lunes, 28 de diciembre de 2009
Hiroshi Tasaka
jueves, 24 de diciembre de 2009
domingo, 13 de diciembre de 2009
El hedonismo de Epicuro
La antropología y metafísica de Epicuro está fundada en el atomismo materialista. El alma está compuesta de átomos muy sutiles. El ideal es alcanzar el perfecto equilibrio o armonía en el cuerpo y en el alma.
Argumenta contra los principales temores del hombre, que son: el temor a los dioses, a la muerte y al dolor:
a) Los dioses están alejados del hombre y su mundo, son indiferentes a nuestro destino. Por ello no hay que temer sus decisiones. Epicuro los concibe como “hedonistas racionales”.
b) Mientras se vive no se tiene sensación de muerte; y cuando se muere no se tiene sensación alguna, por lo que no hay dolor.
......................................
La clave de la felicidad consiste en alcanzar un estado permanente de equilibrio, huyendo de los placeres excesivos que perturban el alma y llevan parejos un posterior estado de dolor. No se trata de un placer exclusivamente material, sino duradero y de índole espiritual o afectivo. Hay que alcanzar el equilibrio de ánimo. No hay que suprimir los placeres de los sentidos, sino ordenarlos y subordinarlos a su bienestar físico y espiritual. El placer es salud del cuerpo y equilibrio del alma. La primera fuente de inquietud son los deseos, a cuya satisfacción enfocamos la acción. De ahí que establezca una jerarquía de deseos:
........* Naturales:
· Necesarios:
...para la felicidad (amistad-amor (philía)...)
...para el bienestar del cuerpo (abrigo, aseo...)
...para la vida misma (comer, respirar...).
· Meramente naturales (goces sensuales: comidas y bebidas agradables...)* Vanos (lujo, adornos, modas... los que son ilusorios y no generados por nuestra propia naturaleza).
La racionalidad consiste en un correcto conocimiento de estos deseos, en saber reducir las necesidades a las mínimas y escoger entre los placeres aquellos que no conlleven ningún dolor (rechaza todo tipo de excesos) y que proporcionen un mayor equilibrio permanente tanto al cuerpo como al alma. Del mismo modo, un dolor momentáneo que conlleve un placer mayor y más duradero también será preferible. Así pues, hay que conocer cuáles son las auténticas necesidades del hombre: las elementales: comer, beber, tener abrigo. Y aun ellas deben reducirse a lo indispensable, ya que los deseos perturban el alma.
Nadie por ser joven vacile en filosofar ni por hallarse viejo se fatigue de filosofar. Pues nadie está demasiado adelantado ni retardado para lo que concierne a la salud de su alma. Quien dice que aún no le llegó la hora de filosofar o que ya le ha pasado es como quien dice que no se le presenta o que ya no hay tiempo para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el viejo [...] Hay que meditar lo que produce la felicidad, ya que cuando está presente lo tenemos todo y, cuando falta, todo lo hacemos por poseerla.
martes, 8 de diciembre de 2009
Cortiblog 18
- ¡Mamá, mamá, sorpresa! ¡Para el año que viene no tienes que comprarme los libros del colegio!
- ¡Huy, qué bien! ¿Y eso por qué?
- ...Pues... ¡Porque repito curso!
sábado, 5 de diciembre de 2009
cortiblog 17
"Después de Alejandro, comenzó el poder romano; después de César, el Cristianismo cambió la faz del mundo; después de Carlomagno, la noche feudal engendró una nueva sociedad; después de Napoleón, la nada; no se ve llegar ni imperio, ni religión, ni bárbaros. La civilización ha alcanzado su apogeo, pero es una civilización materialista, infecunda, que no puede producir nada, porque no es posible dar vida más que por medio de la moral; no se llega a la creación de los pueblos sino por los caminos del cielo: los ferrocarriles sólo nos conducirán con más rapidez al abismo".
El eudemonismo de Aristóteles
........En su clasificación de los seres vivos por género y especie, Aristóteles define al ser humano como animal racional (zoón logikón) [1] y animal social (zoón politikón) [2]. El planteamiento de Aristóteles es el siguiente: la acción humana viene determinada por su finalidad. ¿Cuál es el nombre genérico de aquello a lo que todo ser humano aspira? La felicidad. Habrá que preguntarse entonces en qué consiste la felicidad. La perfección de cualquier cosa radica en la adecuación con su naturaleza: la felicidad consiste en la plena realización de la naturaleza humana.
........Se plantea ahora la necesidad de analizar en qué consiste esa naturaleza. Hemos dicho que define al hombre como animal racional y animal social. Por tanto, el hombre tendrá que desarrollar al máximo sus virtudes en ambos aspectos.
.......Dado que la virtud es excelencia o perfección de cualquier cualidad, va a definirla como el justo medio entre dos extremos: un exceso y un defecto, ya que si a lo perfecto se le quita o añade algo, se estropea; y si mejora, es que aún no era perfecto. Así, la valentía resulta ser el justo medio entre la cobardía y la temeridad; la generosidad, entre la tacañería y la prodigalidad...
