domingo, 31 de mayo de 2009

Sobre el amor: introducción

Podemos decir casi sin ambajes que el amor es el tema por antonomasia de la poesía, la literatura, las canciones... Muchos son los temas tratados por los artistas, pero es raro que en grandes obras literarias, por ejemplo, no aparezca retratado, en cualquier episodio, el amor. ¿Pero qué se puede decir de lo que se ha reflexionado sobre este sentimiento, que tantas cosas abarca? Podemos pensar que, aunque sea tan universal en el arte, ya que es un sentimiento, no resulta sin embargo relevante como tema filosófico. Aquí quiero ir presentando algunos apuntillos sobre su presencia en el pensamiento humano. Hoy comienzo dando una perspectiva general de este tema desde diversos puntos de vista.
REFLEXIONES FILOSÓFICAS
  • Empédocles
En este filósofo, el amor (filía) aparece reflejado como la fuerza que mantiene unidos los cuatro elementos, y que junto a su opuesto, el odio (neikos), constituyen las fuerzas cósmicas que explican el ser y el devenir.
  • Platón
Aquí encontramos este tema tratado, por primera vez en sí mismo y de forma filosófica, en El Banquete o Los enamorados. Los cuatro discursos que se plantean contraponen perspectivas sobre la naturaleza del dios Eros... o el no dios. Nos presenta una distinción entre el amor erótico, el amor espiritual, personificados en Afrodita Urania (amor espiritual) y Afrodita Pandemo (amor carnal), y un hermosísimo mito sobre la teoría de la media naranja. La influencia de su pensamiento en el Neoplatonismo y el impacto de éste en el Renacimiento nos dejan huellas tan hermosas como el significado de la alegoría de La Primavera o El jardín de Venus, de Boticelli.
  • Aristóteles
En Aristóteles el amor adquiere un protagonismo metafísico de enorme genialidad, al explicar el curso del mundo a partir del erotismo del Primer Motor Inmóvil. No carece también de reflexiones sobre las diferencias entre el amor entre iguales, entre desiguales...
  • Freud
En el creador del psicoanális aparece también un interesante y relevante papel del concepto de amor. Freud lo enmarca dentro de su concepción dinámica de la psiqué: los dos impulsos primarios son Eros y Thanatos.
  • Ortega y Gasset
En su ensayo El amor en El amor en Stendhal, este autor nos ofrece una interesante aunque desapasionada perspectiva del tema. Desmitifica lo que parece más hermoso de él, racionalizando con habilidad, al definir el enamoramiento como "estado de imbecilidad taransitoria".
ALQUIMIA
Curiosa disciplina para tener alguna relación con el amor, ¿verdad? Sin embargo, veremos que existe alguna relación entre este concepto y la piedra filosofal.
EL AMOR A TRAVÉS DE LA HISTORIA
Es interesante también hacer una reflexión sobre las distintas formas en que se expresa y destaca en las distintas etapas de la historia. Desde su papel en el mito de Eros y Psique, el amor a Dios y el amor cortés en la Edad Media y Renacimiento, la exaltación de la pasión en el Romanticismo, la influencia de la aparición del cine... Hay, como vemos, muchas posibilidades de reflexionar acerca del amor; hay gran pluralidad de formas y matices... que otros días iremos desgranando. Por hoy, baste esta introducción.

viernes, 22 de mayo de 2009

Blade Runner


Blade Runner

Basada en la novela de Philip K. Dick: ¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas?


Ficha técnica

EE.UU., 1982.
Director: Ridley Scott. Intérpretes: Harrison Ford (Rick Decard), Sean Young (Rachel), Rutger Hauer (Roy Batty), Daryl Hannah (Pryss), Edward James Olmos (Gaff, el otro policía), Joanna Cassidy (Zhora, la otra replicante), Brian James (Leon, el otro replicante), William Sanderson (J. F. Sebastian), Joe Turkel (Tyrell).

Argumento
Año 2019. La Tyrell Corporation ha creado un tipo de robots, los Nexus 6, con apariencia idéntica a la del ser humano, para que trabajen como esclavos en colonias espaciales. Estos “replicantes” son superiores físicamente y en inteligencia al ser humano por lo que, para evitar que se conviertan en un peligro, han sido programados para tener una duración limitada a cuatro años. Tras una rebelión, debido a la cual se les prohíbe volver a la Tierra bajo pena de muerte, se crea a unidad policial de los blade runners, policías especializados en detectar y eliminar replicantes. La trama comienza cuando cuatro de ellos escapan y deciden volver para buscar a su creador y prolongar su efímera existencia.


