La crisis de valores y la sacudida moral de Europa tienen la misma solución que la precariedad que sufre su ciudadanía. El origen de nuestra precariedad y de los recortes está en la deslocalización: hay que exigir derechos laborales (expresión de los derechos humanos) para todo el mundo, para todo ser humano en la tierra.
Si se ha globalizado la economía de explotación, globalicemos los derechos. Esa es la herencia de Europa: unos valores universales que ha de saber preservar.
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