miércoles, 28 de octubre de 2009
Razón teórica y razón práctica
domingo, 25 de octubre de 2009
Motores de la conducta humana. 2: valores y normas
............En la balanza de la conducta humana, habíamos clasificado los motores en dos platillos representando dos tendencias contrapuestas. Uno de los platillos correspondía a los motores “egoístas”, en el sentido de que se centran en la complacencia y supervivencia del agente individual. En el otro lado, colocábamos un platillo con los motores que trascienden las necesidades inmediatas del yo, lo contextual, y que serían aquellas tendentes a encontrar una quizá una estabilidad de criterio, unas pautas fijas de conducta: en definitiva, unas constantes. Pero estas “constantes” no vienen dadas: en su mayoría se van formando y se desarrollan a lo largo del proceso de socialización, por lo que son fuertemente influidas por la sociedad en que educamos. Aquí situábamos los valores.
.........Pero la cosa se complica más, porque hay distintos tipos de valores, y a veces hay que discriminar unos para alcanzar otros. Podemos hablar de valores sociales (cada sociedad valora un cierto tipo de conductas y premia o castiga según esos parámetros; la aceptación social es importante para sobrevivir); valores estéticos (la belleza: entre dos objetos igualmente funcionales preferiremos el más hermoso); corporales (salud, placer, fuerza, agilidad…); valores económicos (entre dos objetos iguales preferimos el que resulta más rentable o más barato…)… Y existen también otro tipo de valores, a los que más nos referimos cuando utilizamos este término: los valores morales.
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..........Según quién entendamos como sujeto del sistema de valores (un individuo o una sociedad) y según atendamos a la naturaleza misma de los valores, podemos distinguir tres tipos, o si se prefiere plantearlos desde tres dimensiones distintas:
· Sistema de valores social: cada sociedad posee su propio sistema de valores. En la Edad Media, por ejemplo, predominaba el ideal de caballero; en el Renacimiento el hombre desarrollado en su integridad intelectual; el héroe homérico destacaba el honor y el reconocimiento, mientras que Aristóteles nos presenta un ideal de ciudadano más acorde con sus tiempos… Podríamos añadir las diferencias de valores entre la actual cultura occidental y las culturas orientales: el individualismo radical o la sumisión al grupo, el papel de la mujer, el concepto de libertad… Un sistema de valores social varía según las culturas, en el espacio y el tiempo.
· Sistema de valores universal: serían los valores en sí, objetivos, verdaderos y absolutos, al margen de que los conozcamos y/o reconozcamos. Tendemos a creer en su existencia en la medida en que el juicio moral en sí, como vimos, se caracteriza por ser universal (nadie debería / todos deberían…) y porque existen cierto tipo de valores coincidentes en todas las culturas. Las teorías éticas que niegan su existencia son los relativismos morales.
· Sistema de valores individual: según la sociedad en que nos educamos y según nuestra propia racionalidad, vamos configurando un sistema de valores propio. El sistema de valores individual es lo que el individuo asimila según su conciencia y educación.
Los distintos valores guían nuestra conducta y dan forma a nuestros deseos; pero a menudo pueden entrar en conflicto entre sí: querer fumar o comer mucho y querer estar sano (placer vs. salud); desear ser bueno y no tener que sacrificar los propios intereses...(conciencia vs. bienestar)…. De ahí que sea necesario reflexionar sobre los propios valores, su origen y naturaleza (individual o social, moral o de otra índole...) para establecer una adecuada jerarquía de valores. Éste es el punto de partida del hedonismo racional de Epicuro.
LAS NORMAS
........Una norma es una pauta de conducta que se considera adecuada y se impone seguir.
........Las normas son necesarias para la convivencia. Algunas de ellas pueden ser convencionales (frenar con el semáforo en rojo y seguir en verde), pero deben ser respetadas porque responden a un acuerdo común para convivir. Otras son más obvias en sí mismas (no matar, respetar la propiedad ajena, pagar impuestos…). La ley –si no está supeditada a meros intereses de poder− intenta regular la convivencia dictando este tipo de pautas que se impone seguir y penalizando a quienes las incumplen.