COMENTARIO


1. ¿QUÉ DEFINE AL SER HUMANO COMO TAL?

Un debate clásico es el de qué distingue al ser humano de los animales; Aristóteles lo definió como el “animal con lógos”. La capacidad de comprender el mundo y hablar de él, la capacidad de concebir un orden racional –justo y con sentido– por encima del instinto y el determinismo de la naturaleza, distinguiría al ser humano del alma inferior, meramente sensitiva, de los animales.
La evolución de esta imagen ha llevado a identificar al hombre con su inteligencia. Pero el desarrollo tecnológico actual plantea un nuevo dilema: la inteligencia artificial, que se está utilizando incluso como modelo para explicar el funcionamiento cerebral, hace pensar si es posible que el ser humano, en cuanto inteligente, no sea más que una máquina extraordinariamente compleja y desarrollada. La diferencia entre la inteligencia de un ordenador y la de un ser humano, ¿es cualitativa o meramente cuantitativa? Esta segunda idea produce una desazón ya no racional, sino puramente emocional. Concebirnos como máquinas complejas, meros epifenómenos de una red de complicadas reacciones químicas y físicas, produce una sensación de frialdad y falta de individualidad que pone en el punto de mira otras características peculiares de los seres humanos: los sentimientos, la autoconciencia y la experiencia vital. La película juega con las ambigüedades entre humanos y replicantes en todos estos aspectos.



Inteligencia

Roy vence a Tyrell, su creador, en la partida de ajedrez, algo que no puede hacer el humano Sebastian. En su afán prometeico, el hombre ha creado un ser superior a sí mismo. La criatura ha comido del árbol de la ciencia y se iguala a Dios.
Sentimientos

Rachel, el último prototipo de replicantes creado por Tyrell, es quien mejor ilustra el desarrollo de sentimientos. Llora cuando se da cuenta de que es una replicante; se enamora de Deckard, le salva la vida; tiene sentido de la dignidad y del pudor. En los otros esta cualidad es más incipiente, pero se ve a lo largo de la película cómo son capaces de desarrollarlos. La frialdad con que son capaces de matar, como autómatas, contrasta con el dolor que experimenta Roy ante la muerte de Pryss y la empatía final que le lleva a salvar la vida de Deckard.
La ambigüedad en el otro sentido es también puesta en escena: el mismo Deckard declara que un blade runner ha sido entrenado para no tener sentimientos –deben ser capaces de matar fríamente a cualquier replicante, pero esa naturaleza mutilada no está del todo erradicada en él, como muestra su desazón cuando mata a Zhora: en ese momento no puede evitar sentirse, por encima de su entrenamiento, como si hubiera disparado por la espalda a una mujer de verdad–.
Autoconciencia

Uno de los criterios para marcar el paso de antropoides a ser humano se ha establecido en el desarrollo de la autoconciencia. El ser humano se considera tal en el momento en que empieza a ser consciente de su puesto en el mundo, de su temporalidad y caducidad, y se interroga por su destino tras la muerte.
Los replicantes son conscientes de su condición de esclavos y se plantean su derecho a la libertad, a una vida cuya finalidad esté orientada a sí mismos, no al servicio de otros. Son igualmente conscientes de su finitud y desean más vida –expresión modesta del ansia de inmortalidad–.

Experiencia vital

Desde una perspectiva existencialista, el ser humano se identifica por su trayectoria vital, por su pasado. Cuando pensamos en nosotros mismos lo que nos viene a la cabeza son una serie de recuerdos, una biografía que ha ido modelando un actual modo de sentir y pensar.
La identidad que aporta el propio pasado, los recuerdos, es puesto en tela de juicio ante otro nuevo tema de ciencia ficción: los implantes cerebrales.
La concepción del alma cartesiana aparece aquí de inminente actualidad. Descartes planteó la duda sobre la autenticidad de las propias vivencias con la hipótesis del genio maligno: al igual que cuando sueño creo que todo es real y cuando despierto me doy cuenta del engaño, ¿y si hubiera un genio maligno que me hace creer que todo lo que veo, toco, siento, es real, y en realidad no fuera más que un sueño? Tal hipótesis cobra ahora nueva dimensión al plantearnos la posibilidad de manipular el cerebro e insertar en él recuerdos y vivencias que no nos pertenecen. El juego de la realidad virtual ha sido tratado, con mayor o menor profundidad, en otras películas como Matrix o Desafío Total.
Un último apunte sobre el juego de ambigüedades: Deckard sueña con un unicornio que Gaff hace en papiroflexia y se lo presenta dos veces –la última indicando que ha visto a Rachel y le ha perdonado la vida–. Parece, pues, que conoce el contenido de su mente. Esto se ha interpretado como el hecho de que el mismo Deckard es un replicante. Pero tal vez el recurso al unicornio no es más que un colofón a ese juego de ambigüedades: ¿qué sentido tendría que lo fuera, sin más? ¿no tiene más sentido pensar que, quizá, lo que se pretende es una declaración simbólica de esa indistinción entre humanos y replicantes?

