martes, 20 de octubre de 2020

EL PROBLEMA DE DIOS EN ARISTÓTELES

 

EL PROBLEMA DE DIOS EN ARISTÓTELES

 

Aristóteles va a ser el autor que se plantee de forma sistemática el problema de Dios. Su aportación principal en este tema es su definición de Dios como motor inmóvil y acto puro.

Al igual que el resto de materias que trata, su descripción de Dios es fruto de una investigación desapasionada. Platón aún utiliza el mito como recurso narrativo y alegórico; Aristóteles analiza el concepto de Dios de forma más sistemática.

Parte de concebir a Dios como el concepto que describe la perfección. Para Aristóteles, un ser perfecto es un ser perfectamente realizado. Su filosofía primera, que es ontología en cuanto trata del ser en cuanto ser, se convierte necesariamente en teología, ya que tiene que explicar no solo qué es y cómo se produce el movimiento que caracteriza la naturaleza (lo que trata en física) sino también el porqué último de ese movimiento y su relación con el ser en sí, para lo que desarrolla el concepto de actocomo perfección, que identifica con Dios.

Explicar el ser en cuanto ser implica por tanto explicar la tendencia de todo ser a su fin último. El mundo entero se mueve de la potencia al acto, y este movimiento implica esa tendencia al ser pleno, en acto. Dado que el concepto de “dios” se identifica con la perfección, Aristóteles concebirá a Dios como acto puro, donde “puro” significa carente de toda potencia, plenamente realizado. Todos los demás seres tienen parte de su ser en potencia, lo cual explica su movimiento. El movimiento en la tierra implica el nacimiento, desarrollo y desaparición de los seres vivos en ciclos constantes, así como la tendencia de cada elemento a su ubicación natural, donde encuentra su quietud o reposo. Este movimiento resulta más variado, y por ello más imperfecto, que el movimiento en los astros, que es circular e imita ya más claramente la perfección del ser pleno, del acto puro.

Este es el modo en que Dios mueve al mundo: por imitación. Por eso Dios es concebido como motor inmóvil, porque mueve sin ser movido: dado que es perfecto él mismo no cambia, pero mueve el mundo por “atracción erótica”, entendiendo por “erótico” el deseo de cualquier cosa, puesto que su perfección es deseada por todos los seres de la naturaleza, que tienden a ser en acto, desarrollando todas sus potencias. No se trata, pues, de aspirar a llegar a ninguna vida ni ningún ser, sino a desarrollar plenamente cada ente su propio ser, a desarrollarse en acto. Esta tendencia de todo ser convierte su filosofía primera también en teleología. En este punto hay que aclarar que tanto Dios como el mundo existen desde siempre; Dios no crea el mundo ni guarda relación alguna con él, salvo la de ser el fin o meta al que los entes aspiran.

En cuanto acto puro, no se preocupa del mundo ni piensa en él en ningún sentido. El pensamiento es un tipo de actividad; si tuviera alguna actividad se alejaría de la perfección. En caso de concebir algún tipo de pensamiento divino, Dios no podría tener ningún contenido de pensamiento más que sí mismo, en su perfección y simplicidad. Por eso no se trata de un dios providente ni que intervenga de ningún modo en la vida humana. Dios no ama el mundo ni puede amarlo, porque el mero hecho de concebirlo lo alejaría de la perfección.

Los atributos de Dios como motor inmóvil y acto puro influirán enormemente en la configuración del cristianismo desde la época escolástica, especialmente a través de Tomás de Aquino, quien se enfrentará, no obstante, a tener que salvar todos los puntos contradictorios entre el dios aristotélico y el cristiano: la creación del mundo, la providencia y la salvación.

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