........Pero a veces la imposición no nos viene dictada desde el exterior, sino desde la propia conciencia. Entonces nos encontramos ante una norma moral: es aquella imposición que nos viene dictada desde dentro, impuesta por un criterio moral, y cuyo incumplimiento nos genera remordimientos. De aquellos que privilegian estas normas sobre cualquier otra se dice que poseen autonomía moral; si se actúa por mera obediencia o valoración externa se es heterónomo.
jueves, 22 de octubre de 2009
Lección de arte
EL ARTE, ESE MUNDO DE SINVERGÜENZAS
lunes, 19 de octubre de 2009
Los motores de la conducta humana. 1.
..........A lo largo de la historia el ser humano ha intentado indagar en qué consiste el arte de saber vivir. Es algo muy indicativo de hasta qué punto no sabemos cuál es la meta de nuestras acciones, especialmente si hablamos de nuestros proyectos vitales, más allá de una acción momentánea. La acción de cada individuo puede definirse por su búsqueda de un estado perfecto: la felicidad. La acción del individuo en cuanto social, es decir, en cuanto inserto en un proyecto de grupo, puede enfocarse hacia la búsqueda de un estado perfecto de la humanidad en su conjunto.
.........Vamos a clasificar en dos grupos esos motores: los factores que se enfocan a los intereses del individuo y los que se refieren a otras instancias externas que tienen en cuenta el bienestar de la sociedad y los principios morales (recordemos que son aquellos que el individuo tiende a plantear como universales -no sólo yo, sino nadie debería o deberían todos...- y desinteresados -salga ganando y perdiendo yo en ello-. A estos dos grupos añadiremos las facultades que hacen variar el peso de la balanza de nuestra elección.
1. Impulsos, deseos y sentimientos
Comencemos por definir los factores que se refieren estrictamente a la naturaleza del individuo y su tendencia al bienestar. En realidad, los conceptos que utilizamos son sólo herramientas para habérnoslas con nuestra propia conducta, siendo así que en ocasiones puede ser difícil precisar de qué estamos hablando. Pero esta clasificación nos acercará a la posibilidad de hacer un análisis de factores.
Impulsos: el impulso podría definirse como una urgencia o tensión psicológica involuntaria, que nos empuja a realizar una acción elemental. Podemos limitarlos a aquellos motores de la acción que responden a necesidades inmediatas del organismo (hambre, sed, huída del dolor...), aunque también hay otros más complejos (correr cuando se nos escapa el autobús…). Dado que son una tendencia simple e inmediata a la acción, son difícilmente controlables, aunque no imposibles.
Sentidos: en sentido estricto, los sentidos son los datos empíricos que mi propio cuerpo me ofrece sobre el mundo físico. Podemos, pues, sin más diferenciarlos de los sentimientos y eliminar de este concepto tan amplio este tipo de información empírica, de modo que nos limitemos a relacionar los sentimientos con ciertos estados anímicos. Pero dentro de estos estados, aún se englobarían aquí otros conceptos, como emociones y pasiones.
Emociones: claramente son estados del alma, pero podemos precisar que son más intensas e inmediatas que lo que solemos entender por sentimientos. Respecto a su origen y naturaleza, existen varias posturas. Por un lado, algunos autores las consideran totalmente fisiológicas. En esta postura nos encontramos a Damasio, para quien un estímulo desencadena una emoción y ésta, mediante mecanismos complejos, un sentimiento. El sentimiento sería, pues, la suma de la reacción generada en el cuerpo por el estímulo, y las ideas que van asociadas a esa reacción (como vemos, para Damasio lo anímico es un epifenómeno de lo orgánico). En el otro extremo nos encontramos con Descartes, quien distingue entre dos sustancias irreductibles: la res cogitans (lo mental, el alma) y la res extensa (lo material, el cuerpo). Para Descartes, todo contenido mental, desde los impulsos a los sentimientos, pasando por todo tipo de creencias, forma parte de la res cogitans.
Pasiones: las pasiones son tendencias involuntarias del alma que “padecemos” (de ahí su nombre). Como ejemplo, sirva citar los catalogados tradicionalmente por la Iglesia como los “siete pecados capitales”. Tenerlas sería inevitable: controlarlas no. Serían algo así como una “tentación”, teniendo en este sentido cada cual sus propias debilidades: podemos tender a ser perezosos, libidinosos, arrogantes… Aunque, para no limitarnos a la cultura cristiana occidental, podríamos plantearnos también como pasiones o tendencias involuntarias otras contempladas por los clásicos como Aristóteles, como la cobardía, la temeridad, la prodigalidad, el servilismo… Incluso en algunas épocas han sido exaltadas, como por ejemplo durante el Romanticismo.