Grados de humanidad
Sentimientos, empatía, sentido de la dignidad y del pudor, actitud moral... Todo cuanto parece acercar a los replicantes a una naturaleza verdaderamente humana tiende al acercamiento, apertura y comprensión de otros seres humanos, o en general de cualquier otro ser dotado de vida y sentimientos. A la inversa, la deshumanización proviene de la frialdad, el egoísmo, la manipulación de las personas.


2. EL HOMBRE Y SU FINITUD


"He visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir..."


El tiempo

La inquietud filosófica y vital que plantea el tiempo al ser humano puede esbozarse en dos perspectivas: la caducidad, y por tanto inconsistencia que impone a la propia esencia, y su irreversibilidad.
El tiempo, inexorablemente, va devorando todo a su paso y hace irrepetible cada momento. En su conversación con Roy, a partir de una serie de datos científicos, Tyrell le explica que no puede hacerse nada para dar marcha atrás: la vida, una vez creada, es un camino sin retorno ni posibilidad de corrección. La inexorabilidad de la muerte de los replicantes tiene su paralelo en el envejecimiento galopante de Sebastian, un nuevo acercamiento entre el hombre y su copia virtual.

La muerte

Inquietud humana por antonomasia. En su toma de autoconciencia, los cuatro replicantes sienten la angustia ante su inminente final. Ello es lo que les lanza en busca de su creador, para pedir más vida, para pedir, en última instancia, un sentimiento de esperanza. La superior perfección de Roy es esgrimida como argumento para compensar la cortedad de su existencia –“la luz que brilla con más intensidad se apaga antes”–, pero es un consuelo ineficaz. ¿Quizá la perfección es la muerte? ¿va contra la vida?...
El único posible consuelo es la esperanza de una vida eterna, ulterior, que sólo es posible ideando un alma inmortal. “Ir al cielo, ir al infierno...”; en su repetitiva formulación, Roy está expresando la única esperanza que le queda: la posesión de un alma con un destino eterno. Eso es lo que se ilustra al final de la película: el desarrollo de un alma que abandona el cuerpo en que se ha creado, en la imagen del ave que vuela al cielo, liberada de sus manos en el momento de su muerte, cuando entona, como el canto de un cisne, su inspirado discurso. Esa ilustración del alma como ave es algo que aparece ya en culturas antiguas como la egipcia.
El conocimiento de la propia fecha de muerte es lo que confiere esa angustia a la vida de los replicantes. A pesar de su inexorabilidad, el hombre no conoce su fin, lo cual dota a la vida de esperanza y da a cada momento un nuevo valor. Junto con el pasado real, lo que distingue al humano del replicante es su futuro abierto, incierto. Rachel no tiene fecha de caducidad; ha sido creada como replicante, pero ya no queda casi ninguna característica que la distinga de cualquier otro ser humano, salvo los recuerdos verdaderos, que en cualquier caso empieza a poder atesorar a partir de su encuentro con Deckard.


