lunes, 28 de diciembre de 2009

Hiroshi Tasaka

Hace poco descubrí a Hiroshi Tasaka, un autor japonés, filósofo, ingeniero (hasta aquí me recuerda a Wittgenstein...), profesor en la Universidad Tama (Tokio), cofundador de una network llamada SophiaBank... y autor de más de cuarenta libros sobre la gestión del trabajo y del conocimiento, e incluso de autoayuda. Pero lo que me llamó la atención de este pensador fue su teoría de la "paradoja del conocimiento" que define la mentalidad de nuestro tiempo y que explica en el video que aquí presento (lo he visto ya en varios blogs...). En efecto, en la llamada "sociedad del conocimiento" parece que el conocimiento está devaluado. Tasaka nos explica esta paradoja y abre las puertas a un modo de entender el conflicto generacional que se vive hoy en día con respecto a la gestión del trabajo. No os lo perdáis, porque da mucho juego.




domingo, 13 de diciembre de 2009

El hedonismo de Epicuro

"Así, cuando decimos que el placer es fin, no hablamos de los placeres de los corruptos y de los que se encuentran en el goce, como piensan algunos que no nos conocen y no piensan igual , o nos interpretan mal, sino de no sufrir en el cuerpo ni ser perturbados en el alma".

EPICUREÍSMO: LA ÉTICA DEL PLACER SERENO

El hedonismo es la creencia en que el fin de la vida humana es la obtención del placer. Las éticas hedonistas son también eudemonistas (no a la inversa), porque buscan también la felicidad como clave para entender el arte de saber vivir, pero a diferencia de otras reducen la felicidad al placer. Son éticas subjetivistas, ya que el placer se entiende como sensación de bienestar del sujeto. El bien y el mal se convierten en sinónimos de placer y dolor.


Epicuro de Samos (341-270 a.C.)


Epicuro nació y murió en Samos, pero a los 35 años se trasladó a Atenas, donde fundó su escuela moral: el Jardín. En él no sólo se meditaban cuestiones filosóficas, sino que tenían como estilo de vida el cultivo de la amistad. En esta escuela, cosa rara en la época, se admitían también mujeres.
Epicuro es considerado el fundador de la escuela moral hedonista. Es una de las llamadas "escuelas morales" del Helenismo (otras son el estoicismo, el cinismo...). En esta época de inestabilidades, donde el concepto de patria o Estado se ha desdibujado, el espíritu de la época está marcado por el individualismo, la preocupación por el destino o la suerte, la proliferación de ritos mistéricos de diversa procedencia cultural... La filosofía se hace menos especulativa y más práctica o, simplemente, se sistematiza el pensamiento anterior. No interesa tanto conocer serenamente la realidad, tanto como encontrar fórmulas para manejarse en ella, y es esto lo que caracteriza las escuelas morales de esta época: podría decirse que son "recetas" fáciles para la felicidad.
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EL EPICUREÍSMO
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La finalidad del hombre es alcanzar la felicidad, e identifica ésta con el placer, pero entendido como vida tranquila. El placer se define como ataraxia, ausencia de dolor (en realidad, ausencia de turbación). Hay que evitar todo lo que perturbe el alma: la política (porque se generan intrigas y enemigos), los grandes banquetes o excesos de cualquier tipo (porque producen después malestar y desequilibrio), la necesidad de lujo (porque no siempre se pueden alcanzar y buscarlos o mantenerlos generan preocupación...) y cultivar el más seguro de los placeres: la amistad.

La antropología y metafísica de Epicuro está fundada en el atomismo materialista. El alma está compuesta de átomos muy sutiles. El ideal es alcanzar el perfecto equilibrio o armonía en el cuerpo y en el alma.
Argumenta contra los principales temores del hombre, que son: el temor a los dioses, a la muerte y al dolor:

a) Los dioses están alejados del hombre y su mundo, son indiferentes a nuestro destino. Por ello no hay que temer sus decisiones. Epicuro los concibe como “hedonistas racionales”.
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Antes de nada, considera a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso -tal como lo suscribe la noción común de la divinidad- y no le atribuyas nada ajeno a la incorruptibilidad ni impropio de la dicha. Piensa de ella aquello que pueda mantener la dicha con la incorruptibilidad. (...)
Pues no son premoniciones, sino vanas presunciones los juicios de la gente sobre los dioses, de donde hacen derivar de los dioses los mayores daños y beneficios. En efecto, familiarizados continuamente con sus propias virtudes, acogen a sus iguales, considerando extraño todo aquello que no les sea semejante. (...) Entendiendo el azar no como un dios, como lo considera la gente -porque nada carente de orden obra la divinidad- ni como una causa insegura -pues no cree que a partir del azar les sean dados a los hombres el bien y el mal en orden a la vida feliz, pero sí que de él se procuran los principios de los grandes bienes y males-, considerando que es mejor ser desdichado con sensatez que afortunado con insensatez; es, por otra parte, mejor que en nuestras acciones el buen juicio sea coronado por la fortuna.