SOBRE LA FELICIDAD
......Si hubiera que definir el grado absoluto y supremo de felicidad, éste consistiría en la perfección de todas y cada una de las cualidades humanas. Es decir, habría que poseer todas las virtudes éticas (ser justo, bueno, valiente, generoso...), intelectuales (satisfacer al máximo nuestra sed de conocimiento), físicas (estar sano y poseer belleza...) Obviamente, esto es un ideal inalcanzable. Es simplemente la consecuencia lógica de lo que sería la plena realización de un ser humano. Pero somos temporales, el mundo de la naturaleza está en constante movimiento y transformación, por lo que ese grado supremo de felicidad queda como un horizonte hacia el cual dirigir nuestros pasos, según el momento que nos toca vivir. Juzgar si un ser humano es feliz sólo se puede hacer cuando se ha completado entera su vida, y cuando esta vida puede ya ser juzgada en toda su completitud.
CARACTERÍSTICAS DE LA ÉTICA DE ARISTÓTELES
........A ésta se puede añadir otra no tan de base pero de consecuencias importantes. Para Aristóteles, el placer en la realización de la acción culmina su perfección. Para Kant, la acción debe obrarse al margen de todo sentimiento, sólo por deber.
........Por último, la ética de Kant es universal y a priori (no contextual). En Aristóteles, la virtud es también relativa a la naturaleza del sujeto: igual que la comida adecuada para un atleta no es la misma que para un niño, la acción perfecta o el bien no es la misma para todos.
[1] En realidad, animal con lógos, a diferencia del resto de los animales. Lógos significa más que razón: es, ante todo, lenguaje, en cuanto el lenguaje humano es simbólico y no meramente denotativo, en cuanto expresa una comprensión del mundo. En este sentido, también las cosas poseen lógos en cuanto poseen un orden, una causa, en cuanto responden a una ley. Lógos es también la capacidad humana para percibir ese orden o sentido del mundo, así como de expresarlo (de ahí que a Jesucristo se le llamara Lógos o Verbo, palabra de Dios).
[2] Animal que vive en una polis. La diferencia de la sociedad humana con la de algunos animales es que aquélla se basa en la comunicación, en un acuerdo basado en el diálogo (día-lógos, intercambio o transmisión de lógos). La polis para Aristóteles es la unidad autónoma por excelencia en que se realiza el ser humano. Una unidad menor es la familia, pero ésta no posee autonomía. La polis o el Estado es el espacio donde el ser humano se realiza plenamente en una convivencia ordenada por leyes racionales, esto es, conducentes al bien común.
lunes, 30 de noviembre de 2009
Teorías éticas. Clasificaciones
........Según se considere el origen de los valores y normas morales, se pueden clasificar en naturalistas y no naturalistas. Las naturalistas son aquéllas que reducen los fenómenos éticos a cualquier instancia de la naturaleza, ya sean factores psicológicos, sociológicos o biológicos. Las no naturalistas creen que el fenómeno moral es irreductible a cualquier otra instancia.
¿Existen pautas de acción porque son necesarias para que la comunidad subsista? ¿Se trata de un fenómeno psicológico por el cual nos hemos acostumbrado a ver como bueno o como malo lo que nos han enseñado como tal? ¿Se puede reducir la moral a unas claves para conseguir aquéllo que deseamos realmente, aunque no siempre lo tengamos claro? ¿O más bien el bien y el mal, la justicia y la injusticia, tienen una entidad propia y objetiva? ¿Fue Hitler malo sólo porque se equivocó, y se desvió del camino de la felicidad? ¿O más bien porque su forma de actuar resulta perjudicial para la supervivencia del grupo? ¿Es necesario buscar explicaciones, o se puede decir, sin más, que lo que hacía estuvo mal? Sobre todo, piensa tú mismo: cuando piensas o sientes que algo es injusto, ¿lo crees realmente así?
........
¿Existe un mundo de valores? ¿O está sólo en la mente humana y su forma de percibir la realidad?
..........Según se considere que existe un conocimiento del bien y el mal o que éstos se intuyen o sienten al margen del conocimiento, las éticas pueden clasificarse como cognitivistas o no cognitivistas.
........Dentro de esta clasificación, y según se atienda a la naturaleza misma del fenómeno moral, tal y como es vivido por el sujeto, se clasificarían en emotivistas o intelectualistas. Las primeras reducen la moral a sensaciones o emociones de placer o desagrado ante ciertas acciones, mientras que las segundas piensan que es el conocimiento del bien y el mal lo que confiere una dimensión moral al hombre.
Matar a un ruiseñor: salva al chico sin pensar en ganar nada a cambio. Ahora vayamos al otro extremo: ¿se puede hacer el bien sin conocer en qué consiste? En la película de Doce hombres sin piedad, algunos miembros del jurado votan culpable porque aún les falta un criterio para contemplar el caso de otro modo, pero cuando se les muestra cambian de opinión. Claro que quizá el mero conocimiento del bien no baste para defenderlo. Otro ejemplo cinematográfico es el del juez Ernst Janinn, de los procesos de Nurenberg (Vencedores o vencidos): una mente privilegiada para el concepto de justicia, y sin embargo...........Atendiendo a la localización de la bondad o la maldad de las acciones, pueden clasificarse en intencionales y consecuencialistas. Las primeras parten de que una acción es buena si está realizada con buena intención; las segundas atienden más a las consecuencias de la acción para fundar un estudio del bien y el mal.De este punto de vista se derivan algunas cuestiones interesantes ¿Puede un retrasado mental tener moral? Piensa, por ejemplo, en la conducta de Bo Radley en
El argumento de Arsénico por compasión nos da un divertido pie para plantearnos este dilema. Dos ancianitas, por pura bondad, se dedican a envenenar a ancianos solitarios para evitarles el sufrimiento de la vida que suponen que llevan. La intención es de lo más bondadoso, pero... ¿podemos decir que eso está bien? Otro ejemplo muy notorio sería el de Don Qujote y los desastres a que conducen algunas de sus aventuras. Aunque también podemos ponernos en el otro extremo. Para reírse de Sancho, le ofrecen gobernar una ínsula, y de su gobierno derivaron algunos juicios muy sabios y justos, como el de la mujer supuestamente violada o el sastre de las capas. ¿Se puede decir que la actitud de los duques que otorgan la ínsula es decente?