3. EL HOMBRE Y SU CREADOR



El espíritu profundamente religioso de la película se patentiza en numerosas referencias, muchas de ellas bíblicas. En su primera parada buscando a Tyrell, en la fábrica de ojos de Chew, cita una apocalíptica frase tomada de un poema de William Blake (América: una profecía): “Y los ángeles ígneos cayeron. Profundos truenos se oían...”. Roy es llamado por Tyrell “hijo pródigo”, y éste a su vez es llamado por aquél “padre”. La nietscheana muerte de Dios a manos del hombre revela, sin embargo, la angustia por su distancia y ausencia: Tyrell vive oculto en un castillo, casi inaccesible. Tras el largo camino lleno de escollos que tienen que superar para llegar a él éste se revela inútil y desentendido de su obra.
Roy parece, en su pelea final, una bestia apocalíptica, como si anunciara la muerte inminente. En un ambiente modernista pero de palpable inspiración neogótica, persigue amenazante y aullando a un Deckard más frágil y humano que nunca ante la poderosa fuerza y furia de su contrincante. Lo que parecía que iba a ser su fin se troca en una intensa experiencia sobre el sentido de la vida, en que la empatía manifiesta de Roy tiene su reciprocidad en la compasión del blade runner.
Pero las referencias religiosas no son sólo bíblicas. Algunos símbolos, tomados de la mitología, dan muestra de la universalidad de las inquietudes humanas aquí tratadas. El unicornio y la lechuza son referentes mitológicos de la cultura griega.
La lechuza es el animal de Atenea o Minerva, diosa de la sabiduría y de la astucia. Los ojos siempre alerta de este animal (tuerto en la muerte de Tyrell) aparecen en todas las escenas en que buscan al creador para pedirle precisamente el conocimiento, el secreto de la vida, que les permita escapar a la muerte.
El unicornio es un animal mitológico que se caracteriza porque muere en cautiverio. Los replicantes son esclavos, y por ello desean escapar a su condición. La libertad, parece así indicarse, es la esencia de la vida. Consistiría en que la vida de cada ser debe tener sentido para sí mismo, no para otro –esencia de la esclavitud–. Por su esencial libertad el unicornio es un animal fiero y peligroso.
Una última referencia ineludible es el tratamiento del ideal prometeico: el ansia del ser humano de imitar el poder creador de Dios, que ya reflejara Mary Shelley en su Frankenstein o el moderno Prometeo, que aparece también en el mito judío del golem y que aquí se muestra en la soberbia de Tyrell de crear seres cada vez más perfectos.

martes, 19 de mayo de 2009

Cortiblog 5

¿Sabes la respuesta?

Cortiblog 4

El fascinante universo que es el lenguaje posee también como enlaces sus espejos sinestésicos en ámbitos tan dispares como lo material y lo inmaterial, los sentidos y la razón, las formas y los contenidos. Y ocurre que cuando miramos una palabra a veces podemos ver reflejada otra y saltar a su interior, como Alicia en el espejo, escapando del ámbito incómodo de uno al más grato o complaciente de otro. He aquí otro cotidiano ejemplo.

- Miss Esther, que le saco la cabeza.

- Perdona, estatura me sacarás la que quieras, pero cabeza ninguna. Porque tú ¡no tienes cabeza!

(Javier Díaz y compañía, donde quiera que estéis, un saludo)

sábado, 16 de mayo de 2009

cortiblog 3

También sucede a veces que el propio significante, cuando no nos remite a algo más cercano, nos vincula con un significado totalmente ajeno del mensaje, tan solo porque su ropaje nos recordaba al que se nos presentaba. Nuestra mente busca entonces ese terreno más familiar, más cercano, en su universo de significados. Y en ese terreno construye su propio andamiaje.

He aquí otro ejemplo de la vida real:

- Esther, ¿a ti qué música te gusta?

- Soy ecléctica.

- (un tercero despistado)

- ¡hala! ¿sí? Y, si no te tomas la pastilla, ¿te dan ataques?

otro cortiblog

He aquí otro enlace o hipervínculo entre el lenguaje en sí y la reconstrucción previa del mismo, cual gestalt de nuestra mente: las expectativas. ¿Quién no ha entendido alguna vez más allá de lo que se decía, o incluso ha desvirtuado, por las expectativas previas que tuviera? Damos por sentado lo que el otro tiene que saber, y ante un sonido que se presenta como un mensaje a la espera de respuesta, reconstruimos nosotros el mismo.

- ¿Qué tomas?
- De fresa.

El séptimo sello


Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro
escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

(Apocalipsis, 5, 1).






EL SÉPTIMO SELLO
Det Sjunde Inseglet





FICHA TÉCNICA
Suecia, 1957.
Director: Ingmar Bergman. Intérpretes: Max von Sydow (Antonius Block), Gunnar Björnstrand (Jöns, el escudero ateo), Nils Poppe (Jof), Bibi Andersson (Mia), Bengt Ekerot (la Muerte).
Basada en su propia obra teatral, Tramalning, Bergman realiza la que será una de sus películas más emblemáticas, la que le consagrará como un director de peso, aclamado en su momento en el festival de Cannes.




