jueves, 30 de septiembre de 2010

Argumento del Fedón: resumen

ARGUMENTO DEL FEDÓN


Fedón habla con Equécrates sobre la última conversación con Sócrates la víspera de su ejecución y su actitud ante la muerte. Sócrates hace un discurso sobre la inmortalidad del alma y el destino del filósofo, dando pruebas de su actitud sosegada ante la muerte y el porqué de esa actitud. (Equécrates, Simmias y Cebes son pitagóricos).

I. Comienza Sócrates hablando del placer y el dolor. Alusiones religiosas a la purificación (como ritos) y a los misterios. Expresa su confianza en su destino: llegar junto a los dioses, porque hay algo para los muertos, mejor para los buenos que para los malos.

II. Afirmación de la inmortalidad del alma.

Definición de muerte como separación del cuerpo y el alma. El filósofo no se encarga de los cuidados del cuerpo, sino de los del alma, a la que los placeres del cuerpo perturban y contaminan. El alma aprehende la verdad cuando huye del conocimiento del cuerpo: cuando percibe las cosas en sí (ideas: de justicia, bien, belleza, tamaño, fuerza…), no las cosas que participan de ellas. (Correspondencia entre sabiduría y virtud; conocimiento o verdad como purificación del alma; alusiones a los misterios). Sólo teme morir el no filósofo: el que está más apegado al cuerpo que al alma.

III. Argumentos o demostraciones sobre la inmortalidad.

(alusión a un antiguo mito que dice que los difuntos llegan allí desde aquí, y viceversa)

↓ (PREEXISTENCIA)

1. Todo nace de su contrario. Si decimos de algo que se hace mayor es respecto a lo menor del tamaño anterior, y viceversa. Vivir es lo contrario de estar muerto. Si de lo vivo se origina lo muerto, de lo muerto se originará lo vivo; luego es necesario que las almas de los muertos existan en algún sitio.

2. La reminiscencia. Si conocer es recordar, es preciso que hayamos estado antes en algún sitio antes de llegar a la forma humana.
Prueba de la reminiscencia (desarrollada en el Menón, sobre teorema de Pitágoras): al ser interrogados, los individuos responden con relación a la verdad (e. de objetos geométricos). Las cosas que percibo se me presentan de un cierto modo (recuerdo del concepto). Explicación de una reminiscencia: unas cosas nos recuerdan a otras: un dibujo de un caballo a un caballo, o de una persona a un amigo suyo… 
Reminiscencia a partir de cosas semejantes y a partir de cosas diferentes. De lo semejante, advertimos que le falta o no algo en su parecido con aquello a lo que recuerda, porque tenemos el concepto de “lo igual” en sí mismo, no sólo de cosas iguales. Si percibimos cierta igualdad, pero la igualdad no puede ser desigualdad, es necesario que exista lo igual en sí. Si al ver un objeto intuyes otro, es necesario que sea un proceso de reminiscencia; lo mismo ocurre respecto a las cosas iguales y “lo igual”. Lo mismo ocurre con las cosas sensibles: nos recuerdan otra cosa a la que se parecen (su idea) pero respecto de la que son inferiores.

¿Cuándo aprendimos o contemplamos por primera vez los conceptos (como igual, mayor, menor…? ¿Al instante de nacer? Lo recordamos a partir de los sentidos; pero tenemos sentidos desde que nacemos, luego debe ser antes de nacer. ¿Por qué lo “recordamos” con los sentidos? Si el olvido es pérdida de un conocimiento que se tenía, entonces lo habíamos olvidado al nacer. Por tanto es correcto llamar recuerdo (reminiscencia) al conocer. (habla de la primera forma de dialéctica: de lo sensible a lo inteligible). Si recordamos unos conocimientos que no teníamos al nacer, entonces es necesario que existieran las almas antes de nacer, así como las cosas que contemplaba.

3. ↓ PERVIVENCIA TRAS LA MUERTE. (Objeción de Simmias)

Sobre lo que se descompone y lo que no.