.........Las formas de clasificarlas son muy variadas. Podríamos añadir la distinción entre éticas monistas y pluralistas (según se considere que el bien es uno o que tiene distintas acepciones), prescriptivas y normativas (según se limiten a estudiar el fenómeno moral o se preocupen de basar unas pautas de conducta)... Pero una de las más conocidas es la que estableció Kant, distinguiendo entre éticas formales y éticas materiales.
.........Las éticas materiales son aquéllas que atienden al contenido del mandato moral, y se basarían en imperativos hipotéticos (si quieres alcanzar tal bien, debes comportarte así). Las formales, en cambio (fundadas por Kant) atienden a la forma de la ley moral: a aquéllo que la hace sentir o percibir como obligatoria, al margen de su contenido concreto (haz esto o lo otro). Dada la trascendencia que tuvo la ética de Kant, el giro ético que supuso y su rechazo de todas las teorías éticas basadas en el significado del bien, la distinción entre éticas formales y materiales es una de las más recurridas.
.........A todas estas clasificaciones se les puede añadir las teorías que quedan en zonas intermedias, intentando superar los dilemas que plantean las distinciones polares. Cuestión de cada cual es adherirse más a una o a otra. Pero en fin, para concluir, sólo queda decir que lo que realmente interesa de estas formas de clasificar las teorías no es la erudición de conocer su nomenclarura, sino lo que nos obliga a plantearnos respecto a la naturaleza del bien y el mal, de la moral al fin y al cabo. Plantearnos estos temas nos ayuda a perfilar nuestros criterios y a hacernos más autónomos. Como siempre, toda forma de conocimiento aboca al conocimiento de uno mismo.
domingo, 29 de noviembre de 2009
Las dimensiones del ser humano, I
lunes, 16 de noviembre de 2009
El amor ciego
..............¿Por qué se dice que "el amor es ciego"? Tendemos a pensar que perdonamos cualquier defecto del amado, cerrando los ojos ante ello, o que sublimamos sus cualidades no viendo la realidad.
.............Recordemos a Tiresias, el adivino. La versión más extendida de su ceguera cuenta que, paseando por el monte, vio a dos serpientes en cópula. Separándolos o hiriendo a uno de ellos -según alguna versión mató a la hembra-, el resultado de su acción fue que quedó convertido en mujer. Siete años más tarde y repitiéndose la escena, de su nueva intervención recuperó su primitivo sexo. Siendo conocida esta aventura, ocurrió que un día discutían Zeus y Hera sobre cuál de los dos sexos disfrutaban más del acto amoroso, y decidieron consultar a Tiresias, pues era el único conocedor de ambas experiencias. Su respuesta fue que, si hubiera que dividir el placer en diez partes, la mujer se quedaría con nueve y el hombre sólo con una. Hera se encolerizó al ver revelado el gran secreto del sexo femenino, por lo que, en castigo, le dejó ciego. Para compensar esta cruel venganza, Zeus le concedió el don de la profecía, privilegio que conservó aun después de su muerte, como aparece en la Odisea.
............¿Y qué tiene esto que ver con el amor? Creemos que el amor ciego describe la pasión que nubla la realidad y nos lleva a sublimar al otro, pero hay otro sentido más primigenio de esta visión. el amor verdadero no contempla al amado con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. La mera atracción erótica es carnal, el atractivo del cuerpo no es verdadero amor. Estar realmente enamorado (no en el sentido de Stendhal) no es desconocer al otro ni sublimarle, sino ver más allá de lo que los demás ven. Es ese amor que inspira la Afrodita Urania de Platón, llegar a esas cualidades espirituales que trascienden el aquí y el ahora. En este sentido, amar es alcanzar lo eterno.
martes, 10 de noviembre de 2009
Nietzsche, Freud y Einstein
Tres hombres para una época.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Padres y chiquillos
miércoles, 4 de noviembre de 2009
cortiblog 16
Dignidad: respeto por uno mismo.
Soberbia: creencia injustificada en que uno mismo, en su ser o en su juicio, es superior a otros.
Arrogancia: exibición de la soberbia.
