PLATÓN: síntesis
Para entender
la filosofía de Platón hay que situarse en el contexto de esa Atenas en
decadencia tras las G. del Peloponeso, con una democracia y un sistema
educativo dominados por sofistas que consideran que el bien y la justicia no
son más que palabras sin entidad propia, manipulables por el lenguaje y al
servicio de los intereses del orador que las maneje. A eso hay que sumar una
tradición filosófica presocrática que intentaba captar el principio último de
las cosas y se enfrentaba al problema de conjugar el ser (lo permanente de las
cosas) y el devenir (el mundo mostrándose como un fluir constante de
apariencias que cambian a lo largo del tiempo), junto con las facultades con
que se nos muestra cada uno: el intelecto y los sentidos. Pongamos ahora como
canalizador de esa filosofía en ese contexto político a su gran maestro:
Sócrates, que buscaba el ser de la justicia, el bien y todos los valores
nobles, más allá de su mero aparecerse en el devenir de la vida; sumemos la
influencia mística de la tradición órfico-pitagórica, con su creencia en
la purificación intelectual del alma, y entenderemos el proyecto
filosófico de Platón.
¿Cómo se explica el contraste entre lo que mi intelecto me dice que son las cosas y lo que me muestran los sentidos?
1. El mundo de las ideas.
Este proyecto
filosófico cristaliza en su máxima expresión, eje de toda la temática
filosófica que abarca: el mundo de las ideas. La concepción de
un mundo objetivo, eterno, real, que engloba todos los aspectos del ser (desde
la esencia de cada ente: hombres y seres físicos, hasta los valores supremos)
es el centro y referencia de todos los aspectos de su filosofía: ontología,
teoría del conocimiento, antropología, ética y política, escatología... Y todos
estos aspectos se hayan entrelazados, fusionados en una filosofía común.
¿Cómo se explica el contraste entre lo que mi intelecto me dice que son las cosas y lo que me muestran los sentidos?
1. El mundo de las ideas.
a) Aspecto ontológico (definición de las
ideas: objetivas, eternas, absolutas...) Las ideas son realidades
intelectuales, lo que las cosas son, más allá por tanto de sus cambios. Así
concibe Platón lo que expresamos al definir cualquier ente. Pero es obvio
que estas ideas guardan relaciones entre sí: de oposición, de participación, de
inclusión o exclusión... Dado que son el ser verdadero de las cosas, se
enfrenta con el problema de que hay que entender ese mundo del ser verdadero
(el mundo de las ideas) como un mundo jerarquizado de algún modo, y va a
intentar explicar esa jerarquía (enfrentándose a distintos problemas que le van
surgiendo en el desarrollo de su filosofía, por lo que, según la obra,
encontramos respuestas más o menos complejas), de forma que ese mundo
jerarquizado tiene como cúspide la idea de bien, que es la que hace que todas y
cada una de las esencias sean lo que son.
Parece que ya
ha definido en qué consiste el ser, pero tiene aún que enfrentarse a explicar
lo que parece el no-ser: el hecho de que las cosas cambian, fluyen: el devenir.
Aquí recurrirá a la ilustración del demiurgo imprimiendo la estructura de ese
mundo intelectual del ser en un concepto abstacto de materia fluyente (la chorá).
El demiurgo es en realidad la inteligencia ordenadora. Nos resulta así una
dualidad materia-idea, ser-devenir.
b) Aspecto gnoseológico o epistemológico (teoría del conocimiento). Platón parte de afirmar la supremacía del conocimiento racional frente a la información de los sentidos. Queda por explicar cómo se capta el ser. Si el mundo de las ideas está jerarquizado, el conocimiento se entenderá como una vía ascendente, cuyo método es la dialéctica. De las cosas que fluyen sólo podemos tener opinión; una vez captadas las esencias -a través de la definición- la inteligencia o razón deduce y llega a captar la relación entre las ideas, resolviendo las oposiciones, captando la jerarquía de las ideas y ascendiendo hasta aquello que hace ser a todo ser: la idea de bien. El proceso de conocimiento se explica con dos ilustraciones: el símil de la línea divide el proceso dialéctico en dos momentos fundamentales: opinión (doxa) y ciencia o conocimiento seguro (episteme), que a su vez se subdividen en otros dos: la opinión se divide en imaginación (capacidad de hacerse imágenes) y creencia (referido ya a la captación de los entes sensibles, naturales y artificiales). Por su parte, la ciencia o episteme se divide en razón discursiva e intuición intelectual, cumbre ésta del conocimiento por ser la captación directa de las ideas, con la idea de bien como cúspide e iluminación de todas las demás. Así se ilustra en el mito de la caverna cómo el filósofo rompe las cadenas que subyugaban su conocimiento al de las sombras de los entes sensibles, y cómo va ascendiendo hasta salir de la caverna (llegada al mundo de las ideas, al conocimiento intelectual) y allí va adaptando su vista a la contemplación directa de las cosas en sí.
