ÉTICA Y POLÍTICA
Muy posiblemente, la lucha contra el relativismo moral de
los sofistas y sus consecuencias éticas y políticas sea la principal motivación
del proyecto filosófico de Platón, o así es visto por una mayoría de
estudiosos. La necesidad de responder a la demagogia, la corrupción y la
decadencia de la democracia ateniense le llevan a buscar esa objetividad y
verdad en conceptos como el bien, la verdad y la justicia, que no pueden
depender de las habilidades argumentativas o los intereses de quienes los
manipulen, sino que deben tener un sentido real, objetivo y reconocible por el
hombre.
Ética y política en Platón están estrechamente relacionadas,
de modo que avanzan a la par; esto es consecuencia de la concepción del hombre principalmente
como ciudadano, característica destacada del pensamiento de la época clásica
(así, es la que predomina en Sócrates, Platón y Aristóteles).
ÉTICA
Para entender los fines a que se debe conducir el hombre individual, hay que entender primero concepción del alma y la relación de la misma con el cuerpo.
Su planteamiento ético parte de la finalidad de la acción; dado que el alma es de naturaleza racional, y que procede del mundo de las ideas, que es su lugar natural, la finalidad del alma será volver a ese mundo del que procede. Y siendo ese mundo inteligible, para volver a él hay que desarrollar el intelecto y comprender de forma racional las verdades eternas, por lo que la virtud se identifica con la sabiduría.
La sabiduría es, en realidad, la contemplación del mundo de
las ideas.
De este modo, para deducir las prescripciones de vida necesarias para alcanzar
ese estado, hemos de enfocarlo desde las dos perspectivas de alma que existen
en la antigüedad y desde las que parte Platón.
a. Alma como unidad (principio racional o espiritual): el
verdadero filósofo (hombre virtuoso) huye de los placeres y de todo cuanto
proviene del cuerpo, pues le confunde y contamina (vemos aquí la clara
influencia de las doctrinas órficas: el cuerpo como cárcel del alma). En el
mito de la caverna, ese proceso de purificación se correspondería con el
ascenso del alma al mundo exterior.
b. En cuanto principio de vida, el alma es descrita por
Platón como tripartita (partes irascible, concupiscible y racional). En este
aspecto la virtud es contemplada como armonía entre sus partes, cada una de las cuales debe cumplir su función. Así, la virtud de la parte apetitiva es la templanza o moderación, la de la parte irascible es la fortaleza y la de la parte racional la prudencia, que debe gobernar a las otras. Esta necesidad
de armonía se ilustra en su mito del carro alado: es el auriga el que debe
siempre controlar los caballos (apetitos y emociones), y el auriga se
identifica con la razón.
A esto se suma un aspecto social: la obligación de
estructurar la comunidad conforme a la justicia, idea que se presenta como
culminación de la ética y la política. Este momento corresponde al retorno de
nuevo a la caverna del filósofo, en el mito de la caverna narrado en la República. Supone además el enlace entre
ética y política que en Platón, como hemos dicho, están estrechamente
relacionadas, siendo la segunda la culminación de la primera.
POLÍTICA
Como hemos dicho, es posiblemente la principal motivación
del proyecto filosófico de Platón. El contexto de la decadencia de la
democracia, corrupta y dominada por la demagogia, inspiran la necesidad de
encontrar las claves de un Estado justo, que Platón cifrará en el equilibrio de
las clases sociales, inspirándose en el equilibrio de las partes del alma. Hay,
pues, una claro paralelismo y una directa conexión entre su ética y su política.
Ante esa decadencia ateniense que le tocó vivir, Platón torna sus ojos hacia el
modelo de Esparta.
Retomando el mito de la caverna, el filósofo que ha escapado
de las sombras y ha alcanzado el mundo verdadero decide volver a bajar. ¿Por
qué, una vez alcanzada la verdad, regresa a ese reino de sombras y apariencias,
teniendo que readaptar su vista de nuevo a la oscuridad? En esta parte del mito
se refleja esa motivación de Platón por alcanzar en este mundo esa necesaria
participación de la idea de justicia, a la vez que en su final (cuando hubieran matado al filósofo si hubieran podido) se transluce el
destino de su maestro Sócrates.