ARGUMENTO

Suecia, s. XIV. El caballero Antonius Block, junto a su escudero Jöns, vuelve a su pueblo natal en Suecia tras diez años en las cruzadas. A su regreso, mientras descansa en la playa, es recibido por la Muerte, que lo reclama; pero antes de morir desea encontrar algo, por lo cual pide jugar una partida de ajedrez para obtener esa prórroga.
Ambos se encuentran en una tierra desolada por la peste: en su camino Jöns va a interrogar a un hombre quien, al ser volteado para hablar con él, resulta ser sólo su propia calavera. Ante ello dice el escudero que ha sido “demasiado explícito”. Llegarán a una aldea, donde Antonius Block intenta rezar y se confiesa con la Muerte, confundiéndole con un cura. Mientras, Jöns habla con un pintor sobre sus retablos.
Continuando su marcha, se encuentran con unos titiriteros y con unos aldeanos supersticiosos atemorizados con la peste. En su periplo, Jöns rescata a una muchacha de los abusos de un seminarista, al que ésta había pillado robando a un cadáver.
Entre los comediantes, uno de ellos se escapa con la mujer del herrero, lo que dará lugar al enfrentamiento de éste y otros aldeanos con Jof, a cuyo auxilio sale también el escudero Jöns. Entre tanto, Block se encuentra en la carreta de los comediantes con Mía y su hijo.
Estos y otros personajes irán desenvolviendo sus propios avatares mientras nuestro protagonista continúa la partida, que reanudará en distintas etapas en su viaje de vuelta a su castillo.

COMENTARIO

En esta película Bergman utiliza toda la imaginería de los retablos medievales, esa época en que la amenaza supersticiosa y apocalíptica de la muerte, el pecado de los sentidos y el fin del mundo son el tema axial del espíritu de la época.
Junto a ello, un simbolismo universal y su propio mundo simbólico se entretejen formando este maravilloso tablero de luces y sombras y de dimensiones superpuestas.
En palabras del propio Bergman, “el séptimo sello es una alegoría con un tema muy sencillo: el hombre, su eterna búsqueda de Dios y la muerte como única certeza". El gran tema, sin duda, es pues la angustia ante la muerte y la búsqueda del sentido de la vida.
Es ésta una cuestión universal del pensamiento humano; no se trata de una película religiosa sin más, o al menos desde una perspectiva creencial; su trasfondo es existencialista: se plantea desde la angustia del vacío interior, desde el miedo a la nada. Ante la falta de pruebas, ante el sinsentido de la vida, la fe no basta.
La angustia del ser humano ante la finitud de su existencia se encuentra en la base de todas las expresiones religiosas; condiciona, aunque de diversos modos, el motor de la existencia de cada cual, como se ve en la distinta actitud de cada uno de los protagonistas antagónicos. Igual puede llevar a desear disfrutar al máximo de los placeres de este mundo antes de abandonarlo (el escudero), como puede llevar a despreciar todo lo mundano y centrarse en el modo de entender qué hay tras la muerte y cómo debemos conducirnos aquí para alcanzar alguna meta soñada (Block).
La confesión de Block es el fragmento más explícito de la inquietud temática.


- Quiero confesarme, pero mi corazón está vacío. El vacío es un espejo. Mi indiferencia ante los hombres me excluye. Vivo en un mundo de fantasmas, prisionero de mis sueños.
- ¿Aún no quieres morir?
- Sí quiero.
- ¿Qué estás esperando?
- Conocimiento.
- ¿Quieres una garantía?
- Llámalo como quieras.
¿Por qué es tan difícil percibir a Dios con uno de los sentidos? ¿Por qué se esconde entre vagas promesas y milagros invisibles? ¿Cómo podemos creer los creyentes si ni siquiera creemos en nosotros mismos? ¿Qué será de los que queremos creer? ¿Y de los que no quieran? ¿Qué será de aquellos que nunca podrán creer? ¿Por qué no puedo matar a Dios en mi interior? ¿Por qué me hace vivir con esta angustia, de modo tan humillante? Quiero arrancarle de mi corazón. Pero Él permanece dentro, burlón, no puedo arrojarlo de mí… ¿Me oyes?
- Te oigo.
- Quiero conocimiento. No creencias, no conjeturas, CONOCIMIENTO. Quiero que Dios muestre Sus manos, enseñe Su cara, que me hable. Pero sigue en silencio. Le grito en la oscuridad, pero allí nunca hay nadie.
- Quizá no haya nadie.
- Entonces la vida es una estupidez. Ningún hombre puede vivir con la Muerte y saber que el Todo es la Nada.
- La mayoría de la gente nunca piensa en la Muerte o en la Nada.
- Hasta que se encuentran en el final de la vida y ven la Oscuridad.
- Ah, ese día…
- Ya veo. Deberíamos fabricar un ídolo con cuatro miedos y llamarlo Dios.
- Eres complicado.
- La Muerte me visitó esta mañana. Jugamos al ajedrez. Este respiro me permite llevar a cabo una tarea vital.
- ¿Qué tarea?
- Mi vida entera ha sido una búsqueda sin sentido. Lo digo sin amargura ni reproches. Sé que es igual para todos. Pero quiero aprovechar esta oportunidad para hacer algo importante.
- ¿Juegas al ajedrez con la Muerte?
- Es un hábil estratega, pero yo aún no he perdido ninguna pieza.
- ¿Cómo puedes burlarte así de la Muerte?
- Con una combinación de alfil y caballo. Romperé su flanco.
- Espero acordarme.
- ¡Traidor! ¡Me has engañado! Pero encontraré una salida.
- Reanudaremos la partida en la posada.
- (Queda solo, mirándose la mano) Es mi turno. Yo muevo. La sangre late en mis venas. El sol todavía está en el cénit. ¡Y yo, Antonius Block, estoy jugando al ajedrez con la Muerte!

