COMENTARIO DE TEXTO: MARX
De donde se desprende que todas las luchas
que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia
y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc., no son sino las
formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas
clases (de lo que los historiadores alemanes no tienen ni la más remota idea, a
pesar de habérseles facilitado las orientaciones necesarias acerca de ellos en
los Anales Franco-Alemanes y en la Sagrada Familia). Y se desprende, asimismo,
que toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque ésta, como ocurre
en el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda forma
de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar
conquistando el poder político, para poder presentar su interés como el interés
general, cosa a que en el primer momento se ve obligada.
Marx: La
ideología alemana, 264-279.
El texto explica cuáles son las condiciones
de la lucha de clases y cómo ésta es el condicionante de la historia, a lo
largo de todas las épocas, y frente a otras concepciones de la historia que se
imponen en su época.
Comienza exponiendo que los diversos cambios
políticos (democracia, monarquía, etc.) no son sino fruto de la lucha de
clases. El origen de los cambios históricos, pues, no es ideal (meramente
ideológico), sino material (las condiciones de vida e intereses de las
distintas clases sociales). Cada clase social tiene sus propios intereses, que
dependen de las condiciones sociales en que se encuentran. Son esos intereses
los que provocan la confrontación y fomentan la lucha. La confrontación de las
distintas organizaciones políticas, en cuanto ideologías, son, por tanto,
ilusorias. Lo que se mueve detrás no es la creencia en uno u otro orden, sino
la defensa de los propios intereses. Por ello concluye que “toda clase que
aspire a implantar su dominación… tiene que empezar conquistando el poder
político”, para “presentar su interés como el general”. El interés hace
referencia aquí a las condiciones de vida, dependientes de las condiciones de producción.
Éstas son la infraestructura; el poder político es la estructura que se
desprende de esas condiciones, y lo poseen aquellos que dominan los medios de
producción y pueden manejar la opinión pública, generando ideologías.
La finalidad de las ideologías, para Marx, es
preservar el poder o hacerse con él. Por eso van a constituir la
supraestructura, porque las considera derivadas del poder político y por ende
de las relaciones económicas.
Esta realidad histórica, concebida de tal
modo por Marx, que se define como materialismo-dialéctico-histórico, no ha sido
comprendida, nos dice, por los historiadores alemanes. Aquí está haciendo una
crítica al idealismo hegeliano. Aunque Hegel introduce la historia, el devenir
o la evolución en la filosofía (en la explicación de la realidad última) cree
que esa historia se desenvuelve a través de la idea, de la confrontación
dialéctica de las distintas ideas. Marx asume esa evolución dialéctica,
consistente en la confrontación y la lucha de dos polos opuestos, pero parte de
una realidad material, no ideal, y esa realidad material se expresa en la
historia en las distintas clases sociales, a las que opone como tesis y
antítesis en dos grupos: los que poseen los medios de producción y los que
trabajan. Por eso en el texto no habla directamente de épocas o regímenes, con
sus ideologías, sino directamente de clases, y en su época concreta hace una
alusión directa al proletariado, la clase explotada. Ésta, señala, para acabar
con su explotación, tiene que hacerse primero con el poder político. Entonces
podrá defender sus intereses, porque la historia evoluciona por la lucha de
cada clase social por sus propios intereses. En su explicación del devenir
histórico, Marx está adelantando aquí lo que plantea como el nuevo estadio de
superación del estado capitalista: la dictadura del proletariado.
(Se puede añadir el contexto, las influencias recibidas y las repercusiones de su pensamiento).
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