b) Mientras se vive no se tiene sensación de muerte; y cuando se muere no se tiene sensación alguna, por lo que no hay dolor.
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Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros. Porque todo bien y mal reside en la sensación y la muerte es privación del sentir. Por lo tanto el recto conocimiento de que nada es para nosotros la muerte hace dichosa la condición mortal de nuestra vida, no porque le añada una duración ilimitada, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada hay, pues, temible en el vivir para quien ha comprendido rectamente que nada temible hay en el no vivir. De modo que es necio quien dice que teme a la muerte no porque le angustiara al presentarse sino porque le angustia esperarla. Así que el más espantoso de los males, la muerte, nada es para nosotros, puesto que mientras nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte se presenta, entonces no existimos. Con que ni afecta a los vivos ni a los muertos, porque para éstos no existe y los otros no existen ya. El sabio, en cambio, ni rehúsa la vida ni teme el no vivir. (...). Y así como en su alimento no elige en absoluto lo más cuantioso sino lo más agradable, así también del tiempo saca fruto no al más largo sino al más placentero.
Epicuro, Carta a Meneceo, fragmento II.

c) El dolor está, hasta cierto punto, bajo nuestro control. La clave es conocernos bien y conocer la naturaleza de los placeres para ordenar racionalmente nuestra vida hacia la ataraxia.

También consideramos un gran bien a la autosuficiencia, no para que en toda ocasión usemos de pocas cosas, sino a fin de que, si no tenemos mucho, nos contentemos con poco, sinceramente convencidos de que disfrutan más agradablemente de la abundancia, quienes menos necesidad tienen de ella, y de que todo lo natural es muy fácil de conseguir, y lo vano muy difícil de alcanzar. Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que una comida abundante, cuando alejan todo el dolor de la indigencia. Pan y agua proporcionan el más elevado placer, cuando los lleva a la boca quien tiene necesidad. El acostumbrarse a las comidas sencillas y frugales es saludable, hace al hombre resuelto en las ocupaciones necesarias de la vida, nos dispone mejor cuando ocasionalmente acudimos a una comida lujosa y nos hace intrépidos ante el azar.

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La clave de la felicidad consiste en alcanzar un estado permanente de equilibrio, huyendo de los placeres excesivos que perturban el alma y llevan parejos un posterior estado de dolor. No se trata de un placer exclusivamente material, sino duradero y de índole espiritual o afectivo. Hay que alcanzar el equilibrio de ánimo. No hay que suprimir los placeres de los sentidos, sino ordenarlos y subordinarlos a su bienestar físico y espiritual. El placer es salud del cuerpo y equilibrio del alma. La primera fuente de inquietud son los deseos, a cuya satisfacción enfocamos la acción. De ahí que establezca una jerarquía de deseos:

........* Naturales:

· Necesarios:

...para la felicidad (amistad-amor (philía)...)
...para el bienestar del cuerpo (abrigo, aseo...)
...para la vida misma (comer, respirar...).


· Meramente naturales (goces sensuales: comidas y bebidas agradables...)

* Vanos (lujo, adornos, modas... los que son ilusorios y no generados por nuestra propia naturaleza).

La racionalidad consiste en un correcto conocimiento de estos deseos, en saber reducir las necesidades a las mínimas y escoger entre los placeres aquellos que no conlleven ningún dolor (rechaza todo tipo de excesos) y que proporcionen un mayor equilibrio permanente tanto al cuerpo como al alma. Del mismo modo, un dolor momentáneo que conlleve un placer mayor y más duradero también será preferible. Así pues, hay que conocer cuáles son las auténticas necesidades del hombre: las elementales: comer, beber, tener abrigo. Y aun ellas deben reducirse a lo indispensable, ya que los deseos perturban el alma.

