; la ITÁLICA o PITAGÓRICA, que desarrolló la investigación matemática y la ingeniería; la HIPOCRÁTICA, cuyo nombre debe a su autor, centrada en la medicina.
Principales aportaciones y antecedentes científicos
•Anaximandro. Aportó su teoría del ápeiron como primer principio; realmente, lo que no tiene límite o forma, lo no mesurado o indefinido. Es considerado el primer pensador evolucionista; afirmaba que los hombres nacieron en principio de los peces. (Biología)
•Anaxímenes. Sitúa como principio de todo el aire (pneuma), quizá inspirado en el aliento vital. Desarrolla los conceptos de rarefacción y condensación. (Física)
Junto a estos, tenemos la polaridad suscitada entre Heráclito y Parménides. O bien no existe el movimiento, porque se contradice con la lógica (lo que es, es; a = a, por tanto es imposible que a y no a al mismo tiempo) o bien nada es (el famoso "todo fluye" -panta rei-). Tal polémica dará mucho juego en el estudio del conocimiento racional y el de los sentidos. (Lógica y epistemología)
•Parménides de Elea: su monismo metafísico (distingue únicamente el ser y la nada), que impide el progreso científico, suscita la necesidad de explicar el cambio a partir de la permanencia de principios no perceptibles por los sentidos. De este modo, abre las puertas a teorías como el atomismo para explicar el cambio y la permanencia del ser. (Física)
•Heráclito de Éfeso: es el contrapunto de Parmémides, ya que en vez de negar el movimiento, lo pone como principio evidente para acabar negando el ser. Aporta el fuego como elemento primordial y la ley de transformación por la oposición de los opuestos. El fuego es el elemento transmutador de la materia por antonomasia. Se añade como suprema virtud el escuchar y entender el lógos, que constituye la ley y el orden del todo: el universo, por tanto, se concibe como algo ordenado según una razón que el hombre puede descubrir.
Pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y Demócrito.
•Anaxágoras introduce el nous o inteligencia como principio de orden, animación e individuación de las cosas que constituyen el orden armónico del universo. Explica la transformación a partir de las homeomerías. Al igual que los atomistas, para explicar el cambio recurre a partículas invisibles cuyas diferentes combinaciones dan lugar a los cambios aparentes. Pero a diferencia de los átomos de Demócrito y Leucipo, las homeomerías de Anaxágoras son semillas de todas las cosas cualitativamente distintas unas de otras (antecedente de la genética).
· Empédocles (Agrigento, Sicilia), por su parte, habla de la combinación de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) a partir de dos principios: el amor y el odio, antecediéndose así a las fuerzas de atracción y repulsión de la física moderna.
Y aún nos queda hablar de las aportaciones de la escuela pitagórica y de la hipocrática, junto con todo el saber aristotélico que tantos siglos perdurará; y en otra entrega, la ciencia helenística y romana.
Algunos tipos de divinidades
menores
Sirenas (Sειρήνες): genios marinos, mitad mujer, mitad aves. Son hijas de la musa Melpómeney el dios-río Aqueloo. En la Odisea son dos, aunque en tradiciones posteriores aparecen en mayor número. Homero las sitúa cerca del golfo de Nápoles, frente a la isla de Sorrento.
Ninfas (Nύμφαι): son “doncellas” de las campiñas, el bosque y las aguas. Representan espíritus de los campos y la naturaleza en general, personificando su gracia y fecundidad. En época homérica se las considera hijas de Zeus. Se trata de divinidades secundarias que habitan en grutas. Reciben diferentes nombres según el lugar que habitan: oréades: de la montaña; náyades: de los ríos; agrónomos: de los campos; melíades: de los fresnos; nereidas: del mar; alseides; de la floresta; hamadríades: de los árboles, epimélides: de las ovejas, etc. Sus amantes suelen ser los espíritus masculinos de la naturaleza, como el dios Pan, o los sátiros, aunque en ocasiones también se unen a dioses o humanos (como Calipso).
Sátiros (Sάτυροι): son divinidades de los bosques y las montañas; manifiestan un primitivo culto a la naturaleza y en Roma se identifican con los faunos. Suelen representarse como mitad hombres, mitad machos cabríos, con larga cola de caballo. Pertenecen al cortejo de Dionisos. Siempre insatisfechos sexualmente, las ninfas y ménades huyen de ellos.