Orgullo: esta palabra abarca connotaciones positivas y negativas. "Yo tengo mi orgullo" o "es un orgulloso" son dos ejemplos de esta ambigüedad emocional del término. Podemos acotarlo como una dignidad ciega. Si atina, resulta digno. Si no, resultará hiriente, para uno mismo u otros.
lunes, 2 de noviembre de 2009
LOS MOTORES DE LA CONDUCTA HUMANA. CRITERIOS DE ACCIÓN
..............Recordemos que lo que caracteriza un juicio o un criterio moral es que sea universal y desinteresado. En cuanto a los valores, los definimos como aquello que se desea por sí mismo, y en concreto el valor moral lo que valoramos con respecto a los conceptos de bien y mal, de justo o injusto, términos que son en sí mismos universales y desinteresados. Sistema de valores: perspectiva individual, social y universal. Relación entre ellas.
............Hemos definido la moral como algo que deseamos en última instancia, más allá de la sujeción contextual al espacio y al tiempo. En la balanza de los motores de la acción, los valores morales eran criterios sobre lo que consideramos bueno en sí, al margen del contexto de mis intereses. Aquí es donde encontramos la relación entre el criterio moral y la voluntad, del mismo modo que otros criterios se relacionan con deseos e impulsos (limitados espacial y temporalmente).
...........Ya Kant explicaba que, si sólo fuéramos racionales, el imperativo categórico sería un ser y no un deber ser. Pero nuestra naturaleza sensible (el hecho de tener un cuerpo, unas necesidades y unos deseos que nos condicionan) hace que a veces nos arrastremos más por criterios contrarios a nuestra propia razón universal sobre cómo debería ser el mundo, al margen de mi papel o puesto en él.
..........La moralidad de la acción, pues, va a depender de dos factores que se sitúan como en los dos platos de una balanza: uno es el interés propio: las consecuencias que para mí tendrá mi acción, ya sea para el mantenimiento de mi vida o para una simple ganancia económica, de prestigio, de comodidad...
.........En el otro plato de la balanza se sitúa lo que mi voluntad me dice a través de mi conciencia. Ese es el criterio universal que poseo, pero que tendemos a nublar, y que sólo puede ser esclarecido por la reflexión racional (1), que nos libera de prejuicios y nos enfrenta a nosotros mismos.
........Cuando el interés vence a la conciencia, tendemos a acallar esta última y a relegarla al fondo de la mente. Este proceso genera remordimientos, tanto mayores cuanto mayor sea la conciencia.
domingo, 1 de noviembre de 2009
LOS MOTORES DE LA CONDUCTA HUMANA. REFLEXIÓN RACIONAL Y VOLUNTAD
Razón
Una de las principales acepciones del término “razón” la define como facultad de discurrir. Por esta facultad se ha distinguido al hombre del resto de los animales, si bien en su formulación primigenia, la cualidad específica del hombre era el logos, un término cuyo significado abarca connotaciones distintas a las actuales (abarca las acepciones de la capacidad de discurrir y los términos con que se expresa la comprensión del mundo: el lenguaje). En relación a la conducta humana, lo que aquí nos interesa en principio es que esta facultad analiza y esclarece las causas y sopesa las consecuencias de seguir cualquiera de los factores que determinan nuestra conducta (impulsos, deseos, intereses, sentimientos, valores...) intentando ordenarlos y compatibilizarlos. En este aspecto podemos sin más identificarla con la que Kant denominó “el uso práctico de la razón” (en contraposición a su uso teórico).
Breve recorrido por su significadoPlatón distinguirá tres naturalezas condicionantes de la conducta o tres partes del alma: la irascible (se refiere al ánimo,el ímpetu, la visceralidad), la concupiscible o apetitiva (los deseos del cuerpo) y la racional. Ésta última debe dominar y controlar las otras: en su mito del carro alado ha de ser el auriga. Aristóteles define el logos como el tipo de alma específica del hombre, pero en lo referente a la acción existen en griego otro término para aludir a esta “inteligencia práctica”: la sophrosine o prudencia. En la Edad Media destaca el debate que la contrasta con la fe, mientras que en la Edad Moderna se centran en su oposición a la experiencia, en cuya relación se centrará buena parte de la filosofía de Kant. De este autor cabe destacar que considera la razón como la fuente del conocimiento ético: es ella quien nos dice lo que está bien o mal, en oposición al “emotivismo moral” de Hume, consecuencia de su empirismo. Ya en la Edad Contemporánea su estudio ha dado lugar al idealismo alemán, el raciovitalismo de Ortega… Y en el aspecto ético se ha intentado explicar el conocimiento de los valores a partir de otras fuentes o facultades (véase Scheler).Una de las principales acepciones del término “razón” la define como facultad de discurrir. Por esta facultad se ha distinguido al hombre del resto de los animales, si bien en su formulación primigenia, la cualidad específica del hombre era el lógos, un término cuyo significado abarca connotaciones distintas a las actuales (abarca las acepciones de la capacidad de discurrir y los términos con que se expresa la comprensión del mundo: el lenguaje). En relación a la conducta humana, lo que aquí nos interesa en principio es que esta facultad analiza y esclarece las causas y sopesa las consecuencias de seguir cualquiera de los factores que determinan nuestra conducta (impulsos, deseos, intereses, sentimientos, valores...) intentando ordenarlos y compatibilizarlos. En este aspecto podemos sin más identificarla con la que Kant denominó “el uso práctico de la razón” (en contraposición a su uso teórico).