Los placeres son cualitativamente distintos: unos son superiores a otros. Así, los placeres del alma son superiores a los del cuerpo. El amor y el conocimiento nos proporcionan más deleite, porque responden a nuestra naturaleza más elevada, mientras que los meramente sensuales sólo responden a nuestra naturaleza animal.
Por último, sólo me queda acabar con el consejo con que comienza Epicuro su Carta a Meneceo, un consejo que transcribo tal cual porque nadie mejor que él expresa su sabiduría.
Nadie por ser joven vacile en filosofar ni por hallarse viejo se fatigue de filosofar. Pues nadie está demasiado adelantado ni retardado para lo que concierne a la salud de su alma. Quien dice que aún no le llegó la hora de filosofar o que ya le ha pasado es como quien dice que no se le presenta o que ya no hay tiempo para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el viejo [...] Hay que meditar lo que produce la felicidad, ya que cuando está presente lo tenemos todo y, cuando falta, todo lo hacemos por poseerla.

martes, 8 de diciembre de 2009

Cortiblog 18

Las cosas cambian cuando se dicen con optimismo


- ¡Mamá, mamá, sorpresa! ¡Para el año que viene no tienes que comprarme los libros del colegio!
- ¡Huy, qué bien! ¿Y eso por qué?
- ...Pues... ¡Porque repito curso!

sábado, 5 de diciembre de 2009

cortiblog 17

NO ES POSIBLE DAR VIDA MÁS QUE POR MEDIO DE LA MORAL

Ésta es una reflexión de Chateaubriand sobre la época que le tocó vivir, sobre el sentido de la historia, de la civilización y de la vida. La frase que destaco me parece suprema: la moral es lo único eterno, o quizá es esa vocación de eternidad, de encontrar algo inamovible que nos sirva de guía y dé sentido a la vida. Y es el único legado que de verdad nos consolaría dejar.

"Después de Alejandro, comenzó el poder romano; después de César, el Cristianismo cambió la faz del mundo; después de Carlomagno, la noche feudal engendró una nueva sociedad; después de Napoleón, la nada; no se ve llegar ni imperio, ni religión, ni bárbaros. La civilización ha alcanzado su apogeo, pero es una civilización materialista, infecunda, que no puede producir nada, porque no es posible dar vida más que por medio de la moral; no se llega a la creación de los pueblos sino por los caminos del cielo: los ferrocarriles sólo nos conducirán con más rapidez al abismo".
Memorias de ultratumba, libro XXIX, cap. 12.

El eudemonismo de Aristóteles

EL EUDEMONISMO DE ARISTÓTELES




.........El punto de partida de Aristóteles es el fin de la acción humana. Es una ética entendida como “arte de saber vivir”.

........En su clasificación de los seres vivos por género y especie, Aristóteles define al ser humano como animal racional (zoón logikón) [1] y animal social (zoón politikón) [2]. El planteamiento de Aristóteles es el siguiente: la acción humana viene determinada por su finalidad. ¿Cuál es el nombre genérico de aquello a lo que todo ser humano aspira? La felicidad. Habrá que preguntarse entonces en qué consiste la felicidad. La perfección de cualquier cosa radica en la adecuación con su naturaleza: la felicidad consiste en la plena realización de la naturaleza humana.
........Se plantea ahora la necesidad de analizar en qué consiste esa naturaleza. Hemos dicho que define al hombre como animal racional y animal social. Por tanto, el hombre tendrá que desarrollar al máximo sus virtudes en ambos aspectos.


SOBRE LA VIRTUD

........Por virtud (areté) hay que entender el grado máximo de perfección de una actividad. La virtud de una buena flauta es sonar bien; la de un buen cuchillo cortar bien. La virtud del hombre consistirá en desarrollar al máximo y del mejor modo posible su función o acitvidad específica: aquella que define su naturaleza. Y ésta será su intelecto (en cuanto animal "racional" y su convivencia en sociedad (en cuanto animal "social"). Distingue así dos tipos de virtudes: éticas (las relativas a la convivencia social) y dianoéticas o intelectuales.
.......Dado que la virtud es excelencia o perfección de cualquier cualidad, va a definirla como el justo medio entre dos extremos: un exceso y un defecto, ya que si a lo perfecto se le quita o añade algo, se estropea; y si mejora, es que aún no era perfecto. Así, la valentía resulta ser el justo medio entre la cobardía y la temeridad; la generosidad, entre la tacañería y la prodigalidad...

