Los discursos sobre Eros, la energía de la vida
.....El amor, tratado por Empédocles como una de las principales fuerzas dinámicas del universo, arrastra esa herencia filosófica de la época arcaica: la inquietud por la naturaleza, por la búsqueda del arché. Y así aparece como principio radical del mundo mismo. Pero en la época clásica, cuando la democracia y el ideal de ciudadano cobran todo el protagonismo y se convierten en el principal punto de mira del pensamiento, se va a buscar la naturaleza de esa fuerza radical en el corazón mismo del hombre.
.....Así es como lo examina Platón. El viejo dios, la primitiva fuerza, no sólo amalgama los elementos y construye el mundo en que vivimos. Se manifiesta en nuestros impulsos, nuestras inquietudes, nuestros movimientos.
…..El amor como apertura, el amor como conocimiento, el amor como fuente de vida y conexión de todas las cosas es algo que supera los límites de nuestro discurso racional, de oposición irreductible de contrarios. Lejos de poder explicar el amor con la razón, es aquél quien explica a ésta, pues sin él el discurso y la acción no tendrían dirección ni contenido. Por ello el estudio de Platón sobre el amor usa sabiamente en todas sus exposiciones ese otro discurso más primigenio y natural: el mito, un discurso flexible, ambiguo y sugerente, brotado de la más primigenia apercepción de la naturaleza y sus infinitas relaciones y contradicciones, su movimiento incesante, su plasticidad. El amor no se puede encerrar en la lógica sino que nos comunica y se manifiesta a través del impulso, la insinuación, conectando el conocimiento teórico con la praxis más vital. Inaccesible a la mera contemplación, el amor ha de ser sentido para poder ser analizado.
.....Una fuerza anterior a la misma razón, al propio discurso, no puede encerrarse en éste ni reducirse a aquélla. En esta reflexión filosófica, emplea Platón dos necesarios recursos discursivos: la pluralidad de perspectivas y el mito como discurso sugerente, latente, engarzado en el sentir y la insinuación.
.....Así es como lo examina Platón. El viejo dios, la primitiva fuerza, no sólo amalgama los elementos y construye el mundo en que vivimos. Se manifiesta en nuestros impulsos, nuestras inquietudes, nuestros movimientos.
…..El amor como apertura, el amor como conocimiento, el amor como fuente de vida y conexión de todas las cosas es algo que supera los límites de nuestro discurso racional, de oposición irreductible de contrarios. Lejos de poder explicar el amor con la razón, es aquél quien explica a ésta, pues sin él el discurso y la acción no tendrían dirección ni contenido. Por ello el estudio de Platón sobre el amor usa sabiamente en todas sus exposiciones ese otro discurso más primigenio y natural: el mito, un discurso flexible, ambiguo y sugerente, brotado de la más primigenia apercepción de la naturaleza y sus infinitas relaciones y contradicciones, su movimiento incesante, su plasticidad. El amor no se puede encerrar en la lógica sino que nos comunica y se manifiesta a través del impulso, la insinuación, conectando el conocimiento teórico con la praxis más vital. Inaccesible a la mera contemplación, el amor ha de ser sentido para poder ser analizado.
.....Una fuerza anterior a la misma razón, al propio discurso, no puede encerrarse en éste ni reducirse a aquélla. En esta reflexión filosófica, emplea Platón dos necesarios recursos discursivos: la pluralidad de perspectivas y el mito como discurso sugerente, latente, engarzado en el sentir y la insinuación.
.....Con Platón nos sumergiremos en la naturaleza de ese dios llamado deseo, que otorga los mayores placeres y sirve de impulso a la vida. Ese dios que, una vez, y siguiendo otro mito , hizo que nuestra alma se enamorara de la materia y viniese a nacer.
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