Voluntad
Si partimos de la búsqueda de la autenticidad individual, del yo íntimo (el yo trascendental kantiano) este término haría alusión a lo que el individuo quiere por encima de todo; es algo a menudo desconocido, ya que los deseos nos marcan falsas expectativas, en cuanto están sometidos a las circunstancias del momento concreto en que vivimos (recordemos que el deseo es contextual: aquí y ahora quiero algo). En este sentido, podríamos decir que constituye el punto máximo de individualización, siendo por ello lo más indefinible.
Para entender la distinción entre voluntad y deseo (ambos son querencias de algo), pensemos en cualquier cosa que a veces nos privamos de hacer, aunque nos apetezca, por satisfacer una querencia mayor: quiero salir pero me quedo a estudiar, no me gusta una medicina pero me esfuerzo y la tomo para curarme… Voluntad y deseo pueden entrar en conflicto. Se ve muy claro en el caso de las adiciones: alguien puede querer superar una adición (pongamos que desea fumar), para lo cual tendrá que hacer un esfuerzo de voluntad. Lo expresamos muy claramente cuando hablamos de tener “fuerza de voluntad”.
Conocerse a uno mismo significa superar los impulsos (se ciñen a la naturaleza meramente biológica) y los deseos (limitados a lo temporal, a un momento determinado más o menos amplio, y condicionados por la sociedad, tanto en cuanto que los crea como que nos impulsa a crear una imagen de nosotros mismo que la satisfaga, para insertarnos en ella; bien lo sabe la publicidad), por lo que la voluntad se ayuda de la reflexión (logos).
Paradojas para pensar un pocoConocerse a uno mismo tendría relación con conocer la voluntad interna, que a veces se ve empañada por los deseos e incluso por las expectativas de otros. Pero, ¿qué somos nosotros mismos? Podemos, en principio, identificarnos con nuestro cuerpo; enseñamos nuestro retrato y decimos “este soy yo”. Pero, ¿es posible que no nos guste nuestro cuerpo? Obviamente pasa a menudo. Si el cuerpo es el objeto juzgado, ¿quién es el sujeto que juzga? Podemos contestar que “el alma”. Pero es también difícil entender qué es eso. ¿Nuestro carácter, por ejemplo? ¿No es también posible que no nos guste? A veces rechazamos ser tan tímidos, o tan irascibles, o tan perezosos… ¿qué es la autoestima? ¿Quién estima y qué es estimado? Hemos hablado de rasgos de carácter, quizá podríamos apelar a la inteligencia racional. Pero, en un principio, eso nos iguala a todos en lo que se puede conocer. Y, en cualquier caso, ¿no puede ocurrir también que quisiéramos tener más inteligencia, o más talento para algo de los que carecemos (para los números, la música, el trato social…? Pensemos en la pregunta ¿Qué es el yo? ¿Es una cuestión metafísica o una trampa del lenguaje?...
Curiosidades etimológicas de algunos nombres de la Odisea
Una tradición cuenta que Anticlea, embarazada de él, se dirigía a un lugar donde parir cuando se vio sorprendida por la lluvia, teniendo que hacer un alto en el camino. De ahí podría venir su nombre, que resultaría una contracción de “Zeus envió lluvia sobre el camino”: κατά τήν ὁδὸν ὁ Zεύς. Otra etimología supuesta alude al hecho de que Sísifo le predijo que sería odiado por mucha gente; su nombre, en efecto, recuerda al verbo “ser odiado” (ὸδύσσoμαι); en cualquier caso, resulta demasiado anecdótico para no ver en ello una etimología derivada. La etimología más probable es la que recuerda su verdadera naturaleza, aquélla por la que será más recordado, y ésta haría referencia al nombre de “camino” en griego, ή ὁδóς. El espíritu áspero de la palabra, que parece desacreditar esta etimología, se explica por la forma del término en épico: oὐδóς, oὔ, donde el espíritu es suave. Podemos sumarle como segunda parte alguna derivación del verbo σῴζω, salvar, preservar del peligro. Entendido en voz pasiva, el nombre completo podría significar “el que es salvado del camino, el que llega felizmente tras el camino”.
Con su propio nombre se desarrolla un juego de palabras en uno de los episodios más conocidos de la Odisea: cuando es interrogado por Polifemo acerca de su nombre, éste le responde que se llama “nadie” (oὐδείς). Por un lado, le dice su nombre a medias, por otro le miente sobre su significado. Es propio de su astucia dialéctica, engañar y mentir sin que lo parezca o pueda ser acusado; en una palabra: manipular. El mismo juego se produce en el canto X, cuando Circe le aconseja ir al Hades a consultar el oráculo de Tiresias, señalándole que “hasta el Hades nunca nadie llegó en una nave”.
Penélope (Πηνελόπη): hija de Icario y nieta de Tindáreo, prima, por tanto de Helena. Su madre fue la náyade Peribea.
La etimología más plausible sería un compuesto de πενίoν, que significa canilla (carrete con el hilo de la trama) y λώπη, vestidura o manto. Haría así alusión a la famosa tela –en realidad, un sudario para su suegro Laertes– que tejía de día y destejía de noche para entretener a sus pretendientes.
Telémaco (Tηλέμαχoς): hijo de Ulises y Penélope. Las únicas similitudes que hemos encontrado nos hacen postular que su nombre podría estar compuesto del prefijo τηλε, que significa lejos, lejano o a distancia, y el sustantivo μάχη, lucha o batalla. Los primeros libros de la Odisea, conocidos como “telemaquia”, narran las peripecias del joven que huye de su casa en busca de noticias de su padre y se enfrenta a los pretendientes de Penélope.
