De nuevo hablando de relaciones entre el lógos y la realidad. Con qué facilidad se manipula (y manipulamos) el discurso ético, ¿no es así? Políticos, religiosos, famosos de cualquier calaña...
¿Cómo podemos saber si un discurso responde realmente a una moral? Podemos apelar a que la moral es relativa... pero, entonces, al menos, es. Podemos decir que depende de su correspondencia con la intención de quien lo maneja, pero a menudo nos es desconocida, o la juzgamos por su coincidencia con la nuestra, no por su relación con una realidad, objetiva o subjetiva (de intención). Podemos incluso decir que la moral es algo distinto al discurso, pues gente hay de gran altura moral que no se expresa bien, y viceversa. Pero, en cualquier caso, la reflexionamos con palabras y a través del discurso.
¿Podemos desenmascarar la manipulación del discurso moral?
Primer paso, muy socrático: la definición. ¿Qué es la moral? ¿De qué hablamos cuando decimos que algo es o no ético, o cuando decimos que la moral es relativa o absoluta?
Pues bien, he aquí los rasgos básicos que definen el juicio, la acción o el sentimiento moral, sea lo que sea.
La moral es aquel juicio, acción o sentimiento que se define por ser universal y desinteresado.
Universal: porque cuando juzgo o siento desde una perspectiva moral, no parto de que yo no debo hacer esto, sino de que nadie debería hacerlo, y prescindo de los sujetos implicados: sean quienes sean, amigos o enemigos, conocidos o desconocidos, amados u odiados, lo juzgaría o sentiría del mismo modo. Si no, no es moral.
Desinteresado: porque cuando juzgo o siento algo como bueno o malo, justo o injusto, prescindo del modo en que me afecta a mí. Gane o pierda con ello, lo que está bien está bien (aunque sólo lo pensara yo) y lo que está mal está mal. Si me dejo llevar por intereses, identificaciones, o conexiones con los implicados, no es moral.
He aquí el primer paso para hablar de ética. Intenta ahora juzgar los discursos sobre la crisis, la violencia juvenil, la honradez de los que se venden como tales... Pero sobre todo, analízate a ti mismo.
Otra pista para saber hasta qué punto en un juicio, un sentimiento o una acción -sobre todo- eres moral. ¿Actuarías del mismo modo (por ejemplo, algún sacrificio por hacer un bien a alguien) si nadie nunca pudiera saberlo, ni reconocerlo ni agradecerlo ni recompensarlo? Eso sí que es ser desinteresado.
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