b) Aspecto gnoseológico o epistemológico (teoría del conocimiento). Platón parte de afirmar la supremacía del conocimiento racional frente a la información de los sentidos. Queda por explicar cómo se capta el ser. Si el mundo de las ideas está jerarquizado, el conocimiento se entenderá como una vía ascendente, cuyo método es la dialéctica. De las cosas que fluyen sólo podemos tener opinión; una vez captadas las esencias -a través de la definición- la inteligencia o razón deduce y llega a captar la relación entre las ideas, resolviendo las oposiciones, captando la jerarquía de las ideas y ascendiendo hasta aquello que hace ser a todo ser: la idea de bien. El proceso de conocimiento se explica con dos ilustraciones: el símil de la línea divide el proceso dialéctico en dos momentos fundamentales: opinión (doxa) y ciencia o conocimiento seguro (episteme), que a su vez se subdividen en otros dos: la opinión se divide en imaginación (capacidad de hacerse imágenes) y creencia (referido ya a la captación de los entes sensibles, naturales y artificiales). Por su parte, la ciencia o episteme se divide en razón discursiva e intuición intelectual, cumbre ésta del conocimiento por ser la captación directa de las ideas, con la idea de bien como cúspide e iluminación de todas las demás. Así se ilustra en el mito de la caverna cómo el filósofo rompe las cadenas que subyugaban su conocimiento al de las sombras de los entes sensibles, y cómo va ascendiendo hasta salir de la caverna (llegada al mundo de las ideas, al conocimiento intelectual) y allí va adaptando su vista a la contemplación directa de las cosas en sí.
¿Y cómo es
posible que se produzca ese ascenso, que nuestra razón pueda captar el ser que
se esconde tras lo que nos muestran los sentidos? Aquí su teoría del
conocimiento está influida e imbuida por ideas místicas órfico-pitagóricas: el
extraer conocimiento de uno mismo (en lo que consistía el método socrático) lo
va a llevar a concebir el conocimiento como reminiscencia.
Cree encontrar la explicación en afirmar que el alma, en algún momento anterior
a la vida, se hallaba contemplando el mundo de las ideas. El conocimiento
racional se convierte, de este modo, en prueba de la inmortalidad del alma.
Asume aquí y racionaliza la creencia órfica en el conocimiento como
purificación del alma: el conocimiento intelectual nos lleva al mundo de las
ideas, nos aleja de la materia en cuanto trasciende los sentidos. La filosofía
es, pues, el modo en que el alma se libera de su atadura corporal. Por eso
concibe la filosofía como una preparación para la muerte -para la salvación del
alma-, como una purificación. Si el alma se deja arrastrar por los sentidos
hacia lo material quedará atrapada en ese mundo subterráneo que describe en el Fedón, teniendo que reencarnarse de
nuevo o siendo condenada.
De este modo responde al problema
del ser humano: llega a una concepción dualista del hombre: cuerpo y alma
son dos sustancias separadas, la segunda pertenece al mundo de las ideas, al
que ha de retornar. ¿Cómo explicamos, entonces, la caída del alma en la materia
-el nacimiento- y la relación entre el alma y el cuerpo? Hay que entender que,
desde la antigüedad, el alma se entiende de dos formas: como principio de vida
y como sede de la inteligencia. Asumiendo ambas perspectivas ofrece una visión
tripartita del alma: está compuesta de una parte apetitiva, una emocional o
irascible, y una racional. Y en relación con su gnoseología, concibe que los
sentidos pertenecen al cuerpo, no al alma (principal diferencia con el dualismo
de Descartes). Para ofrecer una vía de conducta parte de que la parte racional
debe siempre gobernar las otras dos.
La explicación del nacimiento la ilustra
con el mito del caballo alado: la razón representa el auriga, y los caballos
-negro y blanco- las otras dos partes del alma. En esta perspectiva se enraízan
su ética y su política.
Etica
Etica
La ética de
Platón se define como intelectualismo moral, ya que se basa en que el conocimiento
del bien hace por sí mismo que el hombre se comporte conforme a él. Para
entender bien su planteamiento hay que entender que la ética, en la Grecia clásica, se entiende
como arte de saber vivir, conducente por tanto a la felicidad, y que el bien se
entiende como la plenitud del ser, de cada cosa y en sí mismo. En respuesta al
relativismo moral de los sofistas, Platón cree en la objetividad y autonomía
del bien, la justicia y los valores morales en general, captables por el
intelecto y conforme a los cuales se debe vivir.