Circe (Κίρκη): maga o hechicera, hija del Sol (Helios) y de la oceánide Perseis según unos, y según otros de Hécate, antigua diosa ctónica de la magia y los hechizos. Tía de otra famosa hechicera, Medea. Habita en la isla de Ea, en Italia; con toda seguridad, la península donde se encuentra el monte hoy llamado Circeo. Pudo tener con Ulises un hijo llamado Telégono, que fundaría la ciudad de Túsculo, en Italia. Según otras tradiciones, con Ulises tuvo a Latino, o bien a Romo, Antias y Ardeas (epónimos de las ciudades de Roma, Antio y Árdeas). Todas éstas son tradiciones latinas.
Aunque ignoramos si tiene relación, su nombre se asemeja mucho a kírkoV, circo o espacio circular –también halcón, aunque este animal es denominado así por su vuelo circular–. La única conexión que podemos imaginar es la relación de los círculos o anillos con la magia.
Calipso (Kαλυψσώ): ninfa hija del Sol y Perseis, o según otra tradición de Atlante y Pléyone. Vivía en la isla de Ogigia (con toda probabilidad, la península de Ceuta). Habría tenido de Ulises un hijo, Nausítoo o Nausínoo, aunque otras tradiciones le atribuyen más.
Su nombre significa “la que oculta”. Deriva del verbo griego kαλίπτω, que significa cubrir o envolver.
Polifemo (Πολύφημος): hijo de Poseidón y la ninfa Toosa, es cegado por Ulises como le habían profetizado, provocando la cólera del dios del mar contra el héroe.La etimología de su nombre nos es desconocida; la única similitud encontrada en con el prefijo πολύ, que significa muchos o múltiples, y πήμη, que se traduce como voz, advertencia, fama, reputación o noticia. A este personaje le fue profetizado que sería cegado por Ulises. Su nombre, no obstante, coincide con el de otro personaje menos conocido, un lapita cuyo padre divino sería también Poseidón.Aunque no pertenece a la primera generación de cíclopes (hijos directos de Urano y Gea), por su naturaleza sigue representando fuerzas primigenias y salvajes, ya que es pastor y devora la carne cruda.Podemos añadir que el nombre de “cíclope” deriva de κικλός, círculo o redondo, y σκοπός, observador o espía (el que ve redondo, alusión a su único ojo).
Antínoo (Aντίνooς) es el jefe de los pretendientes. Se caracteriza por su brutalidad y arrogancia. el nombre derivaría del prefijo αντί, contrario a, que se opone, y νoóς o νoύς, inteligencia, espíritu, mente, pensamiento, prudencia o sagacidad, es decir, las cualidades representadas por Atenea y que caracterizan y definen a Ulises, de quien Telémaco –a quien también quiere matar– las habría heredado.
Eurímaco (Eὐρύμαχoς) es otro de los pretendientes más destacados de Penélope. Siente gran vergüenza al no poder tensar el arco. Una vez muerto Antínoo, intenta en vano reconciliarse con Ulises; entonces éste le acomete con la espada y muere de un flechazo. Su nombre parece proceder del adjetivo Eὐρύσ-,ευ, εια, , que significa ancho o vasto, y μαχη, batalla.
Anticlea (Aντίκλεια): madre de Ulises y esposa de Laertes. Quizá, al igual que el anterior, este nombre tenga alguna relación con el verbo cerrar o bloquear, y el prefijo anti- puede indicar su oposición o resistencia a soportar ese secreto del destino de su hijo. Pero es también una etimología arriesgada.
Melantea (Mελαντεια): es la criada infiel. Su nombre recuerda demasiado a μελας o μελάντερα, negra o más negra.
Algunos tipos de divinidades
menores
Sirenas (Sειρήνες): genios marinos, mitad mujer, mitad aves. Son hijas de la musa Melpómeney el dios-río Aqueloo. En la Odisea son dos, aunque en tradiciones posteriores aparecen en mayor número. Homero las sitúa cerca del golfo de Nápoles, frente a la isla de Sorrento.
Ninfas (Nύμφαι): son “doncellas” de las campiñas, el bosque y las aguas. Representan espíritus de los campos y la naturaleza en general, personificando su gracia y fecundidad. En época homérica se las considera hijas de Zeus. Se trata de divinidades secundarias que habitan en grutas. Reciben diferentes nombres según el lugar que habitan: oréades: de la montaña; náyades: de los ríos; agrónomos: de los campos; melíades: de los fresnos; nereidas: del mar; alseides; de la floresta; hamadríades: de los árboles, epimélides: de las ovejas, etc. Sus amantes suelen ser los espíritus masculinos de la naturaleza, como el dios Pan, o los sátiros, aunque en ocasiones también se unen a dioses o humanos (como Calipso).