El saber de lo más importante (qué es la justicia y la
injusticia, el bien y el mal) no puede dejarse en manos de cualquiera, al igual
que la salud la dejamos en manos de los médicos, la conducción de una nave en
el piloto... Debe llevarla a cabo el filósofo, esto es, el que se ha acercado
a la verdad, no meramente a las cosas justas, sino a la idea de justicia en sí.
Éste ha adquirido una técnica: la de la definición correcta. La realidad debe
ser diseccionada y clasificada de forma exacta a través de los conceptos, y
sólo buscando las ideas en sí se puede alcanzar la capacidad de aplicar, en
cada caso, la verdadera justicia, que es la idea en sí de la misma. Su intención es acceder a la realidad
salvando las apariencias. Los sofistas, tal y como lo entiende Platón,
pretendían reducir el conocimiento al conocimiento de apariencias (convencer
frente a demostrar). Por ello defiende que los filósofos (aquéllos en los que
domina la parte racional del alma) son quienes deben dirigir la ciudad.
La justicia y el Estado ideal
El ideal político es un paralelo del ideal de armonía entre
las partes del cuerpo. La justicia, pues, se entiende como equilibrio o armonía
entre las partes del Estado. Aquéllos en los que domina el temperamento
concupiscible (los apetitos) deben ser los artesanos; aquéllos en los que
domina el temperamento irascible o pasional (timós = ánimo) deben ser los “guardianes”; y sólo los verdaderos
filósofos, aquéllos en los que domina la parte racional y aman la verdad, son
quienes deben gobernar. Cada uno posee sus virtudes: templanza o prudencia los
filósofos (sophrosyne, prudencia como
racionalidad práctica), fortaleza o valor para los guerreros o guardianes, y
prudencia o moderación para los artesanos y campesinos.
Para alcanzar este Estado ideal es fundamental la educación,
pues es en las primeras etapas de formación donde se observa qué parte del alma
domina en cada cual. Serían los filósofos gobernantes los que se encargarían de
seleccionar a los futuros filósofos y educarlos, garantizando de este modo la
permanencia de equilibrio entre las partes del Estado.
Este modelo de Estado ideal ha suscitado diversas críticas,
sobre todo por la imposibilidad de llevarlo a cabo y por las medidas que
propone para garantizar la ausencia de corrupción. Veamos algunas:
En primer lugar, ¿quién seleccionaría a los primeros filósofos? El amor al poder sería siempre un obstáculo para ese supuesto comienzo ideal.
En segundo lugar, la radicalidad de las medidas que plantea para garantizar la objetividad en la educación de los ciudadanos contrasta con las bondades que promete. Si los filósofos conocen el bien, ¿por qué tantas medidas anti-corrupción? En su Estado no sólo todas las propiedades serían comunes, evitando así la corrupción de la codicia, sino que también las generaciones se plantean en común, de modo que nadie conocería a sus verdaderos hijos sino que serían todos educados en común, para evitar la tendencia a favorecer a los propios vástagos. Cualquier individualidad se ve seriamente cuestionada.
Pero aún hay más: en tercer lugar, en su ética plantea que la parte racional debe dominar a las demás; debería, por tanto, educarse a todos hacia esa meta; pero su política da por hecho que nacemos con una naturaleza fija, ya sea racional, emocional o visceral. Y parece dar por hecho, además, que el número de personas con cada tipo de naturaleza será el adecuado para mantener las clases sociales que requiere el Estado.
A pesar de todas las críticas, el modelo político de Platón, con su Estado ideal, será el primero que plantee la controversia universal entre eunomía (buen gobierno) e isonomía (igualdad para gobernar) y que suscite la polémica entre dos ideales políticos en choque: la libertad y la igualdad.
En primer lugar, ¿quién seleccionaría a los primeros filósofos? El amor al poder sería siempre un obstáculo para ese supuesto comienzo ideal.
En segundo lugar, la radicalidad de las medidas que plantea para garantizar la objetividad en la educación de los ciudadanos contrasta con las bondades que promete. Si los filósofos conocen el bien, ¿por qué tantas medidas anti-corrupción? En su Estado no sólo todas las propiedades serían comunes, evitando así la corrupción de la codicia, sino que también las generaciones se plantean en común, de modo que nadie conocería a sus verdaderos hijos sino que serían todos educados en común, para evitar la tendencia a favorecer a los propios vástagos. Cualquier individualidad se ve seriamente cuestionada.