A qué clase de cosas conviene sufrir el proceso de descomponerse y a qué clase no. Lo que se descompone es lo compuesto, no lo simple. Por tanto, hay que ver de qué naturaleza son el cuerpo y el alma, si simple o compuesta.
Lo que es siempre del mismo modo, es más probable que sean cosas simples, y lo que se presenta en condiciones y formas diversas, que sea compuesto. Lo igual en sí, lo bello en sí…, necesariamente se presentan siempre del mismo modo, no admiten cambio. La multitud de cosas bellas (personas, caballos, vestidos…) se presentan de formas diversas. Éstas puedes captarlas por los sentidos (tocarlas, verlas… conocimiento del cuerpo), mientras que las primeras sólo se perciben por el razonamiento de la inteligencia, pues son invisibles. El cuerpo es más afín al género de las cosas visibles, porque también es visible, mientras que el alma es invisible. El alma, cuando utiliza el cuerpo para conocer, se turba y se extravía, mientras que cuando contempla por sí misma se orienta hacia lo puro. Por tanto el alma es más afín a lo que es idéntico que a lo que no lo es (relación con el segundo modo de dialéctica: ascensión hasta la contemplación de las ideas en sí).
Cuando muere, pues, una persona, a su parte visible (el cadáver) le corresponde disolverse, mientras que el alma, marchará hacia un lugar noble y puro, invisible, el Hades en sentido auténtico (a- ideō, no visible), a la compañía de la divinidad buena y sabia.El alma “se separará pura, sin arrastrar nada del cuerpo", si se ha apartado por su voluntad del cuerpo (filosofía como purificación). Entonces se va hacia lo que es invisible, divino, inmortal y sabio, apartada de errores, tensiones, pasiones… → referencia a los misterios órficos. Pero si se separa contaminada e impura por el trato constante con el cuerpo se hará pesada y será arrastrada hacia el terreno visible, por temor a lo invisible. De aquí deriva el tema de la reencarnación; en distintos animales según carácter en esta vida. Por ello hay que huir de los placeres y dolores, ligados al cuerpo (recordemos que son sensaciones, y que el alma se identifica con lo racional o espiritual).

Objeción de Simmias: concepción del alma como combinación de factores existentes en el cuerpo; metáfora de la lira y la armonía. El alma podría transmigrar de unos cuerpos a otros como la armonía de una lira a otra, pero si acabaran todas las liras el alma perecería.

Defensa de Sócrates (prevención contra caer en misología -odio a los discursos- y alusión a la vanidad de los sofistas). Identificación de la virtud con la armonía y de la maldad con la inarmonía. Si el alma es armonía, no puede participar de la inarmonía, luego todas las almas son buenas. El alma a veces se opone al cuerpo (no comer teniendo hambre, no beber…). Si el alma fuera armonía de partes del cuerpo, no podría hacer esto. Podemos dominar, incluso, los sentimientos, obligándonos a soportarlos.

(Sobre la naturaleza de la mente, alusión a varias teorías físicas -aire, fuego, sangre, cerebro...-, y por último a la inteligencia de Anaxágoras). Argumento de “la causa”: no es el cuerpo el que gobierna las acciones, sino el alma. Las cosas son lo que son por participación de las ideas (lo bello, de la idea de belleza).

Argumento de lo contrario: el tres participa de impar; lo impar se opone a lo par, pero no el tres al dos (dialécitca como deducción de las ideas; usa también como ascenso de lo sensible a lo inteligible, con los ejemplos de frío/caliente, nieve y fuego). Sin embargo, el tres se opone a lo par no por ser su contrario, sino por participar de lo impar.  Por tanto, para que un cuerpo esté vivo, debe tener alma. La vida se opone a la muerte; por tanto el alma no puede admitir la muerte.
Al demostrarse que el alma es inmortal, los malvados no tendrán escape de sus vicios, más que hacerse mejor y más sensatos.
Relato del daimon que acompaña al alma tras la muerte. Descripción del mundo subterráneo. Símil entre el fondo del mar y su superficie, y la tierra que habitamos y el cielo. Descripción de la “tierra auténtica”. Descripción del Tártaro, de donde manan ríos, siendo una masa de agua sin fondo ni lecho. Descripción de los cuatro ríos, donde las almas sufren distintas penalidades hasta volver a reencarnarse o ser arrojadas apara siempre al Tártaro. 

Océano (el más extenso y en círculo); Aquerusíade, donde van a parar las almas de los difuntos durante tiempos predeterminados y desde donde se envían de nuevo a las generaciones de seres vivos; entre ambos Piriflegeronte, un río de fuego, y frente a éste el Estigio (stygeo = odiar), del color del lapislázuli y que forma en su desembocadura la laguna estigia. Avanzando en sentido contrario se encuentra el Cocito (kókitos, lamento). En éstos se purifican las almas, salvo las tan corruptas que son arrojadas al Tártaro. En cambio, los que han llevado vida santa, ascienden a la superficie para llegar ala morada pura y establecerse sobre la tierra. Los más purificados por la filosofía viven completamente sin cuerpos para todo el porvenir y van a moradas más bellas.



lunes, 20 de septiembre de 2010

Pautas para comentar un texto filosófico

PAUTAS PARA COMENTAR UN TEXTO FILOSÓFICO


Comentar un texto significa explicar su contenido, atendiendo a las características que lo definen. Un texto puede ser literario, histórico, filosófico... o incluso poseer varios de estos rasgos, con lo cual podremos comentarlo desde distintos enfoques. Algunos rasgos son comunes (como autor y contexto); otros, son específicos del enfoque. Como ya sabrás, si es histórico, hay que analizar de qué tipo de fuente se trata, su distancia en el tiempo de los acontecimientos que describe, la intención del autor, que determinará su grado de objetividad... Si es literario, habrá que atender a la forma en que está escrito: el género a que pertenece, el manejo de las palabras, figuras literarias... Para comentar un texto desde un punto de vista filosófico hay que atender a otros rasgos: a qué área de conocimiento pertenece el pensamiento que se expresa en él, qué significado específico que tienen los conceptos que utiliza ese autor, en qué coincide o se diferencia de su uso por otros autores, cómo se enmarca lo que el texto cuenta dentro de la historia del pensamiento... Para ello es conveniente distinguir en un comentario filosófico los siguientes apartados:

