jueves, 23 de mayo de 2013

Cortiblog 40

"La vida", como entidad abstracta, no existe. Quizá en la nuestra hemos sufrido injusticias, quizá nos haya exigido demasiado (aunque la percepción del propio esfuerzo y del propio mérito tiende a sobredimensionarse). Pero no hay nada a lo que, en justicia, podamos reclamar. Es fácil ver cómo se tiende a sentir, incluso a creer, cuando uno está ya situado, que"es su turno" de aprovecharse para lo que sea, y ahora les toca a otros aguantar. Y seguramente lo justifica así ante otros, contagia esos falsos valores, hace creer a unos que tienen derecho a lo mismo y a otros que deben soportar su humillación.
Lo que sí puede aportarnos un mérito verdadero y unas vivencias negativas es comprensión de cómo funciona un fenómeno -no una entidad- que es la vida humana, y entonces crecer hacia lo que uno llevaba en su corazón sobre lo que debería ser. Se crece cuando se vive conforme a cómo se percibe ese deber ser.
No existe La vida, sino vidas. Y quien cree que la vida le debe algo, se lo cobrará de otras.

lunes, 20 de mayo de 2013

Corrección textos examen final Filosofía



COMENTARIOS DE TOMÁS DE AQUINO Y ORTEGA Y GASSET


Recuerda siempre que hay muchas cosas que se pueden extraer de un texto. Esto es sólo un ejemplo de cómo explicarlo, que sigue la estructura que habéis estudiado.  Debes siempre centrarte en extraer al máximo lo que tú entiendes, lo que sabes, sacar partido a tus recursos (no destacar tus carencias). De lo que leas aquí, piensa qué si podrías haber utilizado y qué no. Sobre lo segundo puedes preguntar, pero no te agobies, porque si sacas buen partido de lo primero habrás hecho un buen comentario.

Objeciones: por las que parece que Dios no es demostrable.

1. La existencia de Dios es artículo de fe. Pero los contenidos de fe no son demostrables, puesto que la demostración convierte algo en evidente, en cambio la fe trata lo no evidente, como dice el Apóstol en Heb 2,1. Por tanto, la existencia de Dios no es demostrable.

2. Más aún. La base de la demostración está en lo que es. Pero de Dios no podemos saber qué es, sino sólo qué no es, como dice el Damasceno. Por lo tanto, no podemos demostrar la existencia de Dios.



Tomás de Aquino, Summa de Teología, cuestión 2, artículo 2.


Tomás de Aquino se plantea el tema de si la existencia de Dios es demostrable o no. Para ello comienza situando las objeciones que se plantean a afirmar que sí es demostrable (como más tarde afirmará él, desarrollando para ello las famosas cinco vías). Su estructura argumentativa sigue siempre ese esquema: parte de las objeciones que existen, desde argumentos de autoridad; contrapone otros argumentos de autoridad que apoyen su planteamiento y finalmente desarrolla su argumentación racional.
 Las objeciones que plantea son dos:
¡. La existencia de Dios es artículo de fe. Eso significa que no es demostrable, pues la fe trata lo no evidente. Si fuera alcanzable por la razón, no necesitaríamos la fe. Plantea esta objeción porque viene dada por la propia Biblia, según él mismo la cita. Pero las citas, como todo, son interpretables, y lo que realmente intentará rebatir aquí es el modo en que esa afirmación bíblica puede ser interpretada para refutar la posibilidad de demostrar la existencia de Dios.
2. Para demostrar algo tenemos que partir de lo que es ese algo (de la definición de su esencia) pero de Dios no podemos saber lo que es, tan solo que es (es decir, que existe, algo que afirmamos por fe). De aquí también se desprendería que la existencia de Dios no es demostrable. Así lo explica Juan Damasceno, citando ahora una autoridad intelectual (el primer autor en hacer un compedio o summa teológica de la doctrina cristiana).
Frente a estas objeciones, Tomás de Aquino seguirá su planteamiento argumentativo habitual: pondrá otras contra argumentaciones basadas también en autoridades y, a partir de ahí, aportará su propia argumentación filosófica. Encuentra un artículo de fe en que apoyarse para justificar lo que va a argumentar no es contrario a la fe.(observa que esto lo puedes aplicar a cualquier fragmento de Tomás, teniendo en cuenta si está en objeciones, contraargumento o su propia argumentación filosófica). Desde ahí se planteará entonces, ya que parece que puede ser de alguna manera demostrable (a partir de sus obras), cómo llevar a cabo esa demostración, y formulará sus famosas cinco vías, las cuales parten todas (por influencia aristotélica) de algún fenómeno conocido, perceptible por los sentidos, a la deducción de una primera causa incausada.





