Esta es una guía para entender la filosofía de Agustín, sabiendo a qué problemas intenta responder. Recuerda que es muy importante estructurar bien las líneas generales del pensamiento de cada autor; la comprensión adecuada hace que esa estructuración sea coherente; repasa los apuntes y y explica los temas de forma clara y demostrando que los entiendes; según el texto que caiga, se pedirá que expliques el problema de lo que sea: empieza por ahí (el tema tal intenta responder a tal...) y continúa con el resto.
El leit-motiv:
En la época de Agustín, con la proliferación de doctrinas filosóficas y religiosas, preservar una ortodoxia cristiana era crucial. La Iglesia Católica, ya organizada institucionalmente, necesita definirse a sí misma. Las constantes polémicas en torno a la naturaleza de Cristo, la salvación, etc. dan lugar corrientes consideradas heréticas desde dentro de la Iglesia (Maniqueísmo, Pelagianismo...) a las que la Iglesia oficial tendrá que dar respuesta recurriendo a las armas de la argumentación racional, que aporta la filosofía. Pero hay que tener en cuenta que ahora no se trata de una indagación pura, abierta a "donde nos lleve la razón". La verdad se supone que ya está revelada por Dios. Pero aun así resulta oscura para el hombre; de ahí la proliferación de interpretaciones y credos.
Las cuestiones principales que Agustín intenta salvar se refieren a la naturaleza de Dios y son, a destacar: la omnipotencia y bondad infinita de Dios y su identificación con el ser absoluto. Estas verdades aceptadas más la necesidad de contestar a las interpretaciones consideradas erróneas o herñetucas dan lugar a lugar uno de los principales temas de debate de la filosofía crisitana: la relación entre razón y fe.
El problema del conocimiento
Abarca el modo en que adquirimos el conocimiento -que se relaciona con la naturaleza del ser humano y de Dios, la relación entre fe y razón y las pruebas de la existencia de Dios.
Si la verdad está ya revelada y debemos aceptarla por fe, ¿qué sentido tiene la filosofía? Intenta aquí defender el pensamiento racional frente a los que ensalzan sólo la fe y contestar a los escépticos, que niegan la posibilidad de conocimiento seguro. Tras su etapa de escepticismo, su principal inquietud es alcanzar la certidumbre absoluta.
Para responder, Agustín se adhiere al modelo platónico, especialmente a través del Neoplatonismo.
Parte de la necesidad de justificar el esfuerzo por comprender. Inspirado en la dialéctica platónica, entiend el conocimiento como vía espiritual, es decir, como camino hacia Dios, como iluminación interior. Así, Dios es la fuente del conocimiento, ya que es quien pone las ideas en nosotros. Por dogma de fe, se distancia aquí de Platón y su teoría de la preexistencia del alma y la reminiscencia.
Se encuentra en la necesidad de preservar las verdades de la fe. En este punto, nos encontramos con diversos contrastes entre la filosofía griega y la cristiana, ante lo que Hipona se inclina por la defensa de las verdades reveladas. Estos son, principalmente, el problema de la creación (por el rechazo del pensamiento racional a la idea de creatio ex nihilo), el de la adquisición de la verdad (de los límites de la razón a la aceptación de la verdad revelada), y el papel de la Historia como despliegue de la relación de Dios con los hombres y su sentido lineal, a los que se suman las divergencias que establecerá con el platonismo para adaptarlo a las verdades de fe.
Describe los órganos de conocimiento: el de sentido interior, que capta los sensibles, y la razón o intelecto, que capta las verdades eternas puestas en el alma por Dios. Esta concepción de las ideas arquetípicas es denominada ejemplarismo. De este modo, Él es el garante de las verdades eternas. El esfuerzo por comprender se justifica porque es un camino espiritual cuya meta es Dios. Aquí juega un papel importante el amor, ya que es el motor que nos lleva a buscar el conocimiento, cuyo objeto es Dios.
Fe y razón comparten la misma meta: Dios. En la polémica cristiana por la relación entre fe y razón, Hipona se inclina por la defensa del papel de la razón. La fe guía a la razón revelando la verdad a alcanzar (credo ut intelligam, creo para entender) y la razón ayuda a dar sentido a la fe (intelligo ut credam, entiendo para creer).
El problema del mal (como problema de la realidad, de Dios y del ser humano)
Problema tradicional de la teología, su existencia pone en tela de juicio demasiadas cuestiones cruciales: la bondad divina, su omnipotencia...
Nos encontramos con dos posibilidades sobre el mal: o lo ha creado Dios o no lo ha creado Dios.