ESQUEMA: Antes de escribir, hay que buscar la estructura lógica de las ideas, ordenándolas en grado de importancia y estableciendo las relaciones que se dan entre ellas: principales y segundarias, argumentos y contra-argumentos, hipótesis y conclusiones... Para ello es necesario subrayar el texto, marcar partes, y hacer un borrador que refleje esa estructura lógica. Es necesario también fijarse en la estructura argumentativa: deducción, contraste de puntos de partida, reducción al absurdo... El esquema no se entrega, pero es necesario para hacer bien el resto.

TÍTULO: Expresar en pocas palabras el tema fundamental del texto. No debe ser ni demasiado general ni dejar fuera parte del contenido que se trata. La precisión del título denota ya el grado de comprensión del texto.

RESUMEN: Si hemos hecho un buen esquema, podremos expresar en pocas palabras las ideas principales del texto y la relación que mantienen entre sí. El resumen debe atenerse a lo esencial pero sin omitir ningún punto de la argumentación. Hay que omitir ejemplos, y tener muy en cuenta que estamos reflejando lo que defiende otra persona: no podemos añadir ni quitar nada de lo dicho, estemos o no de acuerdo, sepamos o no más de lo que ahí se cuenta. El resumen se ciñe siempre a los límites del texto.

COMENTARIO

Autor y contexto: señalar quién habla, la época y lugar donde vivió, y su contexto social y filosófico. Las circunstancias históricas, sociales y políticas de cada época y lugar condicionan los intereses e interrogantes que dan lugar a las distintas corrientes filosóficas. Según época y lugar, varía también no sólo el contenido sino el modo de plantearlo: un tema, aunque sea universal, se entiende y expresa de forma distinta según las épocas. Del mismo modo, cada autor posee su propio andamiaje conceptual con el que expresa su sistema de pensamiento. Si desconocemos este andamiaje (porque desconocemos al autor y su obra) podemos cometer errores de interpretación.

Tipo de discurso: clasificar el discurso según el tema que trata y la perspectiva desde la que es enfocado (puede haber más de una posibilidad). Se trata, simplemente, de decir de qué se habla en términos generales: del ser de las cosas, de su conocimiento, de los valores... Esta clasificación sitúa el tema en su perspectiva adecuada. En filosofía podemos destacar los siguientes niveles específicos:

Ontológico: tratado acerca del ser de las cosas, definiendo o indagando a cerca de su naturaleza.
Metafísico: muy relacionado con el anterior, trata de los primeros principios o la realidad última: por qué, en última instancia, las cosas son como son.
Gnoseológico o epistemológico: trata acerca del valor y la posibilidad de conocer, o sobre la ciencia: su alcance y fundamento.
Psicológico: trata de la naturaleza del alma, su relación con el cuerpo, los contenidos de la conciencia...
Ético: trata sobre el modo adecuado de vivir y/o convivir, y las causas, axiomas o argumentos que lo justifican. Palabras clave son bien, valor, norma, conciencia...
Político: trata sobre la perfecta configuración de un Estado
Antropológico: tratado acerca del hombre: su naturaleza, valores, posición en el cosmos...

Comentario en sí
Una vez explicado el contexto y comprendido el tema de que se nos está hablando, estamos preparados para explicar (no repetir) las ideas que aparecen en el texto. Para ello necesitamos el esquema que hemos realizado previamente, cuya estructura se pasa a explicar ahora, ubicándolas en el pensamiento general de su autor. Aquí sí que añadimos cosas que no vienen en el texto, como la corriente filosófica que refleja, el sentido de algunos conceptos dentro de esa corriente o autor, la intención con que se escribe o a qué intenta responder, el tratamiento de ese problema a lo largo de la historia o su vigencia en la actualidad... Hay que tener en cuenta que explicar no es parafrasear: no podemos limitarnos a repetir el texto.

VALORACIÓN CRÍTICA

 No se trata de decir si nos gusta o no, o si estamos o no de acuerdo. Esto no sirve para nada si no damos razones de nuestros gustos o criterios. En cualquier valoración hay que atenerse a argumentos racionales, evitando juicios de valor u opiniones personales injustificadas, muy respetables pero impertinentes aquí. Lo que sí conviene tratar es la vigencia de lo que se afirma en el texto, su influencia o valor en el conjunto del pensamiento humano, la coherencia interna o la insuficiencia de las explicaciones que se den, posibles críticas de otros autores o corrientes de pensamiento, con los que habremos de compararlo... En las valoraciones, en principio, es preferible atenerse a lo que se conozca de estos aspectos. También se pueden hacer críticas personales, pero son difíciles y hay que tener cuidado, porque exigen un dominio muy preciso del pensamiento que vamos a comentar...


Esther C. García Tejedor