sábado, 29 de diciembre de 2012

Una nueva sociedad, una nueva ideología: La Tercera Revolución Industrial

UNA NUEVA SOCIEDAD, UNA NUEVA IDEOLOGÍA
DEL PODER VERTICAL AL PODER LATERAL

     ¿Qué relación pueden tener las energías renovables e Internet? ¿Qué relación tiene la crisis con el agotamiento del petróleo? ¿Cómo se relacionan la Primavera árabe con las revueltas en todo el mundo contra los poderes fácticos y la crisis de la Política en el mundo occidental? Éstas y otras preguntas tienen respuesta en este libro, que estudia las transformaciones económicas en función de dos parámetros coordinados: las fuentes de energía y las de comunicación.
     En el título hablo de una nueva ideología. ¿Qué nos puede aportar la lectura de este libro sobre cómo avanzar hacia la implantación de energías renovables, entre otras cosas, para enfrentarnos al abuso de poder que estamos sufriendo entre la indignación y la impotencia? Claves para cimentar, desde el estudio de la realidad presente, una nueva ideología desde la que derribar las lacras de las ideologías pasadas, que nos mantienen en un estado de irrealidad, desesperanza y penuria. Claves para iniciar la recuperación de la perspectiva de la realidad y, desde ella, generar la construcción del futuro. Claves para acabar con el poder vertical.
 
      La política actual está en crisis por diversas razones:
1. Los políticos presentan desde hace tiempo una imagen al pueblo en general como casta aparte, como dueños de un poder alejado de los intereses del pueblo -en contra a menudo, como muestra la generalizada corrupción-, más que como sus representantes. La política, como la economía, necesita sustentarse de confianza, y la ha perdido.
2. La falta de confianza no se dirige solo hacia las personas que ejercen la política, sino hacia las ideologías mismas. Las ideología actual sigue los viejos patrones de contraste derecha-izquierda, acordes con la realidad del siglo XIX más que con la nuestra. Es un patrón que ya sólo emana actitudes pasionales, no genera ningún diálogo racional.
3. Esto causa que las nuevas generaciones se sientan cada vez más desligadas de la política. El idealismo y la rebeldía propias de la juventud están dormidas bajo la manta del hedonismo de un ocio vacío y sin futuro. Pero la causa no puede encontrarse en un mero defecto de las nuevas generaciones -el discurso contra la juventud es un tópico de cada generación cuando envejece y ve en peligro su poder-. La causa está en una falta de ideologías que respondan a su verdadera realidad  social y vital.
   ¿Queremos un futuro, una esperanza, una juventud motivada a la responsabilidad, a la lucha por una sociedad mejor? Hay que reflexionar sobre la creación de una nueva ideología, que pasa por revisar los patrones ya caducos de las que ahora nos rigen. Necesitamos, como dice este autor, un nuevo relato.

     Pero, ¿cómo se generan las ideologías? Marx veía en las ideologías, en su definición negativa, formas de ocultar al pueblo la realidad. Podríamos decir que las ideologías tienen como fundamento, cuando se anclan, preservar un orden determinado de cosas. Ahora, bien, en su nacimiento, las ideologías son un producto cultural que surge en un contexto histórico determinado como intento de dar respuesta a los problemas de la época. Cuando pierden su contacto con la realidad se anquilosan, y se convierten en esa imagen falsa de la realidad que paraliza la acción. Cada sociedad debe revisar su propia realidad para enfocarla a la justicia, la creatividad y la evolución. Ése, creo, es el momento en el que estamos: la realidad se ha transformado demasiado para que los viejos esquemas ideológicos (proletarios y empresarios, izquierdas y derechas, administración pública y privada, el concepto de propiedad privada en sí...) sigan funcionando.
        Las ideologías, en su momento de surgimiento fresco y activo, no se limitan a describir, sino que intentan responder a los problemas que la sociedad les presenta. Dado que la sociedad cambia a lo largo del espacio geográfico y el tiempo, hay que hacer una reflexión sobre la nuestra. Para generar una nueva ideología constructiva hay que:
1. analizar los factores económicos, culturales y sociales, nuevos y específicos de nuestra sociedad.
2. Analizar la nueva mentalidad y los nuevos valores que se desprenden de esos factores.
3. Sólo a partir de ahí, formular propuestas de mejora, buscando cómo adaptar esa nueva mentalidad hacia valores universales de justicia y bienestar.
 
   Vayamos al primer punto. En esta obra, Jeremy Rifkin ofrece claves para entender la crisis hipotecaria desatada en 2008 y nos ofrece formas de dar sentido a los acontecimientos que están marcando el final del siglo XX y el principio del siglo XXI. Nos explica cómo las dos primeras revoluciones industriales (la del carbón y la del petróleo), basadas en combustibles fósiles, exigían tales cantidades de dinero para la extracción del material energético que solo la asociación de grandes fortunas y la aparición de la Bolsa podía manejar ese sistema económico. La construcción de infraestructuras como el ferrocarril llevaban consigo el mismo sistema económico capitalista y la separación del pensamiento de la acción: si con la primera surgieron los clásicos capitalistas propietarios, con la segunda aparecen  los ejecutivos y directivos de grandes empresas. El sistema educativo se ve afectado por esa necesidad de educar en la obediencia y la productividad, así como en la necesidad de no compartir información (surge también la propiedad intelectual y las patentes).
    Hoy en día, sin embargo, estamos asistiendo a una verdadera revolución tecnológica que está alterando los cimientos de las viejas infraestructuras y de las viejas mentalidades asociadas a ellas. Los cambios en la comunicación han traídos auténticos cambios en la percepción del espacio y el tiempo,así como del capital (aparece un nuevo concepto: el "capital social" como valor: la cantidad de gente con que compartimos información). El acceso a la información se ha convertido en un valor en sí mismo, con el mismo rango -si no superior- al valor de la propiedad de bienes materiales. La propiedad intelectual misma, fruto de los esquemas económicos e ideológicos surgidos en los siglos XVIII y XIX, está tambaleándose frente al constante intercambio de conocimientos de tecnologías, aplicaciones, información intelectual en general cuyo funcionamiento se basa fundamentalmente en la premisa de ser compartidos. A estos se une otra revolución fundamental: las nuevas energías renovables son también de naturaleza distribuida; están en todas partes y fácilmente al alcance de todos, si entran en funcionamiento con la celeridad que sería deseable. El mismo paradigma mecanicista de la Modernidad está viéndose alterado por un retorno al paradigma organicista, fruto de la necesidad de reflexión ecológica debida al cambio climático y la nueva dependencia de los ciclos de la naturaleza, que se desdibujó con la dependencia de las energías tradicionales basadas en la extracción de combustibles fósiles.

     Los cambios en el sistema económico están generando un inevitable e imparable cambio de mentalidad: Rifkin lo llama "poder lateral". Efectivamente, éste es el eje de la nueva ideología. Ni izquierdas ni derechas caducas, ninguna respuesta a cómo gestionar la riqueza en un sistema capitalista tradicional, sino una nueva forma de entender la manera de compartir y distribuir productos materiales, servicios y conocimiento. El poder vertical -tan cuestionado en nuestros días por los abusos que está cometiendo- ya no es necesario ni tiene sentido en un mundo donde la riqueza se está empezando a poder compartir de otra manera. Donde la misma riqueza se entiende ya de otra manera: el poder de comunicación y de disfrute se están conviritiendo en el nuevo eje del concepto de bienestar y de riqueza, frente a la acumulación de bienes materiales y la propiedad privada exclusivista.
     Lo que la lectura de este libro nos está abriendo también es una nueva perspectiva de lo que está ocurriendo: el viejo poder vertical, condenado a la extinción y fuente de la miseria que está ocasionando esta mala gestión de la crisis, se está defendiendo con uñas y dientes para preservar sus privilegios. Los mensajes sobre "recortes necesarios", "sacrificios para generar empleo", no son más que consignas con las que disimular la adhesión maligna al poder de unas castas que ya no son necesarias. Puede que toda esta crisis, que es una crisis del sistema capitalista tradicional, sea el marco de una lucha por el poder, entre el poder clásico vertical basado en la propiedad privada individual (véase la obsesión por privatizar y a qué manos tiende a ir el control del disfrute de servicios básicos, y por parte de quién se está intentando llevar a cabo) y un nuevo concepto de propiedad más democrática y de poder más repartido.
     La solución necesaria a esta crisis y a este malestar es un cambio en el propio sistema de poder, que hace de nuestras democracias -como ya intuimos todos- meras pantallas ficticias para el abuso de unos pocos sobre la mayoría. Ese nuevo poder está aún sin definir, sin formular en nuestras mentes.
     Marx concibió en su momento histórico, desde la ignorancia de una nueva infraestructura -la de la Tercera Revolución Industrial-, que la propiedad de los medios de producción se haría colectiva, primero a través de una dictadura del proletariado. Rifkin concibe otra forma de control de los medios de producción: lo define como capitalismo distribuido.
     Podemos compartir la visión de esa Tercera Revolución Industrial con el autor, o ver otros matices o posibilidades de desarrollo. Podemos compartir el optimismo por ese cambio hacia una mentalidad generosa, empática y social de que nos habla, o partir de otras bases. Pero no cabe duda de que, cuando menos, este autor nos ofrece un solar desde el que edificar una nueva visión de nuestra realidad y una nueva ideología. A mí me inspira la lucha de un poder caduco y opresivo contra uno joven, solidario, realmente democrático y esperanzador. Es, cuando menos, una oportunidad para generar una nueva ideología con la que armarnos para luchar. Una nueva ideología para una nueva sociedad.
 