Nos encontramos con dos posibilidades sobre el mal: o lo ha creado Dios o no lo ha creado Dios.
a) Si lo ha creado Dios, Dios no es bondad infinita.
b) Si no lo ha creado Dios, Dios no es omnipotente, pues hay otro poder en el mundo que lo crea.
Su solución combina dos afirmaciones:
Primero, que el mal no es una entidad en sí misma, sólo es alejamiento del bien (así no hay que recurrir a una fuerza maligna equivalente a Dios, como en el Maniqueísmo, y se salva su omnipotencia). Segundo, el mal es fruto de la libertad humana (así consigue explicar su existencia, haciendo responsable al hombre y no a Dios, pese a ser aquél criatura de Éste, como veremos).
Pero esto nos lleva a otro problema: la libertad humana para hacer el mal, que completa este problema.
El problema de la libertad
Dios ya no es responsable del mal, ahora es el ser humano, quien elige entre el bien -identificado con el Ser- y el mal -identificado con el no ser o alejamiento del ser-. ¿Hemos solucionado del todo el problema de la responsabilidad de Dios en el mal? No: si Dios es omnipotente y creador de todo, también nos ha dado Él la libertad, luego en última instancia sería responsable de que pequemos.
La solución que ofrece parte de esta premisa: Dios nos da la libertad para que podamos elegir el bien y ser así merecedores de la salvación. Pero entonces se objeta: si nos la da para el bien, ¿cómo es que el hombre la utiliza para el mal? ¿Acaso la libertad es un don negativo? Para salvar la dignidad de la libertad, Agustín recurrirá a la distinción entre libertad y libre albedrío, aunque a veces utilice el primer término como el segundo. La libertad total se identificaría con el estado de gracia, otorgado por Dios, cuando nos salva. El libre albedrío es la capacidad humana para elegir. Un ser libre es mejor que un ser no libre; por ello, Dios nos dio el libre albedrío como un bien, somos nosotros quienes podemos emplearlo mal.
Tenemos, pues, que Dios sigue siendo infinitamente bueno y todo lo que nos da es bueno, incluyendo la libertad y la capacidad de elección entre el bien y el mal. Pero de aquí se deriva otro problema: si Dios nos da la libertad para ser merecedores de la salvación, entonces es el hombre el que se salva, no nos salva Dios. Esto cuestiona de nuevo su omnipotencia.
El problema de la salvación
Tenemos, pues, el siguiente dilema: por un lado, si Dios nos deja elegir entre el bien y el mal, es el hombre el responsable del mal, pero también el artífice de su salvación, luego ésta depende del hombre y no de Dios. Dios no es entonces ni omnipotente. pues es el hombre el que puede salvarse, ni omnisciente, pues no puede saber cómo obraremos si somos realmente libres, luego no sabe de antemano quién se va a salvar y quién no.
Por otro lado, si la salvación depende de Dios y no del hombre, no son nuestros actos los que determinan nuestra salvación, luego se cuestiona la finalidad del libre albedrío que se había postulado antes, y también la bondad de Dios, que elige condenar a algunos hombres.
Para solucionar este dilema recurre a su teoría de la creación y de la Historia. Combina las siguientes afirmaciones:
El hombre nace ya condenado (así, no es Dios quien condena a nadie), y esto es así por culpa del pecado original, que heredamos de nuestros padres. Esta teoría sobre las almas y la transmisión del pecado recibe el nombre de "traducianismo". Dios, pues, no condena a nadie, sólo salva a los hombres buenos dándoles la oportunidad de trascender su naturaleza carnal, siendo esto su Gracia divina; con esta explicación se sostiene que Sus actos siguen siendo todo bondad.
La siguiente afirmación es que Dios quién se va a salvar y quién no sin alterar la teoría del libre albedrío; lo sabe de antemano porque está fuera del tiempo: es eterno. De este modo, no tiene que esperar a que las cosas sucedan para conocerlas.
La Ciudad de Dios y los tipos de amor
Queda por comentar los dos tipos de seres humanos según el amor que profesan: los que componen la llamada "Ciudad de Dios", que son aquellos que aman a Dios (a este amor lo llamará charitas) y el resto de humanos que se aman a sí mismos (a este amor lo llamará cupiditas).
Agustín de Hipona tendrá una gran influencia en el pensamiento cristiano, especialmente durante la Edad Media. Su cristianización de Platón, a través del Neoplatonismo, le convierte en el máximo representante de la Patrística. Sus conceptos de libre albedrío, pecado original y Gracia divina tendrán una perdurable acogida en la teología. Respecto a la filosofía, es el primero que introduce la historia como concepto filosófico y su teoría de la interiorización tuvo gran repercusión en la exploración de la subjetividad, dejando huella en corrientes como la fenomenología. Es también relevante su defensa de la relación entre fe y razón para el conocimiento de la verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario