domingo, 23 de febrero de 2014

Cómo enseñar Ética


PLANTEAMIENTO DE DILEMAS MORALES


         Nuestra sociedad adolece desde hace décadas de un relativismo moral que nos ha conducido a la actual situación de corrupción, crisis de valores y manipulación de discursos que ha conducido a un solipsismo lingüístico respecto al bien y al mal, lo justo y lo injusto. Ahora estamos indignados; clamamos por una justicia pero no sabemos nombrarla ni rebatir los manejos argumentales de los poderosos. ¿A qué apelamos? A los mecanismos más básicos de la conciencia (la empatía: “que se ponga en mi lugar”, es lo único que contestan los humildes sufrientes a quienes les explotan), pero a las conciencias de gente que no la tiene, o que parece haberla perdido.
¿Es posible enseñar ética? Sí. No sólo es posible sino urgente. Europa conquistó hace tiempo la autonomía moral, la independencia en el juicio y percepción del bien y de la justicia respecto a creencias y dogmas culturales, ya sean religiosos o de cualquier otra índole. Y en el corazón lo sabemos: que no todo vale, que hay cosas que están mal más allá de nuestra percepción y nuestros intereses. Huyendo del etnocentrismo cultural hemos caído en un egocentrismo moral, creyendo que cualquier opinión infundada o interesada es tan valiosa como otra que busque honestamente la verdad. La verdad no nos pertenece, está fuera de nosotros. Tenemos el deber de buscarla y respetarla.
Pero ¿cómo educarnos en la búsqueda de una verdad moral sin caer en supremacías culturales? Recuperando el concepto de ética formal. No demos órdenes ni respuestas cerradas: aprendamos a pensar. Aprendamos y enseñemos mecanismos para plantear los dilemas desde la razón, para darle voz al corazón. Los sistemas políticos y económicos no son fines, sino medios. Medios para alcanzar una convivencia justa, la supervivencia y la felicidad de todos. Sólo hay un fin digno de tal nombre: la dignidad humana. Revisemos racionalmente cualquier planteamiento de modo que lo llevemos siempre a tal fin.
Es sólo la cobardía de parecer dogmáticos lo que nos mantiene aletargados en el discurso autónomo sobre lo bueno y lo justo. Seamos valientes: exijamos una verdadera educación en ética, la que permite al individuo juzgar por sí mismo y escapar del yugo del discurso y los intereses ajenos.

Como pequeña muestra dejo aquí un planteamiento para abordar un tema tratado en clase. Hay que dar las herramientas formales para construir el propio juicio, no el contenido elaborado del mismo.
 

DILEMA: LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN: ¿DÓNDE ESTÁN LOS LÍMITES?


¿Cómo planteo un dilema ante la libertad de expresión, si en sí misma es un derecho?

1.      Primero hay que ver con qué otro derecho puede chocar.
2.      Hay que establecer criterios que respondan a fines, y subordinar a éstos los medios.


I.     ¿Con qué puede chocar la libertad de expresión para plantear si es moral ponerle límites?

 

Para enfocarlo, habrá que ver primero qué podemos querer expresar; por tanto haremos una clasificación provisional de aspectos que se pueden expresar, para perfilar por partes con qué otros derechos pueden chocar.

 

Expresión                                             Puede chocar con
                                                                                                                                                                                 

· De ideas políticas                           · Derechos sociales de otros
· De ideas religiosas                          · Libertad de creencias de otros
· De sentimientos                              · Sentimientos y dignidad de otros
· De deseos…                                    · Efectos en la vida de otros…

Como vemos, y en cualquier tema relacionado con la libertad, los límites siempre nos los planteamos pensando en la misma libertad pero en este caso de otros. La libertad es, pues, en sí misma concebida como un fin o valor, pero como todo fin ha de ser accesible a todos, no sólo a unos pocos: ésa es la máxima de la moral, la universalidad.

II. ¿Desde qué criterios puedo decidir en qué medida el ejercicio de un derecho puede atentar contra otros y cuándo debe prevalecer un derecho sobre otro?

Sabiendo ya qué caracteriza el juicio o la acción moral tenemos establecido el criterio general para resolver cualquier dilema: el criterio moral ha de atender siempre a la definición de ser universal y desinteresado.
Pero aún nos queda conocer las circunstancias y ámbitos concretos que definen el tema tratado: la libertad de expresión.
Límites: universalidad (derechos de todo individuo por igual) y racionalidad.

Discriminación de criterios: contexto de la expresión

Para juzgar el impacto del ejercicio de la libertad de expresión debemos tener en cuenta el contexto en que se produce, para lo cual empezamos analizando los siguientes ámbitos:

Ámbito público/ámbito privado.

 

Genera acción colectiva / No genera acción colectiva

No hay respuesta inmediata: influye más en la opinión / Es posible la respuesta inmediata o desacuerdo

 

Ejemplos o aplicaciones: las redes sociales se usan a veces para expresar opiniones como en ámbitos privados, pero constituyen ámbito público.

 

Igualdad de condiciones/desigualdad de poder


La tendencia es a expresar lo que a uno le parece porque se lo puede permitir. Pero moralmente el planteamiento tendría que ser inverso: el poder implica responsabilidad. Está mal insultar, difamar o simplemente manifestar opiniones conflictivas y/o cuestionables a alguien que, por inferioridad, no puede defenderse o no se atreverá a contradecir una opinión política, religiosa o cualquier criterio sobre la vida. Si el sujeto que recibe la expresión emocional de otro no está en libertad de defenderse del mismo modo, la libertad debe controlarse.

Ejemplos o aplicaciones: nadie debe faltar al respeto a nadie, pero cualquier expresión emocional es más grave si se dirige de un jefe o superior de cualquier tipo a un subordinado. Un adulto no debe insultar a un niño pequeño. No se debe hablar mal de una persona ausente, etc. No está bien imponer ideas políticas, creencias o juicios desde una situación de poder.

¿Cómo aplicamos esto a los distintos campos de expresión postulados?

Ideas políticas:

Son las que se refieren a la administración del Estado y la justicia.
‒ Siempre que responden a un criterio de justicia para todos: universalidad.

Criterio para poner límites: no atentar contra grupos concretos, ya sean minorías o individuos concretos, en sus derechos reconocidos.

 Ideas religiosas:

Sobre el más allá, la relación de Dios con los hombres… En este terreno no hay pruebas ni demostraciones racionales. Por tanto, se deriva la libertad sin imposición. Suelen estar sujetas a dogmas establecidos y cerrados, religiones institucionalizadas o sustentadas en colectivos sociales que se ubican geográficamente como mayoritarias, según regiones o países. En cuanto creencias se oponen a otras creencias. La racionalidad debe prevalecer siempre sobre la creencia, en cuanto la primera es universal. La ética debe contemplarse con autonomía de preceptos religiosos (si se justifican normas éticas con creencias religiosas se cae en un reduccionismo).

Criterio para poner límites: las creencias expresadas no deben atentar contra grupos humanos (no defender la inferioridad de unos seres humanos sobre otros, como en el caso de los parias); no atentar contra derechos morales universales (la religión debe supeditarse a la moral, no a la inversa; no puede por tanto usarse como objeción de conciencia si no hay un criterio moral formal que lo sustente); esto implica también no atentar contra la seguridad de nadie (no se pueden permitir expresiones que inciten a atentados ni costumbres que impliquen “camuflajes”, como el burka). En caso de conflicto debe siempre prevalecer el interés general.

 
Sentimientos: hay que partir del derecho básico a ser uno mismo: concepto de identidad y de autenticidad.

Criterio para poner límites: no se puede ejercer una libertad de expresión emocional en caso de desigualdad de poder, ya sea debido a  relaciones jerárquicas o al contexto concreto en que se produce si implica una desigualdad de fuerza; el abuso de poder es un atentado a la expresión del otro.

Deseos: usamos el término aquí para referirnos a expresiones de lo que debería ser, peticiones y todo cuanto implique un cambio del estado de cosas. El derecho se limitaría desde el criterio de igualdad (si cualquier persona afectada puede replicar y sugerir sus deseos con el mismo poder).

Criterios para poner límites: en la medida en que la expresión de deseos sobre lo que debería ser u ocurrir implican una motivación a la praxis de los mismos, su formulación debe siempre respetar posibles deseos de otros y en la medida en que se expresen por representantes u organismos de poder deben sujetarse a racionalidad.)

Ejemplos: los proyectos políticos. Al ser expresados por autoridades políticas tienen más acceso a los medios de comunicación y a la posible coacción sobre grupos sociales no favorecidos o claramente opuestos en sus intereses a tales desideratas. (separatismos, imposición de sistemas políticos concretos...


Temas destacados en los dilemas propuestos por los alumnos y planteamientos que implican
 
·         Manifestaciones: derecho a la opinión pública. Implica, por el mismo valor, poder ser contestadas; si no, se rompe el diálogo social. Dentro de este tema, los escraches serían un medio y deben ser analizados como tal.

·         Abusos de poder en la expresión de sentimientos: jefe contra empleado; jefe de la CIA asesino. Lealtad empresa o institución, son códigos sociales frente a universales.

·         Defensa-reacción ante bulling.

·         Gays: discriminación social. Derecho a la afirmación de la propia identidad.

·         Grafitis: expresión artística y propiedad colectiva.


Herramientas conceptuales para el planteamiento de dilemas:

Autonomía moral/heteronomía (moral como identidad propia, ubicación en “factores altruistas” y en “reflexión racional”). Jerarquía de valores y clasificación de las mismas (universales o sociales). Conflicto de valores o de valores e intereses. Para el análisisis de los mismos: clasificación de los motores de la conducta (“egoístas” y “altruistas”, entendiendo éstos desde la propia identidad, con autonomía).