domingo, 25 de noviembre de 2012

Hay noticias que dan esperanza

Hay noticias que dan esperanza en la humanidad. Esperanza en la ciencia y esperanza en la ternura, cuando se ve que pueden aunarse. Juzgad por vosotros mismos y decidme si no enternece:


Antes del ensayo, Jasper era absolutamente incapaz de andar. Cuando lo sacábamos, empleábamos un arnés para sus patas traseras para que pudiera ejercitar las delanteras. Era desgarrador. Pero ahora no podemos evitar que pase zumbando alrededor de la casa e incluso puede mantener el ritmo de los otros dos perros que tenemos. Es absolutamente mágico".

Esta noticia, que ha sido extraida de www.elEconomista.es,.Puedes leer la noticia completa en la siguiente dirección: http://www.eleconomista.es/ciencia/noticias/4411268/11/12/Video-Perros-paraplejicos-corren-tras-un-trasplante-de-celulas.html


domingo, 28 de octubre de 2012

Corrección textos del Fedón


− ¿Y lo que debemos preguntarnos a nosotros mismos −dijo Sócrates− no es algo así como esto: a qué clase de ser le corresponde el ser pasible de disolverse y con respecto a qué clase de seres debe temerse que ocurra este percance y con respecto a qué otra clase no? Y a continuación, ¿no debemos considerar a cuál de estas dos especies de seres pertenece el alma y mostrarnos, según lo que resulte de ello, confiados o temerosos con respecto a la nuestra?

− Es verdad lo que dices −asintió Cebes.

− ¿Y no es lo compuesto y lo que por naturaleza es complejo aquello a lo que corresponde el sufrir este percance, es decir, el descomponerse tal y como fue compuesto? Mas si por ventura hay algo simple, ¿no es a eso sólo, más que a otra cosas, a lo que corresponde el no padecerlo?

− Me parece que es así −respondió Cebes.

− ¿Y no es sumamente probable que lo que siempre se encuentra en el mismo estado y de igual manera sea lo simple, y lo que cada vez se presenta de una manera distinta y jamás se encuentra en el mismo estado sea lo compuesto?

− tal es, al menos, mi opinión.

Fedón, 78b-c

Análisis: extraemos partes o ideas del texto, haciendo un esquema.
Plantea dos preguntas:
1. qué clase de seres se corrompen (son pasibles de -o sea, pueden padecer- disolverse) y con respecto a qué seres.
2. A cuál de estos seres pertenece el alma. (aquí percibimos ya la intención del texto, pues dice que la respuesta nos mostrará si debemos estar temerosos o no con respecto a nuestra alma, y lo que tememos respecto a ella es, obviamente, si es inmortal o no)
Respuestas: (vemos que sigue el planteamiento que ha propuesto respondiendo esas dos preguntas)
1. Lo que se puede descomponer es lo compuesto, precisamente por estarlo, y lo que no, lo simple, porque no podemos dividir las partes de lo que no tiene partes. (Está distinguiendo dos tipos de seres, que sabemos va a relacionar con lo que está compuesto de materia y lo que no; obviamente, podemos explicar, porque lo sabemos, que Platón distingue estos dos tipos de seres -dualismo ontológico-: los inteligibles y los sensibles).
2. (Ahora toca saber si el alma es un ser simple o compuesto). Lo lógico es que lo simple sea aquello que se encuentra siempre en el mismo estado, y lo que cambia o se presenta de distintas formas sea lo compuesto. (Sabemos a qué se refiere Platón; las cosas sensibles, materiales, se presentan de distintos modos, porque cambian y evolucionan; pero el alma es la parte humana que nos proporciona el conocimiento racional, es decir, de lo que no cambia -lo inteligible, es decir, las ideas, son siempre idénticas a sí mismas).
 
Ahora tenemos las piezas para redactar, comenzando por describir el tema del texto -la intención del autor, es decir, por qué nos dice lo que nos dice aquí, ubicando su argumentación).
 
     En este fragmento Platón, por boca de Sócrates, está buscando una demostración de la inmortalidad del alma. Habiendo ya demostrado la preexistencia de la misma por medio de la teoría de la reminiscencia, no había quedado aún claro si, aunque hubiera preexistido, no sería posible que se corrompiera tras la muerte. Así, declara su intención al declarar si debemos estar "confiados" o "temerosos" sobre nuestra alma, refiriéndose a su destino tras la muerte.
     Para poder argumentar al respecto, hay que preguntarse primero si el alma es de tal naturaleza que pueda corromperse. Por ello el fragmento se estructura en dos preguntas sucesivas: qué tipo de seres son pasibles de disolverses y cuáles no. La respuesta a esta pregunta la encuentra distinguiendo los seres compuestos -aquellos de los cuales, por tanto, pueden separarse sus partes- de los seres simples. Sabemos que, para Platón, los seres compuestos son los materiales, pues están compuestos de materia (algo que, por naturaleza, se divide y se transforma, como nos muestra nuestra percepción del devenir en este mundo) y de la idea de la que participan. Los entes que participan de una idea o concepto son múltiples, mientras que el concepto o idea es uno. Platón asocia, pues, los entes corporales con lo múltiple, siendo estos entes lo que percibimos con nuestro conocimiento sensible, perteneciente también al cuerpo; y los entes ideales -las ideas o conceptos- con lo uno o simple, siendo éstos percibidos por nuestra razón, conocimiento que pertenece al alma.
    Sabiendo ya que los seres que se corrompen son los compuestos, toca ahora preguntarse si el alma es simple o compuesta. Para ello hay que volver a referirse a su concepción del conocimiento racional que, como hemos dicho, es el propio del alma y capta lo unitario y eterno, lo que no cambia: las ideas. Todo cuanto pueda haber en nosotros que cambia y se transforma pertenece al cuerpo o a los sentidos, mientras que la razón mantiene el alma serena captando lo unitario y eterno. Continuando con esta argumentación, Platón acabará concluyendo cómo el alma debe ir liberándose de la contaminación de todo lo sensible y material, todo lo que nos mantiene aferrados al cuerpo, para desligar lo que hay de simple y eterno en nosotros -identificado con lo perceptible con la razón- de lo que nos mantiene unidos al cuerpo corruptible: todo cuanto se identifica con los sentidos y los placeres físicos, sujetos a lo transitorio y la corrupción.
     Vemos así reflejado en este fragmento lo que constituye el tema central de la obra del Fedón: la naturaleza y destino del alma tras su muerte.
 
 
 
 
 

− Luego, antes de que nosotros empezáramos a ver, a oír y a tener las demás percepciones (alusión al conocimiento sensible), fue preciso que hubiéramos adquirido ya de algún modo el conocimiento de lo que es lo igual en sí (lo en sí se refiere a lo inteligible, a lo que capta la razón), si es que a esto íbamos a referir las igualdades que nos muestran las percepciones en las cosas (aquí habla de las cosas que nuestros sentidos captan como "iguales"), y pensar, al inferirlas, que todas ellas se esfuerzan por ser de la misma índole que aquello (lo en sí), pero son, sin embargo, inferiores (alusión a la teoría de la participación).

- Necesario es, Sócrates, según lo dicho anteriormente.

- Y al instante de nacer, ¿no veíamos ya y oíamos y teníamos las restantes percepciones?

- Efectivamente.

- ¿No fue preciso, decimos, tener ya adquirido con anterioridad a estas percepciones el conocimiento de lo igual?

- Sí.

- En ese caso, según parece, por necesidad lo teníamos adquirido antes de nacer.

- Eso parece.

- Pues bien, si lo adquirimos antes de nacer y nacimos con él, ¿no sabíamos ya antes de nacer (alusión a la reminiscencia) e inmediatamente después de nacer, no sólo lo que es igual en sí, sino también lo mayor, lo menor y todas las demás cosas de este tipo? Pues nuestro razonamiento no versa más sobre lo igual en sí que sobre lo bello en sí, lo bueno en sí, lo justo, lo santo, o sobre todas aquellas cosas que, como digo, sellamos con el rótulo de “lo que es en sí”, tanto en las preguntas que planteamos como en las respuestas que damos. De suerte que es necesario que hayamos adquirido antes de nacer los conocimientos de todas estas cosas.

Fedón, 78b-c

 Análisis: extraemos partes o ideas del texto, haciendo un esquema.
1. Distinción entre lo que conocemos por los sentidos y los conceptos (las ideas). Antes de percibir con los sentidos -antes de "ver, oir, y tener las demás percepciones"- cosas iguales teníamos que tener la idea de lo igual en sí (nunca percibimos con los sentidos lo igual en sí, ni ninguna idea o concepto en sí; los sentidos sólo nos muestran cosas que se parecen a las ideas, pero no las ideas mismas).
    a) Por los sentidos puedo percibir cosas materiales que me parecen iguales, pero no la idea de lo igual.
    b) Si la idea de lo igual en sí no la percibo por los sentidos, pero la tengo presente al percibir cosas iguales, es porque estas cosas me la recuerdan, luego, para que me la recuerden, tenía que tenerla previamente, y no a través de los sentidos, que sólo me muestran cosas que participan de ella.
2. Origen del conocimiento de los conceptos o ideas. Tenemos que haber adquirido la idea de lo igual antes de nacer, porque desde que nacemos tenemos sentidos.
3. Aplicación del ejemplo al resto de las ideas. Lo mismo que ocurre con la idea de lo igual se tiene que aplicar a lo mayor, lo menor (conceptos matemáticos),



     En este fragmento, Platón, por boca de Sócrates, está buscando un argumento para demostrar la preexistencia del alma, argumento que extraerá de la teoría de la reminiscencia que aquí se está demostrando. La línea argumentativa es la siguiente: parte del ejemplo de las cosas iguales y lo igual en sí para analizar de dónde nos proviene tal idea, distinguiendo el conocimiento que nos proporcionan los sentidos del conocimiento de las cosas en sí, y luego aplicará lo deducido de este ejemplo a otra ideas superiores.
    Por "cosas en sí" Platón se está refiriendo a los conceptos de las cosas, a los que va a llamar "ideas". Estas ideas, para Platón, tienen realidad objetiva, se captan no por los sentidos -que sólo nos muestran cosas que participan de ellas- sino por la razón. Ahora bien, ¿cómo, a través de los sentidos, estamos evocando las ideas? La explicación que encuentra para ello es la teoría de la reminiscencia: al percibir las cosas múltiples, estamos recordando conceptos en sí porque esas cosas múltiples nos los recuerdan, por tanto es preciso que el alma tuviera noción de ellas antes de nacer. Esto no sería posible si las cosas múltiples, sensibles o materiales, no participaran de las cosas en sí, lo unitario -el concepto es uno, las cosas que participan de concepto, las cosas iguales en el ejemplo, son múltiples-.
    A partir del ejemplo elegido, las cosas iguales y lo igual en sí o idea de lo igual, idea de la que participan aquellas, aplica lo deducido al resto de conceptos o ideas en sí. Añade otros conceptos similares (lo mayor y lo menor) y de ahí trasciende a otros conceptos o ideas superiores, como lo bueno en sí, lo justo y lo santo. Vemos así cómo, a partir de conceptos de naturaleza matemática (lo igual, lo mayor, lo menor...) salta, no sin intención, a otros conceptos de mayor envergadura: la filosofía de Platón se orienta a mostrar que el bien, la justicia, y otros conceptos de la misma relevancia poseen objetividad, no son fruto del mero lenguaje humano ni son relativos al discurso, como pensaban los sofistas. Para llegar a captar su objetividad y recordar el mundo del que proviene el alma, las matemáticas ejercen un papel propedéutico, como observamos en este texto.
    Dado que poseemos un conocimiento innato (el conocimiento racional de las ideas) que no nos proviene de este mundo, es preciso que el alma lo haya adquirido antes de nacer, por tanto el alma tiene que preexistir al nacimiento.
    Por tanto, en estre fragmento se ilustran al menos los siguientes aspectos de la filosofía platónica: la idea de que el conocimiento es recuerdo (teoría de la reminiscencia), que las cosas sensibles son una copia de las inteligibles (teoría de la participación), que las ideas o conceptos poseen objetividad y que el alma preexiste al nacimiento, siendo por tanto una sustancia distinta y separable del cuerpo.
 

 
Podemos añadir rasgos del estilo del autor, pero al final, para que no distorsione la percepción de lo más importante, sino que quede como colofón, y siempre y cuando sepamos relacionarlo con el estilo del fragmento en cuestión: "Platón escribe en forma de diálogo, escritura adecuada a su método de conocimiento: la dialéctica, que consiste en ir descubriendo ideas cada vez más unitarias e idénticas a partir del contraste entre dos ideas opuestas..."; "aquí vemos cómo va guiando a su interlocutor...").
 

viernes, 12 de octubre de 2012

domingo, 30 de septiembre de 2012

De acciones y pasiones

     ¿Qué detonantes hacen que la gente actúe en masa, que reaccione al unísono por una causa común? Para hacer sociología realista hay que atender a los motores psicológicos de la acción humana. Podríamos estar de acuerdo todos -hipotéticamente hablando- en argumentos racionales, o simplemente discursivos, por admitir hasta el acuerdo en argumentos que pueden ser erróneos. Pero la razón sola no es motor de acción. ¿Qué es lo que hace que un pueblo estalle? Hace falta un caldo de cultivo, un poder de propaganda, pero el salto a la acción en masa precisa de otras facetas de la psiqué humana: las emociones, los sentimientos, las pasiones.... Ciertamente, pueden formar un discurso en sí mismo.
     Para mover a la acción a un pueblo hay que poner símbolos sensibles, es decir, perceptibles por los sentidos: una bandera, un himno... El poder de la música sobre el ánimo es impresionante. Ya lo estudió y dicen que usaba Pitágoras en su momento. Hume también se dio cuenta de esos motores profundos de la acción: la razón es esclava de las pasiones.
     Esta perorata aparentemente tan seria es fruto de lo que me dio por pensar ante este vídeo, que lo primero que me produjo fue risa. No quiero trivializar las emociones que estamos sufriendo ante la crisis, pero la verdad es que el modo en que se enardece y aúna a un pueblo ante un himno común, ejemplos de lo cual hay muchos a lo largo de la historia, llevado a Andalucía no puede hacerse sino con cierta gracia. Eso está bien, hombre. Fijáos cómo escuchan como un único sujeto, cómo se mueven al unísono este conjunto de personas, ante una música y un mensaje que, por un lado, les está conjugando y descargando una indignación común, y por otro sirve de bálsamo para tomarnos los problemas de la vida con humor.
 

.....

Manifestación en Sevilla, 29M.
 
 
     Y puestos a encarnar en símbolos visibles el sentir de un pueblo -y un pueblo con gracia como el español, que comer no comeremos pero nos reímos un rato-, decidme si no tiene también gracia y arte esta reinterpretación del cuadro de Goya y del papel que jugó en el ánimo y la imaginería del pueblo la actuación de ese camarero de la manifestación del martes, en Madrid. Así encarnamos los españoles nuestros símbolos, con pasión y con salero.

Original de Erick Miraval 2012, circulando por la red

martes, 25 de septiembre de 2012

La conquista de la felicidad

"Se ha estudiado mucho sobre la influencia del inconsciente en el consciente, pero no sobre la influencia del consciente en el subconsciente."


The Conquest of Happines
Portada de la edición de Routledge ed.
 