...........¿Debemos excluir estas definiciones de los sentimientos, o considerarlas partes de una clasificación más somera de los mismos? ¿No abarcan éstos un campo más amplio que lo hasta aquí expuesto? Los sentimientos parecen referirse a estados más constantes: podemos, por ejemplo, sentir amor o simpatía hacia otros, algo que no encaja del todo en las anteriores definiciones.
Reconociendo la intencionalidad de la vida emocional, Scheler establece una serie de distinciones que van desde los sentimientos que parecen más vinculados a los estados afectivos hasta aquellos que poseen un carácter terminantemente intencional. Así puede hablarse de: 1) los sentimientos sensibles o de la sensación, localizados o extendidos en partes determinadas del cuerpo (p. e. el dolor, los placeres, el hormigueo o las cosquillas); este sentimiento sensible es exclusivamente actual y no intencional. La atención parece destacarlos, a diferencia de los de orden superior, que se desvanecen. Pueden provocarse, mientras que lo espiritual no puede variar con el simple querer o no querer. 2) Los sentimientos vitales, tales como el bienestar y el malestar, sensación de salud o enfermedad, de desarrollo o fracaso, la calma o la tensión, la angustia, pertenecen al organismo entero pero no poseen una localización concreta y su intencionalidad es superior a las de los sentidos sensibles –casi inexistentes en éstos–. En ellos hay continuidad y duración. 3) Los sentimientos anímicos pertenecen al yo: tristeza y alegría, melancolía, júbilo, son intencionales e independientes de la provocación y la voluntad, aunque no absolutamente. Su motivación es casi completa y no puede ser interrumpida fácilmente. 4) Los sentimientos espirituales son puras funciones; esa función se confunde con el núcleo de la persona misma, no estando subordinados en absoluto a los contenidos peculiares de las vivencias. Son los sentimientos de orden religioso y metafísico: beatitud, desesperación, remordimiento, paz y serenidad de alma, etc.
sábado, 10 de octubre de 2009
Filosofía y otras formas de saber
jueves, 8 de octubre de 2009
Cortiblog 15
miércoles, 7 de octubre de 2009
Filosofía y ciencia
lunes, 5 de octubre de 2009
El concepto de autonomía moral y sus negaciones: relativismos y reduccionismos
αυτóς-: el mismo, a sí mismo.
ήτέρος-: lo otro, lo distinto.
Cabe apreciar dos perspectivas diferentes de esta distinción: 1) el origen de la norma moral (en uno mismo o en otra instancia) y 2) la acción moral: movida por la propia conciencia o por instancias ajenas (la obediencia, la costumbre, las creencias sociales...).
En el primer sentido, un sujeto sería autónomo si es capaz de juzgar o sentir por sí mismo lo que está bien y lo que está mal, y heterónomo si no es así. En el segundo sentido, un sujeto tendría autonomía moral no sólo si es capaz de juzgar por sí mismo, sino también si es capaz de actuar según su propio código de conducta, según su propia concepción de la realidad, y no por sometimiento a premios o castigos, o algún tipo de debilidad de voluntad.
Dentro del primer sentido, el meramente teórico, hay teorías filosóficas que niegan la existencia objetiva de unos valores morales universales.
¿De qué hablamos cuando hablamos de moral?
Relativismos. El relativismo moral es la tendencia a negar la existencia de unos valores morales objetivos; éstos serían relativos al propio sujeto (subjetivismo moral). Se definen así aquellas teorías que consideran que los conceptos de bien o mal, justo o injusto, son subjetivos, esto es, se reducen a los límites del sujeto que juzga con ellos la realidad. Un crimen, por ejemplo, no sería más que un hecho concreto; ese hecho produce un sentimiento de rechazo en algunas personas (en la mayoría, esperamos). El bien o el mal no están en el hecho en sí, sino en el sentimiento de quien contempla ese crimen. Este ejemplo respondería al relativismo emotivista [1]; del mismo modo, se puede hablar de un relativismo social, de unos códigos u otros.