Sátiros (Sάτυροι): son divinidades de los bosques y las montañas; manifiestan un primitivo culto a la naturaleza y en Roma se identifican con los faunos. Suelen representarse como mitad hombres, mitad machos cabríos, con larga cola de caballo. Pertenecen al cortejo de Dionisos. Siempre insatisfechos sexualmente, las ninfas y ménades huyen de ellos.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Razón teórica y razón práctica
domingo, 25 de octubre de 2009
Motores de la conducta humana. 2: valores y normas
............En la balanza de la conducta humana, habíamos clasificado los motores en dos platillos representando dos tendencias contrapuestas. Uno de los platillos correspondía a los motores “egoístas”, en el sentido de que se centran en la complacencia y supervivencia del agente individual. En el otro lado, colocábamos un platillo con los motores que trascienden las necesidades inmediatas del yo, lo contextual, y que serían aquellas tendentes a encontrar una quizá una estabilidad de criterio, unas pautas fijas de conducta: en definitiva, unas constantes. Pero estas “constantes” no vienen dadas: en su mayoría se van formando y se desarrollan a lo largo del proceso de socialización, por lo que son fuertemente influidas por la sociedad en que educamos. Aquí situábamos los valores.
.........Pero la cosa se complica más, porque hay distintos tipos de valores, y a veces hay que discriminar unos para alcanzar otros. Podemos hablar de valores sociales (cada sociedad valora un cierto tipo de conductas y premia o castiga según esos parámetros; la aceptación social es importante para sobrevivir); valores estéticos (la belleza: entre dos objetos igualmente funcionales preferiremos el más hermoso); corporales (salud, placer, fuerza, agilidad…); valores económicos (entre dos objetos iguales preferimos el que resulta más rentable o más barato…)… Y existen también otro tipo de valores, a los que más nos referimos cuando utilizamos este término: los valores morales.
........
..........Según quién entendamos como sujeto del sistema de valores (un individuo o una sociedad) y según atendamos a la naturaleza misma de los valores, podemos distinguir tres tipos, o si se prefiere plantearlos desde tres dimensiones distintas:
· Sistema de valores social: cada sociedad posee su propio sistema de valores. En la Edad Media, por ejemplo, predominaba el ideal de caballero; en el Renacimiento el hombre desarrollado en su integridad intelectual; el héroe homérico destacaba el honor y el reconocimiento, mientras que Aristóteles nos presenta un ideal de ciudadano más acorde con sus tiempos… Podríamos añadir las diferencias de valores entre la actual cultura occidental y las culturas orientales: el individualismo radical o la sumisión al grupo, el papel de la mujer, el concepto de libertad… Un sistema de valores social varía según las culturas, en el espacio y el tiempo.
· Sistema de valores universal: serían los valores en sí, objetivos, verdaderos y absolutos, al margen de que los conozcamos y/o reconozcamos. Tendemos a creer en su existencia en la medida en que el juicio moral en sí, como vimos, se caracteriza por ser universal (nadie debería / todos deberían…) y porque existen cierto tipo de valores coincidentes en todas las culturas. Las teorías éticas que niegan su existencia son los relativismos morales.
· Sistema de valores individual: según la sociedad en que nos educamos y según nuestra propia racionalidad, vamos configurando un sistema de valores propio. El sistema de valores individual es lo que el individuo asimila según su conciencia y educación.
Los distintos valores guían nuestra conducta y dan forma a nuestros deseos; pero a menudo pueden entrar en conflicto entre sí: querer fumar o comer mucho y querer estar sano (placer vs. salud); desear ser bueno y no tener que sacrificar los propios intereses...(conciencia vs. bienestar)…. De ahí que sea necesario reflexionar sobre los propios valores, su origen y naturaleza (individual o social, moral o de otra índole...) para establecer una adecuada jerarquía de valores. Éste es el punto de partida del hedonismo racional de Epicuro.
LAS NORMAS
........Una norma es una pauta de conducta que se considera adecuada y se impone seguir.
........Las normas son necesarias para la convivencia. Algunas de ellas pueden ser convencionales (frenar con el semáforo en rojo y seguir en verde), pero deben ser respetadas porque responden a un acuerdo común para convivir. Otras son más obvias en sí mismas (no matar, respetar la propiedad ajena, pagar impuestos…). La ley –si no está supeditada a meros intereses de poder− intenta regular la convivencia dictando este tipo de pautas que se impone seguir y penalizando a quienes las incumplen.
........Pero a veces la imposición no nos viene dictada desde el exterior, sino desde la propia conciencia. Entonces nos encontramos ante una norma moral: es aquella imposición que nos viene dictada desde dentro, impuesta por un criterio moral, y cuyo incumplimiento nos genera remordimientos. De aquellos que privilegian estas normas sobre cualquier otra se dice que poseen autonomía moral; si se actúa por mera obediencia o valoración externa se es heterónomo.
jueves, 22 de octubre de 2009
Lección de arte
EL ARTE, ESE MUNDO DE SINVERGÜENZAS
lunes, 19 de octubre de 2009
Los motores de la conducta humana. 1.
..........A lo largo de la historia el ser humano ha intentado indagar en qué consiste el arte de saber vivir. Es algo muy indicativo de hasta qué punto no sabemos cuál es la meta de nuestras acciones, especialmente si hablamos de nuestros proyectos vitales, más allá de una acción momentánea. La acción de cada individuo puede definirse por su búsqueda de un estado perfecto: la felicidad. La acción del individuo en cuanto social, es decir, en cuanto inserto en un proyecto de grupo, puede enfocarse hacia la búsqueda de un estado perfecto de la humanidad en su conjunto.