     Bertrand Russell es uno de los filósofos más influyentes del s. XX, pero no en el terreno de la psicología o la ética, sino en el de la lógica y las matemáticas. ¿Qué hace escribiendo un libro sobre la felicidad?
     Precisamente por esto me gusta más el libro, porque parte de una mirada a la vida misma desde su propia experiencia. Como haría cualquiera, sí, pero con una capacidad de análisis y crítica propia sólo de un filósofo, y de un filósofo lógico, acostumbrado a analizar las sutiles trampas del lenguaje y la argumentación desde el punto de vista de la estructura formal. Prescinde de axiomas creenciales. Parte de hechos observados, tomados como hechos positivos, puros, sin prejuicios creenciales de ningún tipo. Una metodología empirista donde las haya, pero sin pretensiones de serlo.
    Me gusta porque analiza las causas de la infelicidad y de la felicidad tanto individuales como sociales. No parte de esa supuesta omnipotencia  del individuo para ser feliz, que aunque tenga como intención dotar a todos de esperanza tiene a menudo como consecuencia un complejo de culpa ante el hecho de, en algún momento, sentirse desgraciado. Seamos realistas: la infelicidad tiene causas mucho más cercanas y mundanas de lo que, como meros individuos, podemos controlar, al menos a priori. Ni siquiera somos tan dueños de nuestra psiqué, que tiene sus propias reglas de juego. Ni creamos nuestro entorno: nacemos en uno que nos impone unas creencias de las que es muy difícil prescindir, y aun cuando se pueda, muy difíciles de combatir o siquiera de eludir. Pero no todo está perdido; el libro es fundamentalmente optimista.
     ¿Cuáles son las causas de la infelicidad? Es la primera parte del libro. El pesimismo, la competitividad, el aburrimiento y la sobreexcitación, el cansancio, el sentimiento de culpabilidad... Son jaulas que nos condenan a una infelicidad cuyo origen desconocemos. Pero lo bueno es que tienen cura: la propia razón. Lo que nos plantea Bertrand Russell aquí no es una racionalidad matemática, sino ese sentido de la razón humana, el sentido común, la mirada clara y limpia hacia la vida. Una razón que busque las causas lógicas de nuestros prejuicios, heredados o autogenerados. Se pueden combatir, analizándolos racionalmente, los puntos de vista erróneos sobre el mundo, los códigos morales sociales, los hábitos de vida equivocados, la tendencia a conducirnos a la supresión del apetito por la vida... Uno no puede sin más suprimir las creencias de su entorno, pero sí puede mirarlas y reconocerlas dentro de sí, ponerles rostro.
     Las falsas creencias sobre el mundo y la vida influyen en los estados de ánimo, en la elección de nuestros objetivos y en las esperanzas de alcanzarlos. El individuo puede actuar sobre estos factores, internos y externos, simplemente a través de su propia racionalidad y, sobre todo, partiendo de una tolerancia y amor a sí mismo, lo que constituye el sentido de la verdadera humildad. Por ejemplo, una de las causas del aburrimiento es que nuestras facultades no estén plenamente ocupadas o aprovechadas. Malamente lo estarán si no las conocemos, y a menudo no las conocemos porque no son las que nos plantea como deseables o exitosas nuestra sociedad. Lo bueno es que, sea cual sea tu pasado, si aprendes a conocerte sin juzgarte (narcisista, megalómano, pecador, pesimista...) puedes abrirte al mundo y a la felicidad: creer en ella es empezar a alcanzarla. Lo que hace falta es tener entusiasmo por la vida.
     En eso es en lo que consiste la verdadera felicidad: en tener entusiasmo por la vida. Explica muy bien la diferencia con ese sucedáneo de felicidad que es la huída, las alternativas para escapar de la realidad. La felicidad del ignorante, del que se aliena huyendo del dolor y cree que, por no sentir dolor, siente alegría, cuando nada real siente quien huye de sí mismo.
     También ofrece una segunda parte donde analiza las causas de la felicidad. La felicidad humana tiene muchas perspectivas; cerrarse a un solo camino es un error, para uno mismo y para los demás (cuidado con los que confunden la búsqueda de la felicidad con la mera ambición: hacen desgraciados a otros y no llegan a ser felices ellos mismos).



     El libro ofrece una perspectiva histórica del desarrollo humano y las causas de sus tendencias y creencias psicológicas, y hasta perspectivas biológicas... Todo con un tono descriptivo, adherido a la vida y desprovisto de prejuicios morales y sociales.
     Voy a dejaros con una pequeña perla que no es, ni mucho menos, un resumen del libro. Sencillo y cercano, incluye sin embargo estas notas de genialidad suprema, como sólo un verdadero filósofo puede alcanzar, desde la humildad y el respeto a la vida, a nuestra pequeñez y a nuestra dignidad. Fijáos que sutil análisis hace de un pecado considerado a menudo el más dañino e injustificable de todos: la envidia.
 

...Hemos alcanzado un estadio en la evolución que no es el estadio final. Debemos pasar por él deprisa, porque si no, muchos perecerán en el camino, y el resto se perderá en un bosque de dudas y miedo. Por ello la envidia, maligna como es, y malignos como son sus efectos, no es sólo fruto de la malignidad. En parte es la expresión de un sufrimiento heroico, el sufrimiento de los que caminan ciegos en la noche, quizá hacia un lugar de descanso mejor, quizá sólo hacia la muerte y la destrucción. Para encontrar la salida correcta de esta desesperación, el hombre civilizado debe agrandar su corazón como ha agrandado su mente. Debe aprender a trascenderse a sí mismo, y al hacerlo, alcanzar la libertad del Universo.


domingo, 23 de septiembre de 2012

Biblioteca alternativa de autoayuda, introducción

UNA ALTERNATIVA A LAS BIBLIOTECAS DE AUTOAYUDA


    Inauguro esta nueva sección haciendo una breve declaración de lo que el lector podrá encontrar en ella.
     La proliferación de libros de autoayuda, que ofrecen recetas más o menos fáciles de felicidad, es un fenómeno de nuestros días que me recuerda el surgimiento de las llamadas escuelas morales del Helenismo. No digo ni mucho menos que la literatura al respecto me parezca similar en calidad, aunque obviamente lo que nosotros conservamos y estudiamos es lo que nos parece, con la perspectiva del tiempo, de mayor influencia. Dudo si hay algo suficientemente digno en la actual oferta como para crear escuela o pasar a la posteridad.
     Lo que me hace asociarlas es que se trata de una época de inseguridad (aquélla como ésta nuestra), de convulsiones, de bamboleo de valores así como de ausencia de protección estatal, propia de los choques de culturas y las crisis económicas y políticas. Esto provoca que el individuo se sienta desprotegido, que se sienta inseguro ante su estabilidad, su futuro, sus pautas de acción y hasta sus propios principios éticos.
     Quizá por cuestiones de mi propia personalidad, a mí me ayudan más libros que no parten de supuestos axiomas, por consolador paisaje que nos ofrezcan. Prefiero una literatura analítica y abierta a posibilidades interpretativas, centrada en problemas y sentimientos reales, en análisis serios de la naturaleza del hombre y de su pensamiento, y no en supuestas quimeras sobre la potencialidad de la mente o nuestro origen ultracósmico, cosas que quedan muy por demostrar.
      ¿Qué cabe decir de ese discurso privado, necesario para trazarnos una imagen del mundo que nos permita movernos en él hacia la felicidad? ¿Qué es ser feliz? ¿Cómo puedo tener una buena imagen de mí mismo y a la vez saber lo que necesito hacer para triunfar en la vida, en mi vida? ¿Son la fama, el poder, el dinero, las claves de la felicidad? ¿Lo es la tranquilidad de conciencia, la libertad de pensamiento, el libre ejercicio de mi voluntad? Cada sociedad genera sus propios valores, y nos adaptamos a ellos, porque se infiltran en nuestros poros y porque necesitamos la aceptación del grupo y de nosotros mismos. Los conceptos mencionados anteriormente parecen tener alguna relación con la felicidad, o así lo hemos aprendido pasivamente. Pero, ¿qué ocurre si no alcanzo alguno de ellos, o si alcanzándolos no me siento feliz? Poder dar claridad a estas cuestiones es a lo que me refiero con la necesidad de ese discurso privado. Es obvio que mucha gente no es, o no se siente plenamente feliz, por la cantidad de manuales de autoayuda que se venden. De ahí que me haya planteado proponer otro enfoque de la cuestión.   
      Creo firmemente en la necesidad de crearse un discurso privado -un esquema de valores, una concepción de la realidad- que se asiente en la razón y en la realidad. Y creo que el estudio de la Ética, como disciplina filosófica, se está convirtiendo en una necesidad aclamante para una población mundial convulsa por choques de credos fanáticos, tanto políticos como religiosos, ante los que no sabemos si debemos reaccionar con "tolerancia", "contundencia", o en qué casos cada cosa. Creo que, en los países donde supuestamente hay aún libertad de pensamiento, o donde al menos ésta se concibe como un valor, se ha generado ya más que un relativismo, un miedo moral. Un miedo a afirmarse en la búsqueda de lo justo o lo bueno como valores objetivos, un miedo a ser tachado de cualquier cosa. Una mirada analítica a la vida, a los fundamentos de nuestros credos y argumentos (casi siempre prefabricados) es la única esperanza que tiene el hombre de alcanzar paz de espíritu y, por ende, felicidad.
     Nuestra época tiene, además, a mi parecer, una peculiaridad específica frente a este titubeo del discurso privado, y es el titubeo del discurso ético público.
     Junto a la inseguridad del individuo en su propio quehacer vital y en la defensa de su vida y su dignidad está la indefensión que sentimos como pueblo frente a la manipulación de los discursos éticos. La ausencia de una reflexión racional sobre nuestros sentimientos morales hace que ese discurso ético sea manipulado constantemente por los intereses de los poderosos. Ante el estallido de nuevas guerras, los países se posicionan con discursos sobre valores como la defensa de los derechos de los civiles frente al derecho al autogobierno y la no-intervención, el concepto de "pueblo" se manipula enfrentándolo en su concepto al de los tiranos que los gobiernan o, al contrario, al de los intereses de los países extranjeros que pretenden intervenirlos... Y aún funcionan de hecho -si no de convicción-, pese a que todos sabemos que detrás de esas posturas hay otro tipo de intereses.
     No sólo la felicidad personal, sino el camino hacia una sociedad justa, dependen de una capacidad de generar discursos que respondan a la realidad de la vida. Sé que es una utopía pretender alcanzar una humanidad entera culta, racional y ética, pero siempre hay que marcar el camino hacia ese horizonte.