Reduccionismos: los reduccionismos morales niegan entidad propia al juicio o sentimiento moral. Son denominadas así aquellas teorías que reducen la moral a cualquier otra instancia de la realidad, como puede ser la conveniencia social de preservar un orden determinado, la asimilación de prohibiciones en el proceso de socialización, la voluntad divina, el instinto biológico de supervivencia del grupo… He aquí algunos ejemplos:
Reduccionismo psicológico
La teoría psicoanalítica de Freud, con el superyo y la censura como instancias inconscientes de la personalidad, han dado pie a algunas perspectivas a reducir la moral a la interiorización de las prohibiciones paternas y sociales. Esta interiorización constituiría el superyo.
Crítica: la moral sería sólo un aspecto negativo y represor del ser humano. Elimina toda racionalidad y conveniencia de la moral. Hay que destacar que no todas las corrientes psicológicas ni psicoanalíticas abogan por tan estricta reducción.
Reduccionismo sociológico
Podría citarse a Durkheim (1858-1917) como el más destacado exponente de este tipo de reduccionismo. Durkheim parte del intento de reducir la sociología a un método científico, por lo que intenta atenerse a los hechos manifiestos como datos empíricos. Desde su perspectiva de la funcionalidad aplicada a la sociología, este autor reduce la moral al código de normas y valores que crea cada sociedad para autopreservarse o perpetuarse. Existiría una "conciencia colectiva" que se manifiesta en las normas, actividades e instituciones de cada sociedad. El cumplimiento de las normas morales vendría determinado por el miedo a la censura social.
Crítica: ¿sobre qué base se pueden criticar los valores sociales? Si la moral se reduce a lo social, no hay ningún criterio a partir del cual afirmar que una sociedad posea mejores valores que otra. Ni siquiera que haga más felices a sus individuos integrantes, pues la felicidad sería ya un criterio
moral o implicaría criterios morales. Junto a esto, ¿cómo se explicaría la existencia de individuos que, contra sus propios intereses y con su propio sacrificio, critican y luchan contra los valores de su sociedad, haciéndola avanzar?
Reduccionismo religioso
Crítica: 1) siendo la religión una cuestión de confesiones, la moral debe acatarse de forma dogmática: el creyente actúa de un modo u otro por temor a los dioses y desde el criterio externo de lo que está escrito o revelado, no desde una verdadera conciencia interior. En la época ilustrada, dominada por la razón, se intentó acabar con los conflictos religiosos. Kant propuso la fundamentación racional de la religión, esto es, establecer las bases de una religión natural, en que Dios quedaría constituido como uno de los postulados de la razón práctica (los otros son la libertad y la inmortalidad del alma). 2) Si Dios o los dioses están por encima de la moral, esta última queda reducida a la voluntad de Aquél o aquéllos. Si la voluntad de los dioses superiores hubiera sido otra, ¿podría lo que ahora es bueno ser malo?
[1] El más destacado exponente del emotivismo moral es el filósofo Hume. Según este autor, la naturaleza del juicio moral consiste en sentimientos desinteresados de simpatía o antipatía ante determinadas acciones, sentimientos que provocan placer o rechazo en el individuo, lo cual explicaría que tienda a fomentar o erradicar esas conductas.
domingo, 4 de octubre de 2009
Primer tema de Ética de 4º. Introducción
¿QUÉ ES LA ÉTICA?
Definición general
ORIGEN DE LA REFLEXIÓN ÉTICA
Etimología de los términos ética y moral
Ética: Deriva de dos acepciones griegas, similares en su significante y significado:
• ἢθος (ēthos): morada, residencia, patria; costumbre, carácter, manera de ser, pensar o sentir.
•ἔθος (ĕthos): costumbre, hábito, uso.
Moral: Deriva del latín mos, moris: costumbre; norma, precepto.
Evolución de la reflexión moral
..............Hay que señalar que no se debe confundir la historia de la ética como disciplina filosófica con la historia de de las ideas morales de la humanidad: esta última comprendería todo el compendio de normas y reglas que han legislado el comportamiento humano en las distintas culturas y civilizaciones.