Pero A. Block no busca la inmortalidad en sí, sino el sentido de la vida. El tema, tal y como es tratado, muestra toda su dimensión de profundidad, misticismo y radicalidad humanas al ser comparado con el más antiguo poema épico que ha llegado hasta nosotros: la Epopeya de Gilgamesh. Es en la respuesta y en ese logro donde se encuentra el vínculo con el primitivo poema. El sentido último de la vida no se encuentra en alcanzar una certeza de inmortalidad, eternamente esquiva a los mortales en los relatos míticos y religiosos de tantas culturas. Se encuentra en dar a cada instante una dimensión absoluta, entregándose a los demás, hermanándose con la humanidad y desenvolviendo desde las entrañas el sentimiento más sublime del hombre, el amor.
Desglosemos ahora este tema en algunos de los más importantes prismas que alcanza.

La búsqueda de Dios
La película comienza con un plano del cielo en que el Sol se oculta entre las nubes, mientras suena la estremecedora composición del Dies Irae. Aparece un águila majestuosa sobrevolando por delante de ese Sol. Queda en suspenso y se acalla la música. Entonces aparece una playa, mientras una voz en off recita el Apocalipsis de San Juan: “Y cuando el Cordero abrió el séptimo sello se hizo el silencio en el cielo durante una media hora. (…) Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.” Apocalipsis, 8: 1 y 8: 6.
La relación entre Dios y el Sol es ya tradicional en la mayoría de las religiones desarrolladas (no así en las primitivas). En concreto, el Cristianismo asimila este simbolismo solar, de fuerte tradición egipcia, hasta el punto de que a Jesucristo se le pone como fecha de nacimiento el del solsticio de invierno, el día del Sol naciente. Lo mismo cabe decir de la obviedad de la ubicación de Dios en el cielo.
Pero no hay que remontarse a conocimientos sutiles de simbolismo para intuir esa búsqueda espiritual. La sensación que produce ese cielo nublado medio ocultando el Sol es suficientemente explícita. El águila que en un momento lo sobrevuela es otra referencia al Dios supremo. En muchas culturas representa el poder del cielo, por ser su vuelo majestuoso el más elevado.
Tras ese plano del cielo, lo primero que hace Block al despertar es rezar.
El tema central queda presentado desde el principio, introduciéndonos en su mensaje. Pero esa búsqueda de Dios no acota lo suficientemente el tema: tal busca es fruto de la certeza humana de la muerte y el temor ante ella. De ahí la superposición sonora del Apocalipsis y el Dies Irae.
Aparecen Antonius Block y después su escudero tumbados en la playa. Está amaneciendo. En la orilla, sus dos caballos, mezclando el nivel del argumento con el del tema, crean una alusión explícita a los caballos que se mencionan en el Apocalipsis, que van siendo descubiertos según se van abriendo los primeros sellos.
La siguiente referencia a esta búsqueda es la escena de la iglesia. Mientras Jöns queda conversando con un pintor sobre sus retablos, asido a la vida y sus placeres −en este caso, una conversación amena− como única realidad, A. Block quiere confesarse y explicita ahora el sentido y la forma de esa búsqueda que le atormenta.
Aquí cobra especial importancia la iconografía. Jöns parece el propio Bergman interesado por la composición artística y su significado. El Cristo románico al que reza Block resulta grotesco, mudo, aterrador.
La constante búsqueda de Dios es la única respuesta que se nos ofrece. No hay nada en la película que adelante una hipótesis. El espectador puede salir identificado con la angustia, con la esperanza, con el escepticismo… pero todo cuanto concluya será su propia respuesta.
Así ocurre cuando conversa con la muchacha que está a punto de ser quemada por bruja. Ella afirma haber visto al Diablo (si éste existe, existe Dios, aunque a la inversa es más discutible). Pero Block no obtiene de ella más que su palabra, no la certeza perceptiva, por la razón o los sentidos, pero no por la fe.
No sabemos qué encontrarán más allá cuando llega el momento, pero nuestro protagonista manifiesta de nuevo su angustia y su necesidad de creer, su no aceptación de la nada.
Dios es el único que puede satisfacer el sentimiento de búsqueda del ser humano
Como decimos, la película refleja esa búsqueda de Dios, presente en el ser humano desde que el hombre es hombre. Pero lo que refleja en sí es la raíz de esa búsqueda. Para entender el sentido de la misma hay que retrotraerse a otra pregunta: ¿qué es Dios?
Pensemos en el modo en que se presenta aquí: aunque sea el tema central, no aparece ninguna respuesta. Dios aparece tan solo como el nombre personificado de esa soñada respuesta.
El elemento místico personificado aquí no es Dios, sino la Muerte. Es con ella (en este caso con él, pues se personifica en un hombre) con quien juega esa partida; es con la Muerte con quien se enfrenta su inteligencia.
Y ésta es otra referencia importante. La búsqueda se hace a través de la inteligencia. No es un juego azaroso: el ajedrez es un juego de estrategia, de astucia, donde la inteligencia tiene que desplegar toda su capacidad práxica. Y en ese juego el personaje busca alcanzar la comprensión racional. “No me basta la fe, necesito comprender”, declara Antonius muy significativamente.