    No pretendo hacer un acopio de clásicos de la Ética, ni siquiera de las éticas eudemonistas (sobre la felicidad) en exclusiva. Prefiero ir comentando algunos libros que recurren a lo que me parece primordial para no dejarnos engañar, ni por los demás ni por nosotros mismos. La selección sería totalmente personal, sin esperar responder a ningún rigor recopilatorio. En fin, lo que me vaya encontrando o lo que vaya recordando. Y la primera recomendación será sobre el libro que me inspiró esta sección.
 
 
 
 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Libertad, obediencia y racionalidad.



         Una actitud de obediencia, cuando es exigida a los subordinados, es enemiga de la inteligencia. En una comunidad en que los hombres tienen que aceptar, al menos cara al exterior, alguna doctrina absurda, los mejores hombres necesariamente se vuelven o idiotas o subversivos. En consecuencia, habrá un descenso del nivel intelectual que, en no mucho tiempo, repercutirá en el desarrollo tecnológico. Esto es especialmente cierto cuando el credo oficial es tal que pocos hombres inteligentes puedan aceptar honestamente.


Bertrand Russell: "Los credos como fuentes de poder", en Poder.

 


lunes, 20 de agosto de 2012

Fuegos artificiales en Bayona

FUEGOS ARTIFICIALES EN BAYONA



     Parecen efímeras constelaciones. Es imposible no admirarse como un niño siempre que se ven estos juegos de luz y dinamismo sobre la tela negra de noche.
     Tarareáos algo mientras lo veis o haced interiormente fssss ¡pum!... No sé ponerle música.

domingo, 5 de agosto de 2012

Cortiblog 37

The man who can centre his thoughts and hopes upon something trascending self can find a certain peace in the ordinary troubles of life wich is impossible to the pure egoist.

Bertrand Russell, The Conquest of Happiness

(El hombre que es capaz de centrar sus pensamientos y esperanzas en algo trascendente a sí mismo puede encontrar cierta paz en los problemas ordinarios de la vida que es imposible para el puramente egoísta.)

lunes, 30 de julio de 2012

Platón versus Buda



     ¿Oriente frente a Occidente? No, no van por ahí los tiros; no pretendo generar enfrentamientos de valoración de tradiciones culturales. Pero sí me llama la atención el contraste entre dos perspectivas sobre una única visión planteada por ambos: cierto sentido trascendente de la vida.
     He aquí dos pensadores que han iniciado a la humanidad, desde distintos caminos (no son los únicos), en la idea de una necesidad de elevar el alma a un supuesto mundo superior, al que pertenecería en origen y el cual le da sentido a esta vida. Ambos conciben que el alma, al nacer, está contaminada por el cuerpo, por el deseo, por los apetitos individuales, transitorios y terrenos. Ambos ofrecen fórmulas para purificar el alma y hacer que trascienda las ataduras de este jardín de Venus que es el mundo en que vivimos.
     Son muchas las diferencias entre ambos modelos: uno racional, el otro puramente místico; un mundo ideal pero jerarquizado, el otro un nirvana unitario. Pero tienen también en común, en sus fórmulas de purificación, una propuesta de una forma de vida ética. Aferrarse al interés material es aferrarse a apetitos que cambian, que son efímeros, y por tanto nos apartan del verdadero ser. Considerar el universo en su conjunto, sin embargo, es sólo potestad del alma; el cuerpo siempre estará ligado a un aquí y ahora, atrapado en el velo de Maya.
     Sin embargo el filósofo, pese a ser retradado señalando a las alturas (famoso cuadro de La escuela de Atenas, de Rafael Sancio), sigue mirando a este mundo. En su mito de la caverna describe ese ascenso del filósofo, que consigue romper las cadenas (materiales, sensibles) y asciende al mundo de las ideas, donde todo es real, pero definido y perfilado. Sin embargo, y aquí es donde encontramos la gran diferencia: para Platón, el filósofo debe volver a la caverna. No vale con huir de este mundo y sus reencarnaciones: aquí hay algo que hacer.
     ¿Pero por qué ha de volver el filósofo a la caverna? ¿No es tarea de cada cual librarse de sus ligaduras? ¿Es acaso posible librar a aquél que no quiere verlas o que no quiere romperlas? El mismo Platón reconoce que, cuando el filósofo se encuentra de nuevo en la caverna con sus compañeros encadenados, al explicarles el mundo real, éstos, si pudieran, le hubieran matado. Y aún así, Platón le ha hecho volver, y por el resto de su filosofía y su empeño en un programa político, es obvio que no intenta aleccionar sobre la negatividad de tal vuelta, sino que, al contrario, es un paso necesario del mito, tal vez su meta.
     Buda pretende escapar a la rueda del destino, a este velo de Maya que es el espacio-tiempo en que vivimos. Platón también pretende ascender, pero desde lo alto sigue mirando abajo. Esa mirada se me aparece nostálgica, amorosa. La meta que plantea Buda es la huída del dolor. ¿Cuál es la que plantea Platón? Hay también un interés del alma individual, pero en Platón hay algo más...
    El más idealista de nuestros filósofos, el que con su nombre adjetivó los ideales que trascienden ilusoriamente la realidad, lo "platónico", sigue sin embargo mirando a este mundo, en el cual quisiera imprimir esos ideales de justicia, belleza y armonía verdaderas. Que quizá no existan (muy seguramente no existan con la estaticidad con que las concebía él), pero es aquí donde el filósofo debe imprimirlas. El filósofo, el amante de la verdad, debe comprometerse con el mundo. Pese a que intenta justificar su sentido duplicando otro, pese a la denuncia de Aristóteles del rapto de sentido a este mundo que genera esa duplicación, Platón lo sigue mirando como una meta. No la meta del hombre individual, sino del hombre en su conjunto.
     Qué puedo decir al respecto. Quizá exista ese otro mundo de los iluminados, no lo sé. Si hay un mundo ideal, ajeno al dolor y de eterna y pura felicidad, yo también querría alcanzarlo, por supuesto. Pero, de momento, sí sé que estamos en éste, y algo en mí se resiste a dirigir todo el sentido de mi vida sólo al otro, aun asumiendo que exista.
     Sí, me siento más afín con el espíritu de Platón que con el Budismo. Aunque no sepa qué, yo también pienso que aquí hay algo que hacer. 

sábado, 28 de julio de 2012

Me gusta my fair translation

 Os invito a visitar esta página:

Servicio personalizado de traducciones ingés-español.
Qualified English-Spanish translation

No puedo reproducir aquí su estética, hay que entrar para verla. A mí me encanta. ¿Alguien quiere hacer sugerencias?

jueves, 19 de julio de 2012

Cortiblog36

"La especie más barata de orgullo es el orgullo nacional. Pues denota en el que adolece de él la falta de cualidades individuales de las que pudiera estar orgulloso, ya que si no, no se aferraría a lo que comparte con tantos millones"

Arthur Schopenhauer.

lunes, 2 de julio de 2012

Una nueva sombra recorre Europa

¡LA SOMBRA DE LA ROJA!