Platón pone obviamente como meta la salvación
y necesaria purificación del alma, que hemos visto se alcanza por medio de la
filosofía. Por tanto identifica virtud con sabiduría, y convierte ésta en clave
de la auténtica felicidad. ¿En qué consistirá la virtud o excelencia del
hombre? La respuesta nos viene dada desde su concepción del hombre:
consiste en la armonía entre las partes del alma (explicar).
¿Qué prescripciones éticas o consejos de vida se extraen de la filosofía de Platón? Podemos cifrarlos en los siguientes:
¿Qué prescripciones éticas o consejos de vida se extraen de la filosofía de Platón? Podemos cifrarlos en los siguientes:
1. Cultivar el intelecto, frente a los
sentidos, haciendo que la parte racional domine a las otras, más cercanas
al cuerpo. Al cultivar el intelecto se alcanzará la idea de bien, y se obrará por
tanto conforme a lo bueno y lo justo. Por ello, como decíamos, su ética se
define como intelectualismo moral.
2. Huir de los placeres corporales, que
contaminan el alma (concepción unitaria de herencia órfica)
3. Al cultivar el intelecto y buscar la idea objetiva de justicia, organizar la convivencia en torno a ella. Ésta es la misión social del filósofo.
3. Al cultivar el intelecto y buscar la idea objetiva de justicia, organizar la convivencia en torno a ella. Ésta es la misión social del filósofo.
Política
Y enlazamos así con la política platónica, para muchos el motor inspirador o meta última de su proyecto filosófico, que queda reflejado en ese retorno a la caverna del filósofo. ¿Cómo debería organizarse la convivencia entre los hombres? Respondiendo al mismo modelo que ha planteado en su concepción del hombre y en su ética. Para que la convivencia entre los hombres se organice de un modo justo, hay que encontrar un modelo de gobierno que equilibre las tendencias naturales del hombre. Su modelo político implica un modelo educativo: hay que seleccionar a aquellos en los que predomina la parte racional o intelectiva, los filósofos, para gobernar la ciudad, pues ellos buscarán regir con una justicia objetiva, no respondiendo a sus intereses materiales. Los verdaderos filósofos, por sí mismos, no querrían bajar a la caverna, pero es una función necesaria que tienen que asumir. Aquellos en los que domina la parte apetitiva deben encargarse del mantenimiento material de la ciudad, constituyendo el pueblo (campesinos y artesanos); y aquellos en los que domine el ímpetu o parte irascible, serán los encargados de su defensa: los guerreros.
Y enlazamos así con la política platónica, para muchos el motor inspirador o meta última de su proyecto filosófico, que queda reflejado en ese retorno a la caverna del filósofo. ¿Cómo debería organizarse la convivencia entre los hombres? Respondiendo al mismo modelo que ha planteado en su concepción del hombre y en su ética. Para que la convivencia entre los hombres se organice de un modo justo, hay que encontrar un modelo de gobierno que equilibre las tendencias naturales del hombre. Su modelo político implica un modelo educativo: hay que seleccionar a aquellos en los que predomina la parte racional o intelectiva, los filósofos, para gobernar la ciudad, pues ellos buscarán regir con una justicia objetiva, no respondiendo a sus intereses materiales. Los verdaderos filósofos, por sí mismos, no querrían bajar a la caverna, pero es una función necesaria que tienen que asumir. Aquellos en los que domina la parte apetitiva deben encargarse del mantenimiento material de la ciudad, constituyendo el pueblo (campesinos y artesanos); y aquellos en los que domine el ímpetu o parte irascible, serán los encargados de su defensa: los guerreros.
En este deseo
de organizar la convivencia humana en torno a la justicia, aspecto clave cuando
menos del proyecto filosófico platónico, se percibe la influencia moral que
sobre él tuvieron Sócrates y las creencias en torno a la inmortalidad y
purificación del alma. Éstas están sin duda presentes en toda su obra
que, sea cual sea el motor emocional con que la emprende.
Su obra constituye un sistema filosófico
muy potente y de gran repercusión en la posteridad. Su Academia siguió siendo
centro de enseñanza durante siglos, hasta culminar en el Neoplatonismo de
Plotino. La obra de Aristóteles, también de gran influencia en la
posteridad, surge en gran medida como respuesta a la propuesta
platónica. Las filosofías de ambos laten en prácticamente toda la problemática
filosófica de nuestra historia y hasta nuestros días.
' No des a la enseñanza una forma que les obligue, porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud ' - Platón
ResponderEliminarBuena crítica al sistema educativo...
ResponderEliminarMuchas gracias por la informacion, siempre es bueno conocer acerca de biografía Platón
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