Espíritu y razón
Como tema subsidiario a la vez que enfoque de éste, se encuentra la disputa entre lo racional y lo espiritual. Block, aunque parece representar la primera, se encuentra en una tierra fronteriza entre ambas. No quiere creer, quiere saber. La fe no le basta. Esta declaración es una muestra de adhesión a la racionalidad, pero también declara: “qué será de los que queremos creer y no podemos”. Qué será de los unos, los otros… Ese “qué será” no nace de la mera razón, aunque sea a través de ésta como requiere una respuesta. Hay en él una inquietud emocional, espiritual, que siente que todo hombre ha de plantearse, como le declara a la Muerte, aunque sea el último día de su vida.
Su actitud última ante su fin destaca aún más esa sed espiritual. Se niega con angustia a escuchar el mensaje ateo de su escudero, quien está convencido de que tras la muerte se encuentra tan sólo el abismo de la nada. Una actitud que no sólo declara con firmeza ante el interrogatorio y posterior quema de la muchacha acusada de bruja, sino que también mantiene en el último instante de su vida, ante la presencia de la misma Muerte. En ese momento, Jöns vuelve a expresar su carácter, su posicionamiento ante la vida, cuando espeta enojado a Block que si no hubiera desperdiciado su vida pensando en la eternidad habría disfrutado de ella.

La muerte y la vida.
El juego de ajedrez es una hermosísima metáfora de ese tema trascendental y universal del ansia humana de inmortalidad, que aparece ya en los retablos medievales que inspiraron a Bergman. Ganar la partida a la Muerte significaría no morir. Como hemos dicho anteriormente, es el mismo tema que se trata en la Epopeya de Gilgamesh. Y el destino que se ilustra es el mismo: la imposibilidad de vencer nuestra naturaleza mortal. (pintura mural del s. XV, en la iglesia de Täby)
En los dos planos en que se mueve la película –lo trascendente y lo inmanente–, la primera incursión, dentro de la presentación misma, es la aparición de ese sombrío personaje. Esa presentación está toda ella imbuida en el simbolismo de la frontera: la playa, límite entre la tierra y el mar –las aguas son a su vez símbolo de vida y muerte, en cuanto representan un ámbito larvario de disolución y posibilidad de formas–. Allí se presenta la Muerte con su brazo extendido, cortando el horizonte con su negrura.
Su camino de vuelta se encuentra jalonado de señales de muerte y desolación, causados por la peste y trayendo como consecuencia el fanatismo religioso. Es un reflejo que introduce ya lo que está sintiendo el protagonista sobre el sentido de su vida.
La peste está presente a la largo de la película como leitmotiv de la consciencia de muerte. La escena del apestado al que la joven acompañante de Jöns quisiera ayudar retrata esa presencia real de amenaza. Mientras, en el plano trascendente, lógicamente más simbólico, aparece la muerte del actor: la tétrica figura tala su “árbol de la vida”.
El negro y el blanco, la luz y la oscuridad. Bergman juega magistralmente con los colores para transmitir visualmente ese antagonismo de la vida y la muerte. La tétrica personificación juega, “como es lógico”, con las negras, mientras que en el jugador de blancas destaca especialmente la luz de su cabello albino. Igualmente luminosa se presenta Mía.
Pero el blanco es utilizado no para reflejar la vida sin más, sino esa vida sublime y llena de sentido, del modo más espiritual en que pueda concebirse. Los personajes más inmanentes, como Jöns, parecen vestir de pardo. Otros combinan el blanco y el negro.