     En alusión a mi artículo anterior, caramba, sé que es efímero pero... ¡Qué subidón de moral! España comiéndose Europa, como ya se comió el mundo. Mi admirado Ortega, quién iba a decir que al final iba a ser que se españolizaría Europa, como dijo Unamuno, en vez de europeizarse España. Ahora, ¡Qué distinta esta España! Es una nueva España de espíritu, optimista y creativa, mirando al futuro, nada unamuniana. Aunque, eso sí, una nueva España de un mundo ilusorio y paralelo, no real. Pero, ¿Por qué no le sacamos provecho espiritual?
     Esta España que nos han brindado es una España fuerte y limpia, que lucha con nobleza. El mundo al revés, señores: frente a la ola de sombra y dominio de los malvados, de los que juegan sucio en el mundo real, en este mundo paralelo se nos ha puesto en las mentes y en el corazón, por unos instantes efímeros, la victoria del buen juego, del optimismo y la lucha noble y creativa.
     Cualquiera que me conozca, que sepa lo antifutbolera que soy, estará haciéndose de cruces al leer esto. Pero, ¿Qué sería de las religiones sin sus pecadores? Pues sí, en brutal herejía contra mi credo de que el fútbol es el opio del pueblo, he de confesar que he vuelto a vibrar de emoción al ver a esa llamada La Roja triunfar del modo en que triunfa. Me he dejado arrastrar a ese mundo paralelo donde yo también gritaba por dentro que soy española, española, española. Y me vi de esta guisa, sorprendida conmigo misma, celebrandro el partido.
 


Puestos a seguir soñando, ¿por qué no le sacamos provecho y nos sentimos todos no partícipes, sino jugadores activos en la vida real en busca de estrategias audaces, de juego limpio, mirando al futuro con ilusión desbordada por una nueva fuerza? A ver si sacamos todos esa nueva moral de Europa tomando como referente lo que hemos sentido con esa tan española furia de la Roja. Es la fuerza de nuestro corazón, señores. De un espíritu y de una idiosincrasia en la que nunca hemos creído ni valorado, y a lo mejor deberíamos empezar a creer.
    Yo también.
 



sábado, 16 de junio de 2012

La sombra que se cernía sobre Europa

                 Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo...
Marx, Manifiesto comunista.


                 El más grande de los últimos acontecimientos -que Dios ha muerto, que la fe en el Dios cristiano se ha hecho increíble- comienza ya a lanzar sus primeras sombras sobre Europa...
Nietzsche, La Gaia Ciencia


                "Esta es la cuestión: Europa se ha quedado sin moral. No es que el hombre-masa menosprecie una anticuada en beneficio de otra emergente, sino que el centro de su régimen vital consiste precisamente en la aspiración a vivir sin supeditarse a moral alguna". "Ahora recoge Europa las penosas consecuencias de su conducta espiritual. Se ha embalado sin reservas por la pendiente de una cultura magnífica, pero sin raíces."

Ortega y Gasset: La rebelión de las masas. "Se desemboca en la verdadera cuestión".




        Europa, Europa, Europa... Resuena en mi cabeza como aquella Tara en la de Escarlata O'Hara. La tierra a la que hay que volver, de cuyas raíces se extrae la fuerza. Las vertiginosas transformaciones de la Edad Contemporánea no podían dejar de afectar al espíritu de nuestra época.
        Europa está enferma. Está enferma y sus nuevas generaciones buscan a ciegas, tanteando, cuando la solución quizá estaría en buscar nuestra propia idiosincracia, nuestras raíces de continente innovador, revolucionario, humanista... y ahora viejo. Nuestra historia. Una historia que va más allá de las guerras y las civilizaciones; una historia que es la que ha conquistado el libre pensamiento, el Estado laico, los derechos humanos.
        Todos estos ideales surgieron de las raíces de Europa. Y esos ideales, esos derechos humanos y ese concepto de humanidad por encima de las civilizaciones son el espíritu que tenemos que rescatar, que tenemos que hacer perdurar y dejar como herencia, por encima de los devenires económicos. Contra el imperio de las economías que han enfermado a Europa; a Europa como ideal, a Europa como espíritu y a Europa como historia. Y la clave está en sus pensadores, sus ideólogos, sus filósofos, que nacieron en Europa y en su espíritu perviven; porque hay un concepto de filosofía que se ciñe a lo que se ha hecho en Europa, en Occidente, y que la distingue del mal uso de "filosofía" que se extiende a demasiadas formas de pensar, que lo descontamina de todo lo que no la hace autónoma. Autónoma de revelaciones, de intereses ideológicos y de localismos. Europa conquistó la libertad de pensamiento, y eso es conquistar la libertad del hombre, dejándole a solas consigo mismo ante la naturaleza y ante el universo.
        Y para entender la Europa actual, que está en el epicentro de las miras del mundo, a la que se culpa como si lo hubiera enfermado cuando es el mundo el que la enferma, hay que revisar nuestro pasado intelectual, al menos el de los profetas que aventuraban esa sombra que se cierne sobre Europa, esa enfermedad que se esconde tras la crisis económica y que es la enfermedad que está minando sus valores conquistados: los de los derechos humanos al margen de cualquier confesión religiosa, clase social, sexo, edad o nacionalidad. La dignidad del hombre.
        Decir que para salvar la situación económica hay que sacrificar los derechos laborales -que son derechos humanos- es como decir que para salvar una vida hay que arrancarle el corazón. ¿No es mejor amputar la lacra económica del liberalismo, pervertido en capitalismo de capital fantasma, vacío de riqueza real y contenido? Revisar gastos absurdos e improductivos, eliminar las lacras del hombre-masa que pretende que la vida le venga hecha y que se enfanga en la búsqueda de la comodidad en contra de la creatividad y la producción, es necesario. Someter la dignidad humana a intereses económicos, es la gran perversión.
       Necesitamos, efectivamente, una nueva moral. No un "contenido moral" que nos venga impuesto. La lección del nihilismo es saber que los valores se crean y se destruyen. Para no confundir términos, más que de valores hablaría de ideales, de cánones, ya sean éticos, políticos o estéticos. Hay que hablar de contenidos de valor. Pero si el nihilismo nos enseña que hay que saber acabar con ideologías caducas, el formalismo moral de Kant nos enseñó también el valor de la acción moral en sí misma: obra de forma que quieras que tu voluntad se tornara en voluntad universal. Trata siempre a la humanidad, y a ti misma como miembro de ella, siempre como un fin, nunca como un medio.
        La dignidad humana en sí misma, sin necesidad de justificaciones (criatura de Dios, servidores de un sistema...) es irrenunciable ante cualquier nihilismo. Pero no es un contenido, por eso no atenta contra la necesidad de regenerar nuestros valores.
     Europa se ha quedado sin moral. Lo vemos a cada instante. Hay que recortar puestos imprescindibles (sanidad, educación, los obreros de base de las empresas...) mientras no sólo no desaparecen sino que crecen asesores, politicastros, subdirectores adjuntos... Hay que mutilar puestos de empleo de creación de riqueza real mientras los bancos siguen jubilando a sus directivos con pensiones millonarias, mientras tiramos el dinero en pensiones vitalicias de diputados, adjuntos y acólitos de políticos, mientras seguimos viendo cómo los estafadores de alto rango roban cantidades que salvarían cualquier crisis económica. ¿Y no nos preguntamos dónde está el dinero? Ahí está el dinero. En manos cada vez de menos, y de los menos productivos. En manos de parásitos que ni crean ni dejan crear.
    No estamos viviendo una crisis económica, estamos viviendo una crisis moral. La crisis económica no existe: es una estafa. Lo sabemos, pero no sabemos reaccionar porque no sabemos nombrarlo. No son las bajadas de sueldo, ni de nivel de vida lo que más enferman la sociedad: es la pérdida de la dignidad del hombre.
     Hay que buscar esa nueva moral. Moral como fuerza interior, creatividad, crecimiento. Hay que generar nuevas perspectivas sobre el mundo. Y, como europeos, sólo podremos hacerlo revisando la historia de nuestro pensamiento. Y regenerando desde ahí la consciencia de lo que habíamos conquistado. Podemos generar nuevas ideologías que den lugar a nuevos sistemas económicos. Eliminar lacras improductivas, empezando por arriba, dándonos cuenta de los defectos de una economía que se ha basado tanto tiempo en riqueza virtual, no real (compro barato en bolsa, vendo caro en bolsa y me hago millonario, sin que haya creado nada). La consecuencia económica está siendo la improductividad, y se está extendiendo cada vez más como una lepra porque, al aferrarnos a nuestro modo de vida narcisista, sin ansias de crecimiento interior ni de creación, estamos justificando moralmente esas grandes estafas inmorales.
     Hace ya casi un siglo de esas profecías de Marx, Nietzsche y Ortega. Y es ahora cuando vivimos su cumplimiento. Intentemos releer de qué hablaban, escuchemos ahora su eco.