Pero aún hay más: en tercer lugar, en su ética plantea que la parte racional debe dominar a las demás; debería, por tanto, educarse a todos hacia esa meta; pero su política da por hecho que nacemos con una naturaleza fija, ya sea racional, emocional o visceral. Y parece dar por hecho, además, que el número de personas con cada tipo de naturaleza será el adecuado para mantener las clases sociales que requiere el Estado.
A pesar de todas las críticas, el modelo político de Platón, con su Estado ideal, será el primero que plantee la controversia universal entre eunomía (buen gobierno) e isonomía (igualdad para gobernar) y que suscite la polémica entre dos ideales políticos en choque: la libertad y la igualdad.
Pero ¿qué dice usted de libertad y de 'gestión de la libertad' en Platón? Esto puede confundir más que otra cosa.
ResponderEliminarNo sé a qué tipo de confusión se refiere, conviene ser más explícito. El apartado responde al tratamiento que se daba en principio cara al examen de selectividad. Pone "cuestión", no gestión. Y dado que no especifica en qué se confunde poco más puedo aclarar.
EliminarNo hay cuestión de la libertad en Platón. Sencillamente ese orden de temas no existe en Platón, ni en Aristóteles... Hay que esperar mucho más para que la libertad, desde una perspectiva antropológico-filosófica, forme parte de la reflexión filosófica.
EliminarVeo que no ha leído la primera contestación y que no hay intención de diálogo, sino de mera descalificación. Respecto a la "perspectiva antropológico-filosófica", aparte de no añadir nada, sólo diré que el término "eleuthería" significa algo, que desde que el ser humano se plantea hacia dónde debe dirigir sus actos se está partiendo de que es libre -la libertad es conditio sine qua non de la moral-. Hay que saber extraer el sentido de la reflexión humana, no ceñirse a supuestas perspectivas que parecen querer obviar que el ser humano haya pensado jamás conceptos y realidades, no meras palabras. Me pregunto qué se están planteando Sócrates, Platón o Aristóteles, cuando intentan reflexionar sobre cómo usar esa capacidad de elección y esas partes del alma que debemos manejar en cierto sentido, de qué hablaban los filósofos medievales cuando distinguían el concepto de libre albedrío, a quiénes contestaba Kant cuando convirtió el tema de la libertad en un postulado...
EliminarLe recomiendo revisitar la historia completa de la filosofía, porque de prácticamente cualquier tema se ha reflexionado desde sus albores. Y en este mismo blog, busque el tema de la libertad como concepto problemático, porque tiene muchos enfoques. Algunos planteamientos, más que hermanarnos con la humanidad y el origen de la reflexión sobre cualquiera de sus inquietudes, parecen querer desposeer de todo sentido el pensamiento y pretender crear palabras en la nada. Sepamos ser humildes con el pasado y aprender de él.
Los griegos ya utilizaban un término que definía la libertad (aquí no puedo escribir con caracteres griegos :-( )Y abordaron el concepto en sus múltiples dimensiones: consideraron el orden cósmico que asignaban al destino, la importancia de la autonomía política y la libertad individual, desembarcando inequívocamente, en el dilema moral que subyace en la profundidad del concepto de libertad...
ResponderEliminarEn Aristóteles se encuentra el concepto de libertad en la cual se coordinan de alguna manera el orden natural y el orden moral... Con el fin de que haya un acción moral es menester que junto a la acción coluntaria (la libertad de la voluntad) haya una elección (libertad de elección, libre albedrío); dos formas de libertad estrechamente relacionadas... Si bien el propio Aristóteles reconocía que la noción de libertad ofrecía algunas paradojas... pero disertó sobre ello, y no poco...
Y en la definición de "libertad" del Diccionario Filosófico Ferrater Mora dice: "El concepto de libertad ha sido entendido y usado (...)desde los griegos hasta el presente (...)".
Luego sí que hay cuestión de libertad en Platón, en Aristóteles, y antes, y después.