..............Es posible que las primeras formulaciones de ideas morales estuvieran relacionadas con la supervivencia del grupo; junto con la empatía o la philía hacia el otro, hacia el prójimo, la creciente complejización de las sociedades humanas iría configurando unas costumbres punitivas hacia aquél que no respetara el buen funcionamiento del grupo. De aquí nacería una tradición común respecto a la formulación de unos valores y unas normas, que se irán cristalizando y transmitiendo en códigos de conducta, religiones y mitos. Con el tiempo y la invención de las leyes esas costumbres darán lugar al derecho consuetudinario.
..............Pero el contraste de culturas y civilizaciones, así como de intereses internos en cada sociedad, incentiva la reflexión y la búsqueda de consenso, que sólo es alcanzable mediante la razón. La razón (el lógos) iguala a los hombres, en la medida en que permite transmitir las propias concepciones del mundo y generar una perspectiva común y comprensible para todos. De la necesidad de reflexionar sobre el sentido de las normas, sobre el bien y el mal, lo justo y lo injusto y el modo en que estos conceptos son enfocados en las distintas culturas, nacerá la reflexión ética.
ESPECIFICIDAD DE LA ACCIÓN MORAL Y DEL JUICIO O CRITERIO MORAL
..............Antes de hablar de las distintas teorías que intentan explicar un fenómeno determinado, conviene definir el fenómeno en sí. Tanto quienes afirman como quienes niegan la existencia de algo así como una conciencia moral, así como quienes le atribuyen una naturaleza u otra, todos están −o estamos− hablando de algo común. En términos generales, podemos decir que el criterio moral se define por los siguientes rasgos: ha de ser UNIVERSAL y DESINTERESADO.
• Universal: que debe poder aplicarse en cualquier otra circunstancia. Por ejemplo, si aceptamos como criterio moral la defensa de la patria, hemos de aceptar que otras personas defiendan su patria aun contra la nuestra.
• Desinteresado: que ha de ser aplicado al margen de mis intereses, resulte el sujeto beneficiado o perjudicado. Si considero que un individuo o una sociedad tienen derecho a defender sus propios intereses frente a otros individuos o sociedades, moralmente tendré que aceptar como lícito que otros individuos o sociedades atenten contra mis intereses en beneficio propio.
...........Según esto, la pluralidad de valores o códigos morales no se contradice con la existencia de la inmoralidad, es decir, no anula la posibilidad de definir a alguien o algo como moral o inmoral. Alguien es inmoral si utiliza distintos criterios para juzgarse a sí mismo y para juzgar a los demás, o si los varía según las condiciones del contexto.
El método de la ética: el día-lógos
.............Aristóteles constató que el método de cada ciencia viene configurado por su objeto: el método de la física dependerá de los rasgos característicos de la naturaleza; el de la biología, de los rasgos de los seres vivos; el de la retórica, de los rasgos del discurso, etc. Pero los rasgos específicos del objeto de la ética (la conciencia moral, el bien, la justicia…) no tienen una entidad objetiva demostrada. No trata de cómo las cosas son, sino de cómo deben ser.
............Las respuestas de la ciencia vienen determinadas por su contraste con dicho objeto: la naturaleza en sus distintas facetas. Ahí radica su objetividad. Los fines de la vida humana, en cambio, –el deber ser– no constituyen un objeto preciso, presente, que corrobore los hallazgos de la reflexión ética; de ahí que su método quede delimitado por la naturaleza intangible de su objeto: al no estar este presente, la ética ha de ir configurando su propio objeto a través de la superposición de prismas o puntos de vista, esto es: del día-lógos (la inter-fluencia de distintos lógos).
SOBRE EL DIÁLOGO Y LA OPINIÓN
No cualquier cosa constituye una opinión o punto de vista. En el sentido más literal, el punto de vista es una perspectiva, no una invención. Opinión no es ocurrencia ni prejuicio. Platón la define como un conocimiento probable acerca de las cosas sensibles, sometidas al espacio y el tiempo, y por tanto a la transformación. El conocimiento probable se basa en el lógos, el orden o sentido que presenta el mundo y la capacidad del hombre para captar ese mundo con un sentido, así como para expresarlo. Para formarse y ofrecer una opinión hace falta, por tanto, un criterio, una primera aproximación a aquello sobre lo que se trata.