.......No hay que entender, sin embargo, la virtud como mediocridad. Si es el justo o exacto medio entre dos extremos de conducta, con respecto al bien la virtud es el extremo máximo, porque es la perfección.

SOBRE LA FELICIDAD


......Si hubiera que definir el grado absoluto y supremo de felicidad, éste consistiría en la perfección de todas y cada una de las cualidades humanas. Es decir, habría que poseer todas las virtudes éticas (ser justo, bueno, valiente, generoso...), intelectuales (satisfacer al máximo nuestra sed de conocimiento), físicas (estar sano y poseer belleza...) Obviamente, esto es un ideal inalcanzable. Es simplemente la consecuencia lógica de lo que sería la plena realización de un ser humano. Pero somos temporales, el mundo de la naturaleza está en constante movimiento y transformación, por lo que ese grado supremo de felicidad queda como un horizonte hacia el cual dirigir nuestros pasos, según el momento que nos toca vivir. Juzgar si un ser humano es feliz sólo se puede hacer cuando se ha completado entera su vida, y cuando esta vida puede ya ser juzgada en toda su completitud.

CARACTERÍSTICAS DE LA ÉTICA DE ARISTÓTELES


.......Además de ser el más destacado exponente del eudemonismo, es una ética teleológica –la acción se explica por su finalidad (télos)– y contextual: no se pueden dar normas morales universales: cada acción es concreta, depende de un contexto que marca su propio grado de virtud o perfección. Esto no implica que sea subjetiva o relativa: hay un grado objetivo de perfección de cada acción, pero no un criterio general para juzgar a priori la bondad o maldad de cualquier tipo de acción. Es por tanto una ética objetiva.

......A diferencia del intelectualismo moral, para Aristóteles la virtud ética se adquiere mediante la práctica, la costumbre.


DIFERENCIAS DESTACABLES CON OTRAS ÉTICAS


Con respecto al hedonismo de Epicuro, la diferencia principal parte de la propia concepción de la naturaleza y el alma humanas. Para Aristóteles la felicidad es algo a conquistar, es un proceso de desarrollo, algo que viene marcado por su concepción de la potencia y el acto (la naturaleza de cualquier ser no abarca sólo lo que es, sino lo que puede llegar a ser). Para Epicuro, sin embargo, la felicidad sería más bien algo a mantener: es mera ausencia de dolor, es mantenimiento de un equilibrio interior, tanto físico como psíquico. En este sentido es también subjetiva, pues se define por la sensación de placer o bienestar.


------Con respecto a los estoicos, la diferencia más destacable se establece respecto a la definición de virtud. Si Aristóteles es más realista y desapasionado en su definición, para los estoicos la virtud se define como apatía, control o ausencia de las pasiones, aceptación de la realidad.


-----En cuanto a la ética kantiana, la diferencia más obvia gira en torno al concepto de felicidad, frente al de deber.
........A ésta se puede añadir otra no tan de base pero de consecuencias importantes. Para Aristóteles, el placer en la realización de la acción culmina su perfección. Para Kant, la acción debe obrarse al margen de todo sentimiento, sólo por deber.
........Por último, la ética de Kant es universal y a priori (no contextual). En Aristóteles, la virtud es también relativa a la naturaleza del sujeto: igual que la comida adecuada para un atleta no es la misma que para un niño, la acción perfecta o el bien no es la misma para todos.



[1] En realidad, animal con lógos, a diferencia del resto de los animales. Lógos significa más que razón: es, ante todo, lenguaje, en cuanto el lenguaje humano es simbólico y no meramente denotativo, en cuanto expresa una comprensión del mundo. En este sentido, también las cosas poseen lógos en cuanto poseen un orden, una causa, en cuanto responden a una ley. Lógos es también la capacidad humana para percibir ese orden o sentido del mundo, así como de expresarlo (de ahí que a Jesucristo se le llamara Lógos o Verbo, palabra de Dios).
[2] Animal que vive en una polis. La diferencia de la sociedad humana con la de algunos animales es que aquélla se basa en la comunicación, en un acuerdo basado en el diálogo (día-lógos, intercambio o transmisión de lógos). La polis para Aristóteles es la unidad autónoma por excelencia en que se realiza el ser humano. Una unidad menor es la familia, pero ésta no posee autonomía. La polis o el Estado es el espacio donde el ser humano se realiza plenamente en una convivencia ordenada por leyes racionales, esto es, conducentes al bien común.