........Según se considere el origen de los valores y normas morales, se pueden clasificar en naturalistas y no naturalistas. Las naturalistas son aquéllas que reducen los fenómenos éticos a cualquier instancia de la naturaleza, ya sean factores psicológicos, sociológicos o biológicos. Las no naturalistas creen que el fenómeno moral es irreductible a cualquier otra instancia.
¿Existen pautas de acción porque son necesarias para que la comunidad subsista? ¿Se trata de un fenómeno psicológico por el cual nos hemos acostumbrado a ver como bueno o como malo lo que nos han enseñado como tal? ¿Se puede reducir la moral a unas claves para conseguir aquéllo que deseamos realmente, aunque no siempre lo tengamos claro? ¿O más bien el bien y el mal, la justicia y la injusticia, tienen una entidad propia y objetiva? ¿Fue Hitler malo sólo porque se equivocó, y se desvió del camino de la felicidad? ¿O más bien porque su forma de actuar resulta perjudicial para la supervivencia del grupo? ¿Es necesario buscar explicaciones, o se puede decir, sin más, que lo que hacía estuvo mal? Sobre todo, piensa tú mismo: cuando piensas o sientes que algo es injusto, ¿lo crees realmente así?
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¿Existe un mundo de valores? ¿O está sólo en la mente humana y su forma de percibir la realidad?
..........Según se considere que existe un conocimiento del bien y el mal o que éstos se intuyen o sienten al margen del conocimiento, las éticas pueden clasificarse como cognitivistas o no cognitivistas.
........Dentro de esta clasificación, y según se atienda a la naturaleza misma del fenómeno moral, tal y como es vivido por el sujeto, se clasificarían en emotivistas o intelectualistas. Las primeras reducen la moral a sensaciones o emociones de placer o desagrado ante ciertas acciones, mientras que las segundas piensan que es el conocimiento del bien y el mal lo que confiere una dimensión moral al hombre.
Matar a un ruiseñor: salva al chico sin pensar en ganar nada a cambio. Ahora vayamos al otro extremo: ¿se puede hacer el bien sin conocer en qué consiste? En la película de Doce hombres sin piedad, algunos miembros del jurado votan culpable porque aún les falta un criterio para contemplar el caso de otro modo, pero cuando se les muestra cambian de opinión. Claro que quizá el mero conocimiento del bien no baste para defenderlo. Otro ejemplo cinematográfico es el del juez Ernst Janinn, de los procesos de Nurenberg (Vencedores o vencidos): una mente privilegiada para el concepto de justicia, y sin embargo...........Atendiendo a la localización de la bondad o la maldad de las acciones, pueden clasificarse en intencionales y consecuencialistas. Las primeras parten de que una acción es buena si está realizada con buena intención; las segundas atienden más a las consecuencias de la acción para fundar un estudio del bien y el mal.De este punto de vista se derivan algunas cuestiones interesantes ¿Puede un retrasado mental tener moral? Piensa, por ejemplo, en la conducta de Bo Radley en
El argumento de Arsénico por compasión nos da un divertido pie para plantearnos este dilema. Dos ancianitas, por pura bondad, se dedican a envenenar a ancianos solitarios para evitarles el sufrimiento de la vida que suponen que llevan. La intención es de lo más bondadoso, pero... ¿podemos decir que eso está bien? Otro ejemplo muy notorio sería el de Don Qujote y los desastres a que conducen algunas de sus aventuras. Aunque también podemos ponernos en el otro extremo. Para reírse de Sancho, le ofrecen gobernar una ínsula, y de su gobierno derivaron algunos juicios muy sabios y justos, como el de la mujer supuestamente violada o el sastre de las capas. ¿Se puede decir que la actitud de los duques que otorgan la ínsula es decente?
.........Las formas de clasificarlas son muy variadas. Podríamos añadir la distinción entre éticas monistas y pluralistas (según se considere que el bien es uno o que tiene distintas acepciones), prescriptivas y normativas (según se limiten a estudiar el fenómeno moral o se preocupen de basar unas pautas de conducta)... Pero una de las más conocidas es la que estableció Kant, distinguiendo entre éticas formales y éticas materiales.
.........Las éticas materiales son aquéllas que atienden al contenido del mandato moral, y se basarían en imperativos hipotéticos (si quieres alcanzar tal bien, debes comportarte así). Las formales, en cambio (fundadas por Kant) atienden a la forma de la ley moral: a aquéllo que la hace sentir o percibir como obligatoria, al margen de su contenido concreto (haz esto o lo otro). Dada la trascendencia que tuvo la ética de Kant, el giro ético que supuso y su rechazo de todas las teorías éticas basadas en el significado del bien, la distinción entre éticas formales y materiales es una de las más recurridas.
.........A todas estas clasificaciones se les puede añadir las teorías que quedan en zonas intermedias, intentando superar los dilemas que plantean las distinciones polares. Cuestión de cada cual es adherirse más a una o a otra. Pero en fin, para concluir, sólo queda decir que lo que realmente interesa de estas formas de clasificar las teorías no es la erudición de conocer su nomenclarura, sino lo que nos obliga a plantearnos respecto a la naturaleza del bien y el mal, de la moral al fin y al cabo. Plantearnos estos temas nos ayuda a perfilar nuestros criterios y a hacernos más autónomos. Como siempre, toda forma de conocimiento aboca al conocimiento de uno mismo.