UNA ALTERNATIVA A LAS BIBLIOTECAS DE AUTOAYUDA
Inauguro esta nueva sección haciendo una breve declaración de lo que el lector podrá encontrar en ella.
La proliferación de libros de autoayuda, que ofrecen recetas más o menos fáciles de felicidad, es un fenómeno de nuestros días que me recuerda el surgimiento de las llamadas escuelas morales del Helenismo. No digo ni mucho menos que la literatura al respecto me parezca similar en calidad, aunque obviamente lo que nosotros conservamos y estudiamos es lo que nos parece, con la perspectiva del tiempo, de mayor influencia. Dudo si hay algo suficientemente digno en la actual oferta como para crear escuela o pasar a la posteridad.
Lo que me hace asociarlas es que se trata de una época de inseguridad (aquélla como ésta nuestra), de convulsiones, de bamboleo de valores así como de ausencia de protección estatal, propia de los choques de culturas y las crisis económicas y políticas. Esto provoca que el individuo se sienta desprotegido, que se sienta inseguro ante su estabilidad, su futuro, sus pautas de acción y hasta sus propios principios éticos.
Quizá por cuestiones de mi propia personalidad, a mí me ayudan más libros que no parten de supuestos axiomas, por consolador paisaje que nos ofrezcan. Prefiero una literatura analítica y abierta a posibilidades interpretativas, centrada en problemas y sentimientos reales, en análisis serios de la naturaleza del hombre y de su pensamiento, y no en supuestas quimeras sobre la potencialidad de la mente o nuestro origen ultracósmico, cosas que quedan muy por demostrar.
¿Qué cabe decir de ese discurso privado, necesario para trazarnos una imagen del mundo que nos permita movernos en él hacia la felicidad? ¿Qué es ser feliz? ¿Cómo puedo tener una buena imagen de mí mismo y a la vez saber lo que necesito hacer para triunfar en la vida, en mi vida? ¿Son la fama, el poder, el dinero, las claves de la felicidad? ¿Lo es la tranquilidad de conciencia, la libertad de pensamiento, el libre ejercicio de mi voluntad? Cada sociedad genera sus propios valores, y nos adaptamos a ellos, porque se infiltran en nuestros poros y porque necesitamos la aceptación del grupo y de nosotros mismos. Los conceptos mencionados anteriormente parecen tener alguna relación con la felicidad, o así lo hemos aprendido pasivamente. Pero, ¿qué ocurre si no alcanzo alguno de ellos, o si alcanzándolos no me siento feliz? Poder dar claridad a estas cuestiones es a lo que me refiero con la necesidad de ese discurso privado. Es obvio que mucha gente no es, o no se siente plenamente feliz, por la cantidad de manuales de autoayuda que se venden. De ahí que me haya planteado proponer otro enfoque de la cuestión.
Creo firmemente en la necesidad de crearse un discurso privado -un esquema de valores, una concepción de la realidad- que se asiente en la razón y en la realidad. Y creo que el estudio de la Ética, como disciplina filosófica, se está convirtiendo en una necesidad aclamante para una población mundial convulsa por choques de credos fanáticos, tanto políticos como religiosos, ante los que no sabemos si debemos reaccionar con "tolerancia", "contundencia", o en qué casos cada cosa. Creo que, en los países donde supuestamente hay aún libertad de pensamiento, o donde al menos ésta se concibe como un valor, se ha generado ya más que un relativismo, un miedo moral. Un miedo a afirmarse en la búsqueda de lo justo o lo bueno como valores objetivos, un miedo a ser tachado de cualquier cosa. Una mirada analítica a la vida, a los fundamentos de nuestros credos y argumentos (casi siempre prefabricados) es la única esperanza que tiene el hombre de alcanzar paz de espíritu y, por ende, felicidad.
Nuestra época tiene, además, a mi parecer, una peculiaridad específica frente a este titubeo del discurso privado, y es el titubeo del discurso ético público.
Junto a la inseguridad del individuo en su propio quehacer vital y en la defensa de su vida y su dignidad está la indefensión que sentimos como pueblo frente a la manipulación de los discursos éticos. La ausencia de una reflexión racional sobre nuestros sentimientos morales hace que ese discurso ético sea manipulado constantemente por los intereses de los poderosos. Ante el estallido de nuevas guerras, los países se posicionan con discursos sobre valores como la defensa de los derechos de los civiles frente al derecho al autogobierno y la no-intervención, el concepto de "pueblo" se manipula enfrentándolo en su concepto al de los tiranos que los gobiernan o, al contrario, al de los intereses de los países extranjeros que pretenden intervenirlos... Y aún funcionan de hecho -si no de convicción-, pese a que todos sabemos que detrás de esas posturas hay otro tipo de intereses.
No sólo la felicidad personal, sino el camino hacia una sociedad justa, dependen de una capacidad de generar discursos que respondan a la realidad de la vida. Sé que es una utopía pretender alcanzar una humanidad entera culta, racional y ética, pero siempre hay que marcar el camino hacia ese horizonte.
No pretendo hacer un acopio de clásicos de la Ética, ni siquiera de las éticas eudemonistas (sobre la felicidad) en exclusiva. Prefiero ir comentando algunos libros que recurren a lo que me parece primordial para no dejarnos engañar, ni por los demás ni por nosotros mismos. La selección sería totalmente personal, sin esperar responder a ningún rigor recopilatorio. En fin, lo que me vaya encontrando o lo que vaya recordando. Y la primera recomendación será sobre el libro que me inspiró esta sección.