El conocimiento es la adquisición de verdades, y en las verdades se nos manifiesta el universo trascendente (transubjetivo) de la realidad. Las verdades son eternas, únicas e invariables. ¿Cómo es posible su insaculación dentro del sujeto? La respuesta del racionalismo es taxativa: sólo es posible el conocimiento si la realidad puede penetrar en él sin la menor deformación. El sujeto tiene, pues, que ser un medio transparente, sin peculiaridad o color alguno, ayer igual a hoy y a mañana –por tanto, ultravital y extrahistórico-. Vida es peculiaridad, cambio, desarrollo; en una palabra: historia.



Ortega y Gasset: El tema de nuestro tiempo


Ortega se está planteando aquí cómo es posible que conozcamos alguna verdad, para lo que contrapone su propia teoría a la idea tradicional que se tenía de “verdad”, haciendo una crítica de la respuesta racionalista, cuya concepción de la razón como pura y unitaria intenta superar.
Comienza definiendo el conocimiento como “adquisición de verdades”; pero ¿qué ha de entenderse por “verdad”? La verdad sería una correspondencia entre lo que pienso del mundo y lo que el mundo es, por eso dice que en ellas se nos manifiesta “el universo trascendente”, al que califica de “transubjetivo”. Con ello hace referencia a su cualidad de no ser relativo a un solo sujeto, sino algo que trasciende al sujeto, algo en lo que todos los sujetos deberían estar de acuerdo porque es exterior al sujeto mismo.
Cuando define las verdades como “eternas, únicas e invariables” está haciendo referencia a esa visión tradicional, sostenida especialmente por el racionalismo, de que la verdad es única, que se identifica con lo eterno e inamovible de las cosas. Para entender que la verdad conserve esas cualidades (única e inamovible, idéntica por tanto para todos) hay que entender el sujeto desde una perspectiva abstracta como idéntico a cualquier otro. Lo racional, identificado con lo eterno e invariable (lo que es, lo que permanece) es igual para todos. Si partimos de esta concepción de la razón, y entendemos, como el Racionalismo de la Modernidad, que el sujeto es racional (Descartes hablaba de la “luz natural de la razón” y Kant establece una crítica de la “razón pura”) entonces todos los sujetos son necesariamente iguales. Esa es la respuesta “taxativa” de los racionalistas, que no contemplan la racionalidad como algo vital, como una función de la vida, sino como una facultad única (pura) de captar verdades eternas. Por eso dice que el sujeto para los racionalistas tiene que ser “transparente, sin peculiaridad ni color alguno”, es decir, para concebir esa “insaculación” de “La verdad” en el sujeto, hay que negar su individualidad, su peculiaridad. “Ayer igual a hoy y mañana”, es decir, a-histórico. Ortega y Gasset opondrá a esto una visión vital de la razón, intentando superar la dicotomía que se plantea entre la concepción dogmática de los racionalistas sobre el conocimiento o la escéptica de los relativistas,  así como la de los vitalismos, que reducen al hombre a impulso. Para Ortega, lo real es lo individual (como corresponde a la filosofía contemporánea en general, como corresponde al “tema de nuestro tiempo”). Nuestra (su) generación tiene que asumir el nuevo descubrimiento, el nuevo tema que nos ocupa: que la realidad es no sólo vital sino también histórica.  Esa es la realidad radical: el sujeto individual en relación a su circunstancia: su vida y el momento histórico que le toca vivir. La razón no se opone a la vida: se explica a partir de ella (y no a la inversa). Por ello, su filosofía se definirá como raciovitalismo y raciohistoricismo.