Sensualidad vs. espiritualidad
He aquí otro debate universal del pensamiento humano: la sensualidad y los placeres frente al espíritu. ¿Han de estar realmente enfrentados? ¿Cómo se presenta este tema aquí?
Pensemos en la escena de la comida con las fresas. En el mundo de Bergman, las fresas representan la sensualidad, la juventud, el erotismo y goce de la vida. La leche, cuya blancura resalta luminosa en el cuenco (en realidad, estaba vacío y pintado para crear esa luz), alumbra y da pureza a la escena. Block siente un afecto sincero y desinteresado por este ser humano, por esta familia, y eso ilumina su corazón. Aquí las fresas –alejándose del erotismo y peligro de Fresas salvajes– se tornan amables, reflejando la bondad y dulzura de la vida. El descubrimiento de ese sentimiento será lo que dé sentido a su vida, al salvar de la muerte a otras.
Por su parte, Jöns es la personificación del carpe diem, de adhesión a la sensualidad y los placeres de la vida. Convencido de que no hay nada fuera de los márgenes de esta vida, se declara a sí mismo desde el principio cuando le dice a Block que él busca sólo una aventura.

El amor
La gran respuesta al sentido de esa búsqueda es sin duda el sentimiento de amor hacia los demás. Pero el amor da nombre a sentimientos muy variados; tiene muchos matices y muchas expresiones.
Empecemos por ver su aspecto más genérico, como respuesta, volviendo a la primera frase del diálogo entre Block y la muerte: “Quiero confesarme, pero mi corazón está vacío. El vacío es un espejo. Mi indiferencia ante los hombres me excluye. Vivo en un mundo de fantasmas, prisionero de mis sueños.”
He aquí la causa de la angustia, la raíz del vacío, la explicación de la nada. Block no siente vínculo alguno hacia los demás hombres. Ha luchado en las Cruzadas por la causa de Dios. Ha dejado atrás sus tierras y a su mujer; pero ello no le hace lamentarse. Es ese vacío existencial que Sartre expresó como nausea.
Reta a la muerte con la condición de que, si vence, le dejará tranquilo; si pierde, se irá con él. No tiene nada que perder, pues en cualquier caso era ya previamente su destino. En realidad, tiene seguro que algo va a ganar: si no la batalla final, al menos tiempo. Y en ese tiempo quiere encontrar la respuesta. Según sus propias palabras: “quiero aprovechar esta oportunidad para hacer algo importante”. Va a morir. Sin embargo, su partida contra la Muerte no ha sido en vano.
Ante Mia y su familia no es indiferente. La comida que comparte con ellos −un verdadero "ágape" en todos los sentidos de la palabra− ha resultado para él un instante lleno de hermosura, ha despertado sus sentimientos. He aquí su gran acción: salvarlos de la Muerte, a quien, según ésta se jactaba, nadie podía escaparse. No ha conseguido escapar él, pero, ¿quién querría ser inmortal si eso significa sentir eternamente ese vacío? La salvación para Block, el sentido de su vida, se ha mostrado en un solo instante, pero ha sido suficiente. Éste es el sentido del Amor.
Aparece también reflejado el amor de pareja, en varios casos contrapuestos. Tenemos el matrimonio de Jof y Mia. Un amor dulce y bondadoso; la neta sencillez de Jof le permite ver visiones, como la de la Virgen. En el otro extremo, el triángulo entre el herrero, su mujer y el actor, y la extraña relación entre Jöns y esa callada muchacha a la que salva del sátiro seminarista. Amor puro, deseo, compasión, erotismo…



Esther C. García Tejedor
¡Hola, Maite!
Inauguro esta sección en tu honor. No dirás que no acepto las críticas.
Comencemos por decir que el lenguaje tiene sus equívocos, y sus propios enlaces no susceptibles de reducirse a formato informático. Creo que va a ser el hilo conductor de esta sección: los enlaces mentales que escapan a la poderosa maquinaria informática.
Veamos una anecdotilla de la vida real, para abrir boca.
Todos sabemos lo estúpida que puede ser la verborrea de los ligones, es un buen ejemplo de que el contenido del mensaje no siempre refleja su enlace con la intención.
(intención: ligar)
Mensaje: hola, somos unos ángeles que hemos venido a salvaros del aburrimiento. En el cielo no hay desconocidos, porque en el cielo todos somos hermanos.
(intención: librarse del pelma)
Mensaje: ya. Pues en la tierra, todos somos primos.