Éste es un vídeo que he encontrado en youtube del que me habló mi compañero Juan Luis. Oímos hablar de los grandes pensadores, de sus contribuciones al pensamiento. Nos imaginamos, cómo no, que tendrían vida personal, e incluso estudiamos sus vidas paralelas a sus obras. Pero pocas veces los vivimos en directo.
El gran pensador del superhombre, en sus últimos días de locura, queda retratado con esa mirada hacia dentro, como mirando ya su propio crepúsculo interior. Su mano parece un corazón intentando latir; en un momento parece querer decir un último mensaje, señalar algo, sin esperanza. Sus movimientos lentos, sin rumbo, apenas insinuados, parecen huir de la vida, o quizá esbozar un último pálpito en ella. Esa vida que tanto exaltó como fuente primigenia y radical, principio y sustento superior a toda verdad y a todo ser. Es duro presenciar el fin.
Muy distinto es el retrato de Freud, con la vida acelerada por la cámara, de movimientos rápidos. Leyendo ávido, vital en su gesto de ponerse y quitarse las gafas, en un día soleado y acompañado (supongo) por su mujer, extendiendo alegre su falda entre las hojas... Quien nos sumergiera en el abismo tenebroso del inconsciente parece retratado en un momento en que disfruta a tope de la vida.
Nada nos aparece, sin embargo, de la vida de Einstein en su retrato. Pero sí de la potencia de su pensamiento y el prestigio adquirido. Comienza la cinta con una risa espontánea y autocomplaciente, y continúa con el discurso que motiva la grabación. Siendo el más moderno, abundan más las grabaciones sonoras donde aparece en persona explicando sus teorías científicas o sus posiciones políticas. El documento recoge, con sincronía, tres fuertes influencias de la Edad Contemporánea, y parece avanzar diacrónicamente en la capacidad de registrar documentos.
Tres hombres para una época.
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