También sucede a veces que el propio significante, cuando no nos remite a algo más cercano, nos vincula con un significado totalmente ajeno del mensaje, tan solo porque su ropaje nos recordaba al que se nos presentaba. Nuestra mente busca entonces ese terreno más familiar, más cercano, en su universo de significados. Y en ese terreno construye su propio andamiaje.
He aquí otro ejemplo de la vida real:
- Esther, ¿a ti qué música te gusta?
- Soy ecléctica.
- (un tercero despistado)
- ¡hala! ¿sí? Y, si no te tomas la pastilla, ¿te dan ataques?
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