.........Vamos a clasificar en dos grupos esos motores: los factores que se enfocan a los intereses del individuo y los que se refieren a otras instancias externas que tienen en cuenta el bienestar de la sociedad y los principios morales (recordemos que son aquellos que el individuo tiende a plantear como universales -no sólo yo, sino nadie debería o deberían todos...- y desinteresados -salga ganando y perdiendo yo en ello-. A estos dos grupos añadiremos las facultades que hacen variar el peso de la balanza de nuestra elección.
1. Impulsos, deseos y sentimientos
Comencemos por definir los factores que se refieren estrictamente a la naturaleza del individuo y su tendencia al bienestar. En realidad, los conceptos que utilizamos son sólo herramientas para habérnoslas con nuestra propia conducta, siendo así que en ocasiones puede ser difícil precisar de qué estamos hablando. Pero esta clasificación nos acercará a la posibilidad de hacer un análisis de factores.
Impulsos: el impulso podría definirse como una urgencia o tensión psicológica involuntaria, que nos empuja a realizar una acción elemental. Podemos limitarlos a aquellos motores de la acción que responden a necesidades inmediatas del organismo (hambre, sed, huída del dolor...), aunque también hay otros más complejos (correr cuando se nos escapa el autobús…). Dado que son una tendencia simple e inmediata a la acción, son difícilmente controlables, aunque no imposibles.
Sentidos: en sentido estricto, los sentidos son los datos empíricos que mi propio cuerpo me ofrece sobre el mundo físico. Podemos, pues, sin más diferenciarlos de los sentimientos y eliminar de este concepto tan amplio este tipo de información empírica, de modo que nos limitemos a relacionar los sentimientos con ciertos estados anímicos. Pero dentro de estos estados, aún se englobarían aquí otros conceptos, como emociones y pasiones.
Emociones: claramente son estados del alma, pero podemos precisar que son más intensas e inmediatas que lo que solemos entender por sentimientos. Respecto a su origen y naturaleza, existen varias posturas. Por un lado, algunos autores las consideran totalmente fisiológicas. En esta postura nos encontramos a Damasio, para quien un estímulo desencadena una emoción y ésta, mediante mecanismos complejos, un sentimiento. El sentimiento sería, pues, la suma de la reacción generada en el cuerpo por el estímulo, y las ideas que van asociadas a esa reacción (como vemos, para Damasio lo anímico es un epifenómeno de lo orgánico). En el otro extremo nos encontramos con Descartes, quien distingue entre dos sustancias irreductibles: la res cogitans (lo mental, el alma) y la res extensa (lo material, el cuerpo). Para Descartes, todo contenido mental, desde los impulsos a los sentimientos, pasando por todo tipo de creencias, forma parte de la res cogitans.
Pasiones: las pasiones son tendencias involuntarias del alma que “padecemos” (de ahí su nombre). Como ejemplo, sirva citar los catalogados tradicionalmente por la Iglesia como los “siete pecados capitales”. Tenerlas sería inevitable: controlarlas no. Serían algo así como una “tentación”, teniendo en este sentido cada cual sus propias debilidades: podemos tender a ser perezosos, libidinosos, arrogantes… Aunque, para no limitarnos a la cultura cristiana occidental, podríamos plantearnos también como pasiones o tendencias involuntarias otras contempladas por los clásicos como Aristóteles, como la cobardía, la temeridad, la prodigalidad, el servilismo… Incluso en algunas épocas han sido exaltadas, como por ejemplo durante el Romanticismo.
...........¿Debemos excluir estas definiciones de los sentimientos, o considerarlas partes de una clasificación más somera de los mismos? ¿No abarcan éstos un campo más amplio que lo hasta aquí expuesto? Los sentimientos parecen referirse a estados más constantes: podemos, por ejemplo, sentir amor o simpatía hacia otros, algo que no encaja del todo en las anteriores definiciones.
Reconociendo la intencionalidad de la vida emocional, Scheler establece una serie de distinciones que van desde los sentimientos que parecen más vinculados a los estados afectivos hasta aquellos que poseen un carácter terminantemente intencional. Así puede hablarse de: 1) los sentimientos sensibles o de la sensación, localizados o extendidos en partes determinadas del cuerpo (p. e. el dolor, los placeres, el hormigueo o las cosquillas); este sentimiento sensible es exclusivamente actual y no intencional. La atención parece destacarlos, a diferencia de los de orden superior, que se desvanecen. Pueden provocarse, mientras que lo espiritual no puede variar con el simple querer o no querer. 2) Los sentimientos vitales, tales como el bienestar y el malestar, sensación de salud o enfermedad, de desarrollo o fracaso, la calma o la tensión, la angustia, pertenecen al organismo entero pero no poseen una localización concreta y su intencionalidad es superior a las de los sentidos sensibles –casi inexistentes en éstos–. En ellos hay continuidad y duración. 3) Los sentimientos anímicos pertenecen al yo: tristeza y alegría, melancolía, júbilo, son intencionales e independientes de la provocación y la voluntad, aunque no absolutamente. Su motivación es casi completa y no puede ser interrumpida fácilmente. 4) Los sentimientos espirituales son puras funciones; esa función se confunde con el núcleo de la persona misma, no estando subordinados en absoluto a los contenidos peculiares de las vivencias. Son los sentimientos de orden religioso y metafísico: beatitud, desesperación, remordimiento, paz y serenidad de alma, etc.