domingo, 9 de septiembre de 2012

Libertad, obediencia y racionalidad.



         Una actitud de obediencia, cuando es exigida a los subordinados, es enemiga de la inteligencia. En una comunidad en que los hombres tienen que aceptar, al menos cara al exterior, alguna doctrina absurda, los mejores hombres necesariamente se vuelven o idiotas o subversivos. En consecuencia, habrá un descenso del nivel intelectual que, en no mucho tiempo, repercutirá en el desarrollo tecnológico. Esto es especialmente cierto cuando el credo oficial es tal que pocos hombres inteligentes puedan aceptar honestamente.


Bertrand Russell: "Los credos como fuentes de poder", en Poder.

 


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