La Historia es hoy para Europa la primera condición de su posible saneamiento y resurgir porque cada cual sólo puede tener sus propias virtudes y no las del prójimo.
Europa es vieja. No puede tener, no puede aspirar a tener las virtudes de los jóvenes. Su virtud es el ser vieja, es decir, el tener una larga memoria, una larga historia. Los problemas de su vida se dan en altitudes de complicación que exigen también soluciones muy complicadas y éstas sólo puede proporcionarlas la Historia, de otro modo habría un anacronismo entre la complejidad de sus problemas y la simplicidad juvenil y sin memoria que quisiera dar a sus soluciones. Europa tiene que aprender en la Historia no hallando en ella una norma de lo que puede hacer, la Historia no prevé el futuro, sino que tiene que aprender a evitar lo que no hay que hacer. Por tanto ha de renacer siempre de sí misma, evitando el pasado. Para esto nos sirve la Historia, para libertarnos de lo que fue. Porque el pasado es un revenant y si no se le domi­na con la memoria, refrescándolo, él vuelve siempre contra nosotros y acaba por estrangularnos.
Ésta es mi fe, éste es mi entusiasmo por la Historia, y me complace vivamente, y siempre ha sido para mí un gran fervor español el ver que en este lugar se condensa la atención sobre el pasado, se pasa sobre el pasado, que es la manera de hacerlo fecundo, como se pasa sobre la vieja tierra con el arado, e hiriéndole con el surco se le fructifica.

Ortega y Gasset.



miércoles, 2 de mayo de 2012

"Pequeño gran Hombre", una visión rousseauniana de la civilización y del proceso de socialización

     El ideal del "buen salvaje" de Rousseau es una utopía difícilmente ilustrable, en la medida en que todo ser que conocemos está inserto en una civilización determinada. Pero la crítica a las secuelas de la civilización occidental (sus valores negativos, que mejor supo cristalizar Nietzsche) sí dejan cierta huella de comprensibilidad, y por supuesto de un halo romántico, en quienes se acercan a ese concepto de "buen salvaje". Para dar masa a este ideal rousseauniano creo que no hay mejor película, ni de más excelente categoría, que "Pequeño Gran Hombre" (1970), de Arthur Penn, con Dustin Hoffman como protagonista. Dejo aquí algunos fragmentos que he encontrado, pero recomiendo fervientemente ver la película completa para entender su carga. Si la crítica de Rousseau a la civilización en sí, en su evolución intrínseca, me parece cuando menos ingenua, su comprensión desde el punto de vista del choque de civilizaciones, como se hace en esta película, me parece que ayuda en gran medida a acercarnos a la raíz última de la naturaleza humana y su inevitable componente social y cultural.
lbm from Darko03 on Vimeo.



Pero como no me gusta ser maniquea, creo que hay que saber enfocar también la otra cara de la moneda. Y quién mejor que Voltaire para contestar con finura y sarcasmo a la exacerbada y casi fanática defensa de Rousseau del buen salvaje. Ahí os dejo este pequeño comentario, a modo de apéndice, y para serenar la romántica exaltación rousseauniana. Respuesta de Voltaire a Rousseau sobre su ensayo "discurso sobre la desigualdad", (1754):

He recibido su nuevo libro sobre la especie humana y le doy las gracias por él. Nunca se ha empleado tanta inteligencia en el designio de hacernos a todos estúpidos. Leyendo su libro se ve que deberíamos andar a cuatro patas. Pero como he perdido el hábito hace más de sesenta años, me veo desgraciadamente en la imposibilidad de reanudarlo. Tampoco puedo embarcarme en busca de los salvajes del Canadá, porque las enfermedades, a que estoy condenado, me hacen necesario un médico europeo; porque la guerra continúa en esas regiones; y porque el ejemplo de nuestras acciones ha hecho a los salvajes casi tan malos como nosotros.

jueves, 29 de marzo de 2012

Textos para comentar: Marx y Nietzsche

Hay que elegir un texto de cada autor de entre los que se proponen y realizar el comentario: extraer las ideas principales y la relación existente entre ellas. Recuerda leer al menos dos veces, la segunda separando ideas y marcando términos a explicar. Se ofrece una pequeña ayuda o guía en cada uno.


MARX: La ideología alemana, Introducción.


1.
Tratándose de los alemanes, situados al margen de toda permisa, debemos comenzar señalando que la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para "hacer historia", en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histórico es, por consiguiente, la producción de los medios indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida material misma, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una condicón fundamental de toda historia que, lo mismo hoy que hace miles de años, necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para asegurar la vida de los hombres.

El tema es es carácter material de la realidad; hay que explicar por tanto el materialismo dialéctico-histórico. Al hablar de "los alemanes" está refiriéndose a su propia educación, por tanto hay que hacer referencia al idealismo hegeliano; rechaza ese idealismo y lo transforma en materialismo. Hay que explicar también la lectura que hace de la historia: ese materialismo, aplicado al desarrollo de los hombres, se traduce en que la realidad radical histórica son las relaciones económicas.

2.
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo como de la ajena en la proceración, se manifiesta inmediatamente como una doble relación: de una parte, como una relación natural, y de otra, como una relación social; social, en el sentido de que por ella se entiende la cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. De donde se desprende que un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación u una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su vez, una "fuerza productiva"; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la "historia de la humanidad" debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y el intercambio.

Continúa explicando esa realidad última material, insistiendo aquí en el aspecto dialéctico: hay que explicar la dialéctica como en desenvolvimiento propio de la naturaleza y reflejado, por tanto, también en las relaciones sociales de los hombres (dialéctica hombre-hombre). Hay, pues, que hablar del ser material y natural del hombre y de cómo esto es origen de las relaciones económicas y, a partir de ahí, las etapas históricas de esas relaciones; aquí habla de "fase industrial": se refiere a fase o momento de producción; hay que explicar esa dialéctica establecida entre clases producctivas (lucha de clases). La historia, pues, se explica desde el estudio de las relaciones económicas (infraestructura; socialismo "científico").

3.
Solamente ahora, después de haber considerado ya cuatro momentos, cuatro aspectos de las relaciones históricas originarias, caemos en la cuentra de que el hombre tiene también "conciencia". Pero, tampoco ésta es de antemano una conciencia "pura". El "espíritu" nace ya tarado con la maldición de estar "preñado" de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de capas de aire en movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma del lenguaje. El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad de los apremios del intercambio con los demás hombres. Donde existe una relación, existe para mí, pues el animal no se "comporta" ante nada ni, en general, podemos decir qu4e tenga "comportamiento" alguno.

Explica el origen de la conciencia, en contestación a la filosofía alemana imperante en su tiempo: idealismo. Tiene que explicar su origen en lo material, base de la realidad, y en concreto en el hombre en su naturaleza material-social: la necesidad de intercambio o comercio, de cooperación, en que se basa su subusistencia. El origen de la conciencia está en la necesidad de relaciones sociales para la producción; es, pues, material. Cuando dice que el animal no se comporta está distinguiendolo del hombre, diciendo que aquel no tiene conciencia, no tiene vida social, es decir, no produce en comunidad, no intercambian..

4.
La división de trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separanel trabajo físico y el intelectual. Desde este instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente algo sin representar algo real; desde este instante, se halla la concienica en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría "pura", la filosofía y la moral "puras", etc. Pero, aun cuando esta teoría, esta teología, esta filosofía, esta moral, etc., se hallen en contradicción con las relaciones existentes, esto sólo podrá explicarse porque las relaciones sociales existentes se hallan, a su vez, en contradicción con la fuerza productiva existente; cosa que, por lo demás, dentro de un determinado círculo nacional de relaciones, podrá suceder también a pesar de que la contradicción no se dé en el seno de esta órbita nacional, sino entre esta conciencia nacional y la práctica de otras naciones; es decir, entre la conciencia nacional y general de una nación. Por lo demás, es de todo punto indiferente lo que la conciencia por sí sola haga o emprenda, pues de toda esta escoria sólo obtendremosun resultado, a saber: que estos tres momentos, la fuerza productora, el estado social y la conciencia, pueden y deben necesariamente entrar en contradicción entre sí, ya que, con la división del trabajo, se da la posibilidad, más aún, la realidad de que las actividades espirituales, el disfrute y el trabajo (...) se asignen a diferentes endividuos, y la posibilidad de que no caigan en contradicción reside solamente en que vuelva a abandonarse la división de trabajo.


