Veamos la intención de su discurso:
“Llevado por mi ingenuidad, creía, pues, que se debía decir la verdad sobre cada aspecto del objeto encomiado y que esto debía constituir la base, pero que luego deberíamos seleccionar de estos mismos aspectos las cosas más hermosas y presentarlas de la manera más atractiva posible. Ciertamente me hacía grandes ilusiones de que iba a hablar bien, como si supiera la verdad de cómo hacer cualquier elogio, pero según parece no era éste el método correcto de elogiar cualquier cosa sino que, más bien, consiste en atribuir al objeto elogiado el mayor número posible de cualidades y las más bellas, sean o no así realmente; y si eran falsas, no importaba nada. (198d-e)...........Con la ironía socrática hemos topado. ¿Cuál es la intención última de un discurso? ¿El elogio, la interpretación conveniente a un interés, la verdad...? Qué pocas veces es esta última. Pero, fiel a su fama y a su habitual hacer, Sócrates se propone esto último, y así declara a continuación: “Mira pues, Fedro, si hay necesidad todavía de un discurso de esta clase y queréis oír expresamente la verdad sobre Eros, pero con las palabras y los giros que se me puedan ocurrir sobre la marcha".
..........El deseo sería, pues, algo así como la conciencia de una carencia. Una conciencia que se despierta a veces ante la súbita presencia de ese algo deseable, que nos hace sentir que no estamos completos, que nos hace movemos indigentes hacia algo.
.........¿Significa esto que Eros es mortal? De nuevo, más bien algo intermedio entre lo inmortal y lo mortal: algo que si muere, renace; algo que se renueva constantemente. Y en este punto es cuando Sócrates-Diótima lo define como "un gran daimon".
..........Pero va más allá de un ser intermedio: es un ser intermediario. Él “interpreta y comunica a los dioses las cosas de los hombres y a los hombres las de los dioses, súplicas y sacrificios de los unos y de los otros órdenes y recompensas por los sacrificios” (202e).
“Al estar en medio de unos y otros llena el espacio entre ambos, de suerte que el todo queda unido consigo mismo como un continuo. A través de él funciona toda la adivinación y el arte de los sacerdotes relativa tanto a los sacrificios como a los ritos, ensalmos, toda clase de mántica y la magia". (2002e).
“está al acecho de las cosas buenas y bellas; es valiente, audaz y diligente, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue simpre se le escapa, de suerte Eros nunda está ni falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia". (203d).
..........Muy cercano a la ética aristotélica, como podemos ver.
..........¿Parece ingenuo hablar del amor a las cosas buenas con esa generalización, como si todos amaran lo mismo o del mismo modo? Pues no nos dejemos llevar a engaño, porque también Platón –o Sócrates, o Diótima…− se da cuenta de ello. Pues continúa: “hemos separado una especie particular de amor y, dándole el nombre del todo, la denominamos amor, mientras que para las otras especies usamos otros nombres” (205b).
...........Efectivamente, el amor es un sentimiento demasiado amplio y con demasiados matices. Parece haber, pues, una especie de problema de metonimia. Hay algún tipo de amor que privilegiamos sobre otros. No se dice, por ejemplo, de los que aman su trabajo, su obra, o la sabiduría, que estén enamorados o que sean amantes.
..........¿Recordáis el discurso de los hombres bola? Pues bien, aquí Diótima, como si hubiera estado presente, hace una mención crítica a ello. Respecto a que los enamorados busquen la mitad de sí mismos, dice ella que no es cierto, pues del mismo modo “los hombres están dispuestos a amputarse los pies y las manos si les parece que no son buenas” (205e). Es cuestionable esta versión, pues tal afán sólo se produce si esas partes impiden el desarrollo del todo, como en el caso de jugarse la vida por gangrena si no son amputados. Pero aquí se elige un mal menor frente a otro mayor, no un verdadero rechazo de una parte integrante.
..........No obstante, sí es verdad que rechazamos partes de nosotros mismos. ¿Será que no forman parte de nuestra esencia? ¿Qué somos entonces? Puede no gustarnos nuestra nariz, nuestra estatura, nuestro grosor, y desear otro aspecto físico. Pero incluso puede no gustarnos nuestro carácter excesivamente tímido o iracundo, ingenuo o apasionado. ¿Será que ni nuestro cuerpo ni nuestro carácter somos nosotros mismos?
...........Pongamos otro caso: Edipo, quien decide sacarse los ojos. ¿Odiaba sus ojos? En realidad lo que se le tornó odioso fue el conocimiento que ellos ofrecen, el conocimiento de las cosas sensibles, de la vida en cuanto tal, con su azaroso y fatal devenir. En ese execrar de sus ojos estaba rechazando la visión de los avatares de la vida.
..........La teoría de Diótima es que los hombres lo que realmente aman es el bien. Qué decir aquí, salvo que está en juego toda la teoría platónica del bien, con sus implicaciones éticas, psicológicas, metafísicas y antropológicas. Y quizá sea verdad: quizá lo que creemos buscar no es lo que realmente estamos buscando, y a veces nos damos cuenta demasiado tarde.
...........Eros no es, pues, ni una bestia ni un dios. Participa de la misma naturaleza espiritual del hombre. El hombre, pues, ama por naturaleza. ¿Qué es la vida sino deseo y necesidad de algo exterior? Necesidad del aire, del alimento, de la compañía... Eros, el deseo, es la dinámica de la vida, que se mantiene de la energía del entorno, en todas sus facetas. Es quizá también deseo de trascendencia de la propia naturaleza, o quizá de desenvolvimiento de la misma (en sentido aristotélico). Quizá esa sea la naturaleza última de Eros: la fuerza misma de la vida.