"MEDITACIONES METAFÍSICAS" SOBRE
EL MUNDIAL
Y QUE OPINE CADA CUAL
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¿Será posible que mueva tanto algo que me parece tan negativo? En pleno mundial, y ante mi propia euforia cuando gana España (seré tan belicista y pasional como cualquiera, qué le vamos a hacer), he decidido entender lo que de bueno tenga. Pero como desconozco casi por completo el elegido objeto de mi reflexión, tendré que atenerme, como Tomás de Aquino con Dios, a intentar conocerlo por sus efectos.
Aristóteles pensaba que los Juegos Olímpicos eran un signo de civilización, porque imponían una tregua a la guerra, y era una forma de desahogar los instintos bélicos, liberándose de las lamentables consecuencias que las guerras traen consigo. Puede que sea éste el único argumento que entiendo para explicar por qué la gente se vuelve loca de emoción por algo con lo que, de forma efectiva, no ganamos nada.
Por otro lado, ¿a qué vienen esas pasiones desenfrenadas, que hacen sufrir más veces que dan alegrías -que me expliquen, si no, lo de los hinchas del atleti... con perdón-?. Bueno, a lo mejor también le encontramos una explicación razonable: la katarsis. Debe ser algo así como el gusto por ir a ver tragedias, o dramones, o películas de miedo. En este caso, ¿qué pasiones se liberan? Otra vez, los instintos bélicos. Porque esto es como la guerra, pero sin aliados. Como decían los de Mad Max, sólo puede quedar uno...
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A ver, purifiquemos nuestra razón... Ya está: apelemos a Kant. Veamos: ¿cómo categorizamos el fútbol? Porque es obvio que nos encontramos ante un fenómeno -de masas-. Se desarrolla en unas intuiciones puras muy delimitadas: la longitud de un estadio (que no sé cuanto mide) con sus precisas líneas para marcar el fuera de juego, la meta y esas cosas; y los 90 minutos exactos que dura... De momento, lo que he aprendido es puramente analítico, no hay nada sintético. ¿A qué conclusión llegamos? Nada, para mí es un absoluto noúmeno, nunca llegaré a él, al menos por medio de la razón.
Veámoslo por sus fines. El que gana... Vuelve a competir al año, o a los cuatro... ¿Es que no hay ninguna verdad segura en esto? Me temo que el único que me va a explicar algo es Nietzsche. El fútbol, al fin y al cabo, es un juego. El nihilismo y la creación: crear y destruir, cada liga, cada copa, cada mundial...
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Como no llego a conclusión alguna sobre esta etapa futbolística en la que estamos inmersos, quiero sólo limitarme a hacer una declaración de principios: el mundo debería avanzar hacia un estado de unidad, donde un sólo género y una sola especie compongan el gran equipo único: la humanidad. Mientras tanto...
¡A POR ELLOS, ESPAÑA, QUE PODEMOS CON TODOS!
(Huy, perdón. Bueno, la vida es contradicción; y yo, al fin y al cabo, estoy viva...)
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