Tras explicar el origen de la conciencia, que sustituye al instinto animal, explica cómo y por qué  puede entrar  en contradicción con la vida real. La causa profunda es otra contradicción: la de las fuerzas productivas con las relaciones sociales. Está hablando de la función alienadora de las ideologías. La división de trabajo trae consigo esa división social, es la causa de que se produzca a su vez esa conciencia al servicio de la alienación para ocultar esa contradicción. Esa contradicción de las ideologías se ve a su vez influida por la diversidad de formas de vida de las distintas naciones. Hay que explicar aquí la relación entre infraestructura, estructura y supraestructura. Más adelante insiste en el origen de la contradicción entre el interés individual y el general en la división de trabajo.

5.
Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente. Por lo demás, la masa de los simples obreros,  -de la fuerza de trabajo excluida en masa del capital o de cualquier satisfacción, por limitada que ella sea- y, por lo tanto, la pérdida no puramente temporal de este mismo trabajo como fuente segura de vida presupone, a través de la competencia, el mercado mundial. Por lo tanto, el proletariado sólo puede existir en un plano histórico-mundial, lo mismo que el comunismo, su acción, sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico-universal. Existencia histórico-universal de los individuos, es decir, existencia de los individuos directamente vinculada a la historia universal.

Para explicar la implantación del comunismo hay que explicar: que define su socialismo como científico (no es algo que "debe"... es algo "real"; sus condiciones se desprenden de la premisa actualmente existente). El sujeto de la libertad, para Marx, es colectivo, en el momento en que la realidad histórica tiene como sujeto al hombre en su conjunto como ser social (además, los obreros sólo tienen fuerza si tienen unidad). Describe el estado actual de cosas desde el punto de vista materialista de las relaciones económicas (mercado mundial) y la situación del proletariado, propia de un momento histórico que plantea un determinado enfrentamiento dialéctico-histórico (tesis-antítesis, capitalista-proletario).


NIETZSCHE

1.
La falta de personalidad ejerce su venganza por doquier. Unaa personalidad debilitada, menguada, amortiguada, que se niega y reniega de sí misma, ya no sierve para ninguna cosa buena... mucho menos es útil para la filosofia. El "desinterés" no tiene valor alguno ni en el cielo ni el la tierra. Los grandes problemas reclaman todos gran amor, y sólo los espíritus fuertes, redondos y seguros son aptos para esto, los que se sienten firmemente seguros de sí mismos. La diferencia más considerable consiste en si el pensador se entrega personalmente a sus problemas, de tal modo que en ellos ponga su desstino, su necesidad y su mayor felicidad o, por el contrario, "impersonalmente", es decir, que sólo sabe tocarlos y cogerlos con las antenas del pensameinto frío y curioso.

Hay que percibir la idea de superhombre enfrentada a la del hombre sumiso: sin personalidad, sin amor a la vida, sin entregarse en toda su persona a sus probremas, sino sólo con las frías antenas de la razón (pensamiento curioso y frío). Sobre el desinterés se refiere a la moral cristiana, que parece exigir la negación de uno mismo y los propios intereses.

2.
Se dice con razón que las convicciones no tienen derecho alguno de ciudadanía en la ciencia. Sólo cuando se resuelven a descender a la modestia de una hipótesis, de una previa posición npara una prueba, de una ficción normativa, puede concedérseles la entrada y un cierto valor dentro del imperio del conocimiento -en todo caso con la limitación de permanecer bajo vigilancia policial, bajo la policía de la desconfianza-. Pero esto, si se considera más exactamente, ¿no quiere decir que sólo cuando la convicción deja de serlo, le es permitido conseguir su acceso a la ciencia? ¿No comienza el cultivo del espíritu científico cuand ouno no se permite ya más convicciones?... Así es, probablemente. Sólo resta preguntar, para que este cultivo pueda comenzar, si no ha de haber ya una convicción, y por cierto tan imperiosa e incondicionada que se sacrifiquen por ella todas las restantes convicciones.

Comentar el tono irónico del principio: es obvio que va a contradecir lo que afirma, que no hay convicciones previas en la ciencia. Hay que explicar por qué la ciencia -o los científicos- parte de esa autoimagen  y describir la crítica que hace a las ciencias positivas y en qué se basa esa previa convicción: la búsqueda de la Verdad. Buscar y explicar las metáforas (ciudadanía, vigilancia policial, cultivo...).

3.
Esta incondicional voluntad de verdad, ¿Qué es? ¿Es la voluntad de no dejarse engañar? Pues también en este último sentido pudiera interprtarsee la voluntad por la verdad: suponiendo que entre la generalización de "no quiero entañar" está comprendido también el caso particular de "no quiero engañarme a mí mismo". Pero, ¿por qué no dejarse engañar? Obsérvese que las razones para lo primero alcanzan un ámbito completamente distinto que las del segundo. Uno no quiere dejarse engañar, suponiendo que ser engañado es nocivo, peligroso y funesto; en este sentido, laciencia sería una gran prudencia, una precaución, una ytilidad contra la cual empero podría objetarse con razón: ¿cómo?, ¿es realmente menos nocivo, menos peligroso y menos funesto no-querer-dejar-se-enganar?

Imprescindible explicar los conceptos de voluntad y de verdad. También hay que explicar qué entiende aquí por engaño: algo que iría contra la Verdad, luego se presupone que la verdad es una. Explicar el valor de "verdadero" o "bueno" para Nietzsche: lo que sea útil a la vida. El hombre es, en última instancia, voluntad de poder. Lo que parecen engaños, las apariencias, son cristalizaciones de formas de ver la vida, que se expresan mejor en el arte, cuyas "apariencias", a diferencia de las científicas, no son excluyentes.

4.
Pero, ¿No entendéis? Efectivamente, les costará trabajo entendernos. Buscamos palabras y acaso buscamos también oídos. ¿Quiénes somos, pues, nosotros? Si quisiéramos denominarnos sencillamente con expresiones antiguas, ateos o incrédulos y además inmoralistas, no creeríamos con eso ni mucho menos habernos caracterizado; somos las tres cosas en un estadio demasiado tardío, para lo que se comprende, para lo que podéis comprender vosotros, mis señores curiosos, según el humor de cada uno. ¡No! Fuera con la amargura y la pasión del desarraigo que de su incredulidad tiene que componerse una fe, una finalidad y hasta un martirio. Hemos sido templados en la visión proyectiva y nos hemos hecho fríos e insensibles a que nada absolutamente en el mundo es divino, ni moral, "ni humano"...

La idea clave es que negar una fe o creencia no es adherirse a su contraria: no existen verdades únicas ni posturas únicas ante la vida. Al acabar con el mundo platónico de las ideas (el bien, lo uno, la verdad, Dios...) no nos quedamos sin más con la parte negativa (el mal, lo múltiple, la apariencia, lo humano...). La crítica a la cultura occiendental de Nietsche no consiste en eliminar aquel mundo y quedarse con éste, sino en superar esa dicotomía. Por eso habla de "visión proyectiva".

5.
Toda esa actitud de "hombre frente al mundo, el hombre como principio "que niega-al-mundo", el hombre como medida valorativa de las cosas, como juez de los mundos, que se pone la misma existencia, en último término, en los platillos de su balanza y la encuentra que pesa muy poco -la inmensa insulsez de esta actitud se nos ha hecho conscienite tal cual es y nos quita todo gusto-. Ya nos reímos cuando encontramos que se pone juntos a "hombre y mundo", separados por la sublime arrogancia de la partícula "y". Pero ¿qué pasa? ¿No hemos avanzado un paso más, al reírnos, precisamente por esto, en el desprecio del hombre? Y por lo mismo ¿También en el pesimismo en el desprecio de la existencia que nos es cognoscible?

La idea principal es el análisis de esa dicotomía hombre-mundo, que Nietsche intenta superar. Al pretender el hombre encontrar los valores, como si él no perteneciera al mundo y buscara por eso el origen de los valores verdaderos, está restando valor a su propia existencia. Hay que comentar la tradición filosófica y la religiosa (justo antes habla de Buda y del Cristianismo, como ejemplos de tradiciones que han separado el "mundo verdadero" de éste). Hay que hablar de quiénes son los que se ríen (explicado anteriormente): no se limitan a negar de forma pesimista otro mundo, sino que son conscientes de la verdadera naturaleza multiperspectivista del mundo y de la pertenencia del hombre a este mundo. Los que se dan cuenta de esta realidad radical, que se opone a cualquier interpretación monolítica, única y disecada del mundo, son el Superhombre. La existencia que nos es cognoscible